Divergencias: trayectorias del neoliberalismo en Argentina y Chile
29.01.2015
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29.01.2015
Este libro trata sobre los capitalismos en Argentina y Chile, los diferentes espíritus que los animan y las formas en que ellos han sido pensados y experimentados en ambos países durante los últimos cuarenta años.
Las reflexiones y controversias sobre el capitalismo son tan antiguas como él mismo, pero últimamente han tomado un inusitado vigor (Sainsbury 2013; Krugman 2012; Piketty 2014). Desde la crisis financiera internacional de 2008, que se originó en los centros financieros globales y se propagó a través del mundo, las reacciones sociales contra los mercados se han multiplicado. Wall Street y la City de Londres han sido acusadas por sus propios ciudadanos de sumergir al mundo en una crisis con el fin de perpetuar apuestas especulativas de alto riesgo. Europa está empantanada en una crisis de bajo crecimiento y alto desempleo incitada por sus propias medidas de austeridad. La zona Euro lucha por encontrar la voluntad política necesaria para defender su moneda de la presión de los mercados financieros y de las agencias calificadoras de riesgo. Los movimientos sociales en contra de las desigualdades de los mercados y de las políticas de austeridad han crecido en el norte y en el sur, desde Latinoamérica a los países árabes, desde Europa a Estados Unidos. Latinoamérica también fue golpeada por la crisis. Sin embargo, la región se ha recuperado más rápido de lo previsto, en parte gracias a un manejo fiscal prudente, y debido a la creciente demanda de China por sus commodities.
Durante los cinco años que tomó esta investigación (2008-2012) Argentina y Chile vivieron enérgicos movimientos sociales y elecciones políticas importantes, en las que sus modelos de desarrollo fueron discutidos. Ambos países fueron testigos de conflictos ascendentes entre los intereses corporativos, del Estado y de la ciudadanía, tales como la disputa entre el gobierno argentino y los exportadores agrarios de soja, o las controversias que generó la empresa Hidroaysén con su proyecto para construir centrales hidroeléctricas en la Patagonia chilena. En 2010 estos países parecían acentuar el compromiso con las visiones político-económicas del momento. Mientras que el modelo nacional-popular impulsado por los Kirchner en Argentina era reforzado con la reelección de la presidenta Cristina Kirchner en 2011, el capitalismo proempresas consolidado por los gobiernos de la Concertación entre 1990 y 2010 –el neoliberalismo con rostro humano, como lo llama Atria (2013)–, se intensificaba en Chile con la elección presidencial de Sebastián Piñera.
Mi interés por las convergencias y diferencias de las economías políticas de estos países nació mucho antes de que me familiarizara con la vasta literatura existente sobre las “variedades de capitalismos”. Antes de comenzar los estudios de posgrado en Cambridge en 2006, trabajé como consultor de una empresa de comunicaciones en Santiago, que estaba al centro del aparato reflexivo del capitalismo chileno. Durante más de cinco años, tuve la oportunidad de interactuar con ejecutivos de empresas y de la prensa a lo largo de Latinoamérica, de observar cómo las firmas internacionales plantean diferentes estrategias con las autoridades políticas respondiendo a sus contextos nacionales, y de conocer diversos tratos y condiciones laborales, dependiendo de la industria y del grado de organización de las comunidades locales.
Desde aquellos años me llamaba la atención cómo el relato triunfalista que la prensa y el empresariado pintaban sobre Chile era ciegamente optimista, e ignoraba las voces críticas y los problemas estructurales que presentaba el capitalismo criollo. Con frecuencia se decía que Chile experimentó una transición pacífica a la democracia, que los actores políticos tuvieron la capacidad y la disposición de alcanzar consensos, que las huelgas, conflictos laborales y paros eran la excepción, y que un amplio acuerdo entre el sector privado y el gobierno permitió las reformas de mercado. También me sorprendía cómo un retrato igual de optimista voceado por el sector privado argentino en los años 90 se desplomó abruptamente de la noche a la mañana. Al momento del cambio de siglo en Argentina, las certezas de las políticas del Consenso de Washington repentinamente fueron puestas en duda y revertidas. La estabilidad económica y la “normalización” del peso que había traído el plan de convertibilidad fueron oscurecidas por el aumento del desempleo y la aparición de nuevos pobres en las calles. El creciente movimiento de protesta liderado por los piqueteros encarnó el descontento de las masas. Los problemas socioeconómicos a los cuales apuntaban los manifestantes estallaron en el colapso institucional de diciembre de 2001. De ahí en adelante, el destino del capitalismo en estos dos países adquirió rumbos diferentes, haciendo de ellos un caso interesante para contrastar.
Durante los últimos tres decenios, tanto Argentina como Chile experimentaron revoluciones capitalistas “desde arriba” que transformaron las relaciones entre las empresas, los trabajadores y el Estado (Novaro2009; Gárate 2012). Estas transformaciones presentan elementos comunes, a saber, patrones de desindustrialización basados en exportaciones de materias primas y relaciones de mercado jerárquicas entre el capital y el trabajo (Schneider 2009), entre otros. Pese a estas similitudes, la manera en que en 2010 se concebía el capitalismo en estos países era diferente. Mientras que en Argentina, tras el colapso de 2001,los gobiernos de los Kirchner reforzaron la capacidad intervencionista del Estado sobre el mercado, responsabilizando al neoliberalismo de todos los males existentes, en Chile un neoliberalismo corregido por la Concertación, neutralizado por las elites políticas y naturalizado por las elites económicas, seguía siendo asociado a modernización.
El capitalismo en Argentina tiene una historia laureada, aunque inestable y conflictiva. Como sugieren Gerchunoff y Llach (2003) la ilusión y el desencanto marcan un siglo de políticas económicas argentinas. Si a principios del siglo XX este país se contaba entre las diez potencias económicas mundiales, a principios del siglo XXI destaca por ser un hervidero de movimientos sociales. Entremedio pasó un siglo de grandes emprendimientos económicos, un gran movimiento popular –el peronismo– que transformó la política y el capitalismo argentino, y múltiples crisis de democracia y de moneda.
La decepción con el capitalismo en Argentina no es nueva. Es cuestión de recorrer las librerías para encontrarse con una larga lista de ensayos históricos sobre las oportunidades del país tantas veces malogradas. La ilusión del progreso apolítico (Gilbert 1986); Entre el abismo y la ilusión: Peronismo, democracia y mercado (Torre et al 1999); Los 90: la ilusión perdida (Fraga 2001) y La ilusión: el fracaso de la Alianza visto desde dentro (Fernández Mejide 2007), son algunos ejemplos. El trauma de la crisis económica, social y política de 2001, sin embargo, intensificó la desconfianza. La sospecha de los argentinos ante el rostro amable del capitalismo, y de su compatibilidad con una sociedad más equitativa, va de la mano con la acusación pública que sufrieron el FMI, la globalización y las grandes corporaciones extranjeras. Si la desconfianza para algunos es un rasgo distintivo de la cultura económica argentina, en la última década el recelo sobre aquellos que detentan algún tipo de poder económico aumentó considerablemente.
El capitalismo en Chile quizás tiene una historia menos galardonada que en Argentina, pero últimamente ha recibido más elogios. Ya no es sorpresa que Chile aparezca en la cima de los rankings regionales que miden estabilidad macroeconómica, gobernanza, apertura comercial o reducción de pobreza. En las últimas tres décadas las condiciones materiales de los chilenos mejoraron sustancialmente, ya sea en términos de calidad de la vivienda, de equipamiento del hogar, de acceso a servicios básicos o de cobertura del sistema educacional. Esas mejoras generaron entusiasmo con la modernización capitalista y a la vez un estado de ilusión. Las cifras del crecimiento cegaron las limitaciones democráticas del sistema político, los costos humanos de una vida social privatizada, y las externalidades ambientales de un modelo económico extractivo. El discurso del emprendimiento, la gestión y el mercado como espacio para alcanzar los anhelos individuales de modernidad fueron las justificaciones prevalentes del capitalismo chileno contemporáneo.
Sin embargo, tras el ciclo de movilizaciones sociales que comienza a manifestarse desde 2006, y que se consagra con las movilizaciones estudiantiles desde 2011, la sociedad chilena parece estar despertando de un largo encandilamiento. La conciencia sobre las inequidades estructurales de un modelo que favorece a las grandes empresas, y la frustración ciudadana con una institucionalidad y una clase política incapaces de responder a las nuevas demandas, produjo un nivel de descontento callejero que no se veía desde las protestas de 1983-1986 contra la dictadura de Pinochet. El discurso triunfalista del crecimiento y la fantasía de la gestión se tornaron disonantes con la realidad. Las dificultades de alcanzar juntos crecimiento y equidad parece haber roto la ilusión de que más mercado y más democracia podían progresar a la par.
Este libro provee un análisis comparativo de los tipos de capitalismos de Argentina y Chile contemporáneos. En particular, examina los marcos institucionales que sostienen sus mercados, las maneras en que se organizan empresas y empresarios, las posiciones de las fuerzas laborales y sus culturas económicas. Presta especial atención a los espíritus que animan a estas culturas, y las justificaciones que sustentan las prácticas empresariales en cada país. Como afirma Massey (2013), las supuestamente neutras descripciones de roles, intercambios y relaciones son un medio poderoso por el cual nuevas subjetividades se construyen y se hacen cumplir. Dicho de otro modo, los lenguajes de la economía y sus vocabularios de clientes, consumidores e interés propio moldean tanto las concepciones de nosotros mismos como nuestra relación con el mundo.
En segundo lugar, el texto ahonda en los procesos históricos subyacentes a las transformaciones neoliberales ocurridas en estos países, analizando por qué dos países relativamente parecidos, que comparten una situación periférica y antecedentes históricos comunes, y que adoptaron políticas económicas supuestamente similares, terminaron presentando posturas diferentes ante el neoliberalismo.
En tercer lugar, este libro examina las transformaciones ocurridas en el ámbito cultural. En línea con la literatura que estudia el papel de las ideas tecnocráticas en la generación de “políticas de expertos” a nivel gubernamental (Valdés 1995; Centeno y Silva 1998; Heredia 2007), este trabajo explora el papel de los circuitos culturales que contribuyen a moldear el capitalismo en Chile y en Argentina. Es importante resaltar que el análisis comparativo enfatiza los aspectos ideológicos e institucionales por sobre los productivo-estructurales. En concreto, se explora si hay nuevos espíritus capitalistas en Argentina y Chile que hayan surgido con, o en reacción a, las transformaciones neoliberales de la década de los 70 y 90. Para ello, nos preguntamos qué tipo de hibridaciones han surgido en estos países, y hasta qué punto las teorías culturales del capitalismo enfocadas en los fenómenos propios del centro global echan luces sobre los cambios en la periferia.
No existe un único método para explorar las variedades de capitalismos y las transformaciones culturales en Argentina y Chile. El espíritu del capitalismo puede parecer un objeto de estudio ambiguo, difuso. Tanto Weber (1905) como Boltanski y Chiapello (2005) basaron sus análisis en textos escritos. Mientras que el primero examinó los manuscritos que inspiraban a los primeros empresarios protestantes, los últimos compararon los cambios en la literatura del management entre los años 1960 y 1990 que formaron la cosmovisión de los ejecutivos franceses. Aunque el estudio de la literatura del management puede proporcionar una noción de las ideas que influyen en las culturas empresariales de Argentina y Chile, este método por sí solo no puede iluminar cómo viajaron esas ideas, cómo fueron traducidas y cómo se hibridaron en estos países. El carácter de las ideologías de la gestión no está divorciado de la ascendencia del neoliberalismo en general, del surgimiento de la “política de los expertos” (Centeno y Silva 1998), y de las consecuencias intencionales o no intencionales que estos producen.
Dado que el objetivo es comprender las variedades de capitalismos en estos países, así como las justificaciones que las soportan, el acceso a los “significados” que construyen los agentes del sistema económico fue crucial. Utilizando el lenguaje de Geertz (1973: 27), buscamos elaborar una “descripción densa” de las culturas del capitalismo en Argentina y Chile. Es decir, descubrir las estructuras conceptuales que forman las acciones de los sujetos, y los usos sociales del discurso económico. Los sujetos de investigación, por lo tanto, fueron los principales miembros de los circuitos culturales del capitalismo en cada país, además de actores estratégicos del mundo de los negocios, o sea, actores de las elites económicas e intelectuales.
Este libro emplea un enfoque cualitativo. Diversas técnicas de investigación fueron utilizadas: observación participante, análisis de prensa, además del análisis de varias fuentes de datos secundarios, como estadísticas publicadas, documentos oficiales y literatura académica existente. El método de investigación preponderante, sin embargo, fue la entrevista en profundidad. El grupo de entrevistados de ninguna manera fue homogéneo, sin embargo, comparten un conocimiento práctico, desde diferentes ángulos, de las características del capitalismo en Argentina y Chile. Entre agosto de 2008 y julio de 2009 realicé 120 entrevistas, 56 en Buenos Aires y 64 en Santiago con tres tipos de actores: protagonistas de los “circuitos culturales del capitalismo”, es decir, profesores de administración y negocios, economistas, consultores y periodistas económicos; gerentes de empresas, representantes de centros empresariales, emprendedores, y académicos del mundo del trabajo; intelectuales –historiadores, politólogos, sociólogos– y políticos que han estudiado o participado activamente en las relaciones entre mercado, política y empresas en estos países. Tres estrategias se utilizaron para seleccionar a los entrevistados: el muestreo intencional, el muestreo teórico y la bola de nieve.[1]El anexo 1 muestra la lista de los profesionales consultados. A pedido de algunos entrevistados, especialmente ejecutivos argentinos, sus nombres se mantienen en anonimato. La interpretación que aquí se sugiere combina material recolectado de estas entrevistas con elites económicas e intelectuales con mi propia lectura de diversas fuentes secundarias. En este sentido, antes que del capitalismo en Argentina y Chile, el libro recoge los repertorios de evaluación sobre esa historia. La voz de los entrevistados en la reconstrucción de época se muestra especialmente desde el capítulo 5.
Este libro está organizado en cinco partes. El primer apartado presenta los antecedentes teóricos de esta investigación y el contexto histórico en que se desenvuelve. El capítulo 2 rastrea algunos espíritus del capitalismo y sus trayectorias, examinando los conceptos de espíritu presentes en las obras de Adam Smith, Max Weber, Joseph Schumpeter y Karl Polanyi, para luego explorar la renovación del espíritu del capitalismo y el papel que desempeñan los circuitos culturales en su reproducción. El capítulo3 discute brevemente el enfoque de las variedades de capitalismos y la forma en que se emplea en este libro. Para entender la historia político-económica reciente, el segundo apartado revisa los distintos rumbos que tomó el neoliberalismo en Argentina y en Chile. En los capítulos 4, 5y 6 se comparan de manera sintética las condiciones en las que se adoptaron estas políticas, ciertas características de los programas desarrollados y algunos resultados y reacciones que produjeron en cada país.
En el tercer apartado se presenta un análisis comparativo de los capitalismos de Argentina y Chile. Mientras en el capítulo 7 se analizan las condiciones político-institucionales para el desarrollo de los negocios, en el capítulo 8 se comparan sus culturas políticas y los grados de movilización social. El cuarto apartado contrasta la posición de los sectores empresariales y la situación de las empresas en Argentina y Chile. En los capítulos 9, 10 y 11 se analizan la composición de los principales grupos económicos, su configuración ideológica y su posición de poder, así como las formas de hacer política empresarial en cada país. El capítulo12 revisa algunos rasgos de las relaciones de trabajo en Argentina y Chile, comparando el impacto de la reestructuración neoliberal en sus regímenes laborales y las jerarquías entre empleadores y empleados en cada país. Finalmente, el último apartado busca dar luces sobre las culturas de capitalismos de Argentina y Chile, examinando los papeles desempeñados por los circuitos culturales en la renovación de sus justificaciones. En los capítulos 13, 14 y 15 se discuten algunos rasgos de los discursos económicos recientes y se proporciona un mapa generalsobre los aparatos reflexivos del capitalismo; a saber, la prensa financiera, las escuelas de negocios, los centros de investigación y las organizaciones empresariales. A modo de cierre, el libro concluye discutiendo la presencia de viejos y nuevos espíritus del capitalismo en las transformaciones recientes ocurridas en estos países.
Londres, abril de 2014.
[1] Por muestreo intencional se seleccionaron informantes que tenían características particulares para los objetivos de la investigación, es decir, algunos periodistas especializados, autoridades económicas y académicos de negocios. Por muestreo teórico, técnica útil cuando los parámetros de la población de estudio son desconocidos, se seleccionaron algunos emprendedores y consultores de negocios, y se excluyeron otros informantes que no cumplían con ciertos parámetros para la categoría. Por último, se utilizó bola de nieve para acceder a las redes de contacto de algunos entrevistados.