HABLA EL FUNDADOR DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN TRAS BEATIFICACIÓN DE MONSEÑOR ROMERO
“Romero eligió una forma de anunciar el evangelio que lo llevó a pagar con su vida”
05.06.2015
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
HABLA EL FUNDADOR DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN TRAS BEATIFICACIÓN DE MONSEÑOR ROMERO
05.06.2015
El teólogo Gustavo Gutiérrez regresó por cuatro días a El Salvador para la beatificación de Óscar Arnulfo Romero. Fiel a sí mismo, se mantuvo alejado todo lo que pudo de flashes, de solideos y de templetes engalanados, hospedado en pleno centro de San Salvador, en una humilde habitación del edificio anexo a la iglesia de El Rosario, administrada por los dominicos, orden de la que él forma parte.
Gutiérrez nació el 8 de junio de 1928, va para los 87 años, pero no se quiso perder la oportunidad histórica de estar en San Salvador el día que la alta jerarquía de la Iglesia Católica enmendó un silencio cómplice que duró décadas, y elevó a la categoría de beato al más insigne de sus mártires del siglo XX. “Su martirio va a alumbrar muchas cosas que han pasado en América Latina”, dice.
Fundador y principal vocero de la Teología de la Liberación, una propuesta que todavía levanta ampollas en determinados círculos eclesiásticos y políticos, Gutiérrez sorprende en esta entrevista con un discurso en las antípodas de la confrontación, con un llamado explícito a mirar al futuro sin recrearse en las heridas del pasado: “Lo más conveniente es mirar hacia delante. Romero ya es beato. ¿Qué va a pasar a partir de ahora?”.
¿Creyó que sus ojos llegarían a ver a Romero beatificado?
Bueno… ha habido muchos momentos de escepticismo, por ver que tanta gente se oponía al proceso, pero también hubo momentos de esperanza.
¿Cuándo lo empezó a ver claro?
Con Francisco. Desde que asumió se sintió una frescura evangélica, y se supo que la beatificación iba. Francisco es alguien que va a las fuentes y, a partir de ahí, anuncia, predica, y naturalmente hay que reconocer que, siendo una persona del mismo continente, tenía más conocimiento de Romero que el que podía tener cualquier otro papa.
¿Usted estuvo el 23 de mayo en el templete?
No, no, no… yo no tengo contactos de ese tipo, aunque creo que tampoco habría ido al templete si me hubieran invitado.
En marzo de 2008 Leonardo Boff dijo que Benedicto XVI beatificaría a Romero, pero que lo haría por conveniencia.
Lo que hay que entender es que la beatificación era muy conveniente, claro que lo es, pero conveniente en el sentido de saludable. Es saludable para la Iglesia que reconozca la condición de mártir de Romero.
¿No era saludable hace 20 o 10 años?
Pero no viene al caso entrar en eso. Lo que sí veo es que este reconocimiento del martirio va a alumbrar muchas cosas de las que han pasado en América Latina, porque los martirios han sido más.
¿No teme lo contrario: que la figura de Romero se edulcore?
Hacer pronósticos es muy difícil. Trato de no razonar así. ¿Qué puede pasar en el futuro? Yo espero que cuando se use el testimonio de Romero, no se deje a un lado su lucha por la justicia, contra los opresores, contra la desigualdad. Yo en esas claves voy a usar su testimonio. ¿Cómo estaremos en 10 años? ¿Qué uso se habrá hecho de la figura de Romero? Pues en 10 años se verá.
¿Siente que de alguna manera con la beatificación se ha reivindicado la «opción preferencial por los pobres»?
Sí, pero no me termina de gustar la palabra reivindicación. Yo creo que hemos entrado en una etapa para que se comprenda mejor qué es la opción preferencial por los pobres, y para que nosotros también revisemos todos los errores que se puedan haber cometido, con la idea de mirar siempre hacia delante. El testimonio de Romero ya nos marcó en el pasado en todo el continente, Romero ya ha ayudado a mucha gente a comprender cosas, y eso es lo que yo espero que se impulse con la beatificación.
¿Puede compartirnos su visión de lo que Romero supuso en vida para el continente?
Romero es un mártir, entregó su vida por anunciar el evangelio. Romero tenía miedo de que lo mataran, sabía que eso podía suceder, pero tenía claro que no podía dejar a su pueblo. Ese es el testimonio fundamental. Además, un santo –porque el martirio es una manera de acceder a la santidad– es un modelo que la Iglesia identifica para mostrar al pueblo cristiano cómo es una persona que siguió a Jesús. Por eso es tan importante para la Iglesia en América Latina este testimonio, y los que se vienen, como Enrique Angelelli, como Gerardi…
El padre Rutilio Grande.
Sí, pero mencionaba a los obispos, por el impacto de asesinar a un obispo. Rutilios hay un montón en América Latina. Y no lo estoy banalizando. Lo que quiero decir es que mucha gente ha dado su vida, de una u otra forma, y el escándalo mayor es que todo eso ocurrió en un continente cristiano, y mayormente católico.
¿A quién atribuiría usted el mérito principal de la beatificación?
En primer lugar, al personaje mismo. Romero tenía distintas opciones para anunciar el evangelio y eligió una que lo llevó a pagar con su vida. Pero las personas viven en comunidad, y por supuesto que el valor del pueblo salvadoreño y el amor de Romero hacia ese pueblo contribuyeron en las decisiones que tomó en su vida, y por lo tanto en su beatificación. Luego, como cristiano, yo también creo que hay una intervención del Espíritu Santo. Es un conjunto de cosas, pero el punto de partida es él.
¿Por qué cree usted que la beatificación de Romero tardó 35 años, y la de Escrivá de Balaguer, 17?
No me interesan ese tipo de comparaciones, pero sin duda que en el caso de Romero influyó que hubiera tanta gente hablando en su contra, tantos obispos y laicos salvadoreños que pidieron que no fuera beatificado; personas que pesaban, pues. Aclarar todo ese rechazo llevó tiempo.
El homicidio de Romero sigue en la más absoluta impunidad. ¿Cómo construir cuando aún se niega la verdad?
Y no hay paz sin justicia, ni amor sin justicia. El día del entierro recuerdo que una religiosa de un colegio privado lloraba porque a muchas de las estudiantes, influenciadas por sus padres, no les importó la muerte del arzobispo, que incluso se alegraban de su muerte. Eso ocurrió. Y a los culpables espero que los juzguen, pero eso no nos debe impedir ver que desde una perspectiva cristiana todos los seres humanos podemos cambiar.
Lea la entrevista completa aquí.