Cómo tras perder la acreditación, la Universidad Gabriela Mistral cambió arbitrariamente las condiciones de mi MBA
02.06.2014
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02.06.2014
Hace casi un año tome la decisión de hacer un MBA. Busqué varias alternativas y finalmente opté por la Universidad Gabriela Mistral (UGM). Tenía buen prestigio, el máster llevaba dictándose 21 años y su programa era excelente; se acomodaba 100% a mis necesidades. El programa académico exige un total de 550 horas, con tres especialidades: Finanzas, Marketing y Negocios Internacionales. Los requisitos de graduación: seminario internacional, cuatro laboratorios o una monografía.
Opté por Negocios Internacionales. Necesitaba actualizar mis conocimientos en forma más global con otras realidades y adaptarlos a la realidad nacional. Además, tenía la opción de graduarme con un seminario internacional que consistía en un viaje al Massachusetts Institute of Technology, el MIT, en Estados Unidos. Allí iba a poder participar en una de sus clases y conocer algunas empresas. Es cierto, el tiempo que estaría allá sería muy corto, pero era uno de los pocos MBA que daban esa posibilidad y el plazo de ausencia en el trabajo era razonable. Lo encontré fantástico: teoría nacional e internacional en una universidad que está dentro de las cinco mejores del mundo y además visitar una empresa. Con eso ya estaba 100% pagado.
Cuando en agosto de 2013 partí las clases, me dijeron que ya no iría al MIT, sino que el destino ahora sería China. Dijeron que llevaban mucho tiempo haciendo este viaje a EE.UU. y que este año querían cambiar a un país que fuera distinto a todo lo que conocemos. Y China era la opción, ya que viene con un fuerte crecimiento y se proyecta como una gran potencia económica. Al principio no me agradó el cambio. La idea de asistir a clases en el MIT ya me había ilusionado, pero después de pensarlo, me di cuenta de que China igual era una buena alternativa, donde podría conocer las universidades, su cultura y cómo operan sus empresas.
En septiembre un grupo de compañeros viajó a China. Sus expectativas eran muy altas. Volvieron algo golpeados por el cambio de horario y fascinados por la cultura y la inmensidad de ese país, pero desilusionados con el programa que les habían prometido. Les llamó la atención que no sólo fueron alumnos, si no que incluyeron funcionarios de otras aéreas y sus parientes, personas que no tenían ninguna relación con el máster y que sólo deseaban turistear, aprovechando las ventajas de un pasaje rebajado. El objetivo del MBA se perdió. Se conversó con Carolina Téllez, directora académica de los programas de MBA en la UGM, quien reconoció que había muchas cosas por mejorar.
En enero nos llegó un mail de Téllez que dice: “Queridos Alumnos del MBA UGM: Con especial afecto escribo estas líneas para comunicarles que la tarde de ayer las nuevas autoridades de la Universidad me han pedido que deje de trabajar aquí. Entiendo que mi situación personal y familiar no hace posible establecer lazos de confianza, y me voy con la alegría de haber dado lo mejor de mí en esta querida Institución, en la que también me formé como Ingeniera Comercial y MBA”.
También por entonces nos enteramos de que la universidad perdió la acreditación, lo que nos pegó fuerte. Si la universidad ya venía con disminución en el número de matriculados, esta desacreditación la reduciría aún más para 2014. Por lo tanto, los ingresos para la universidad también disminuirían. Dependiendo de cuál era el objetivo de la UGM y sus inversionistas, las alternativas eran pocas. Podían mantener la misma planta de profesores inyectando más dinero, para lo cual podrían vender alguna sede, o disminuir la planta con un menor costo para menos alumnos. Lo que sí, jamás pensamos que afectaría el MBA.
En abril partieron las clases y se presentó el nuevo director comercial de postgrados, Rafael Mardones Díaz. Tras una breve introducción, nos informó que este año no habría viaje. El motivo: no existía un número mínimo de alumnos para realizarlo, pero eso sí, dijo, existía la posibilidad de que se haga en 2015. Pedí de inmediato una reunión con él para que me aclarara la decisión.
En su oficina me ratificó la decisión indeclinable de la UGM de suspender el viaje, y que para graduarme puedo optar por las otras dos alternativas: los cuatro laboratorios o una monografía. Pero no me interesa ninguna de las dos. Le expliqué el por qué ingresé a este MBA y que nunca nos dijeron que el viaje se podía eliminar por no tener los alumnos suficientes. Creo que fue porque jamás pensaron en las implicancias de una desacreditación, pero el resultado ahora me lo estaban traspasando a mí. Yo había optado por un producto que no deseaba cambiar. Tampoco quería esperar un año más para graduarme, sin saber siquiera si en 2015 se matricularía más gente. Pero me dijo que no había más alternativa. Le pedí entonces que me devolvieran mi dinero por incumplimiento de contrato y por publicidad engañosa. Me respondió que no, que sólo puedo detener el cobro mensual de los cursos por realizarse, pero que lo cobrado no se devuelve porque tengo alternativas de graduación a pesar de que ninguna sea la que yo elegí.
Poco después, el 29 de abril, solicité vía mail una reunión con Aldo Giachetti, el nuevo rector de la UGM, para llegar un acuerdo. Pero no me respondió. Insistí el 12 de mayo y recibí ese mismo día por respuesta lo siguiente:
Sr. Martínez:
El Sr. Mardones le enviará próximamente una respuesta a su inquietud para saber lo referente al viaje y concretarlo. El Sr. Kiyoshi está de vacaciones y no vuelve hasta fines de mes. El Sr. Rector tiene su agenda copada por ahora, su caso lo hable largamente con el Sr. Mardones y él lo mantendrá informado referente al viaje y analizará con usted todas las variable.
Atte.
Sonia Bustos L., Secretaria Rectoría
Un día después, la misma secretaria me envió un nuevo correo donde decía que por instrucciones del rector, se comunicaría conmigo el secretario general de la UGM, Hipólito Zañartu, para ver la forma de resolver mi inquietud y mis dudas. Pero eso nunca sucedió. Llamé para saber qué pasaba y por mail me dijeron que Zañartu me esperaría el martes 20 de mayo a las 14:00 en la Casa Central.
Ese día tomé mi hora de almuerzo para ir a hablar con Zañartu y avisé en el trabajo que podría demorarme. Cuando llegué me dijeron que Zañartu no estaba, que había salido a hacer un trámite y que en su reemplazo me atendería María Luisa Baltra, coordinadora académica de la Facultad de Derecho y asistente del secretario general. La reunión fue estéril. Como buena abogada, su postura fue que yo estaba mal, que la opción que me habían ofrecido y que yo elegí ya no estaba, pero que sí había otras. Y que no era problema de la universidad si yo no quería tomarlas. Después me preguntó si tenía los US$ 12.000 que sale el viaje y me dijo que la había hecho perder su hora de almuerzo. Entonces entendí que ninguna de las autoridades está preocupada de este tema.
Hoy soy sólo uno más de los tantos que reclaman por educación de calidad y porque se cumpla con lo prometido. Seguiré y buscaré todas las instancias necesarias para que ésta gente no siga abusando. Uno deja un documento firmado y ellos siguen con su cobro. Sólo quieren dinero. Mi rendimiento en clases ya no es el mismo, destruyeron mi ilusión y ellos no se dignan siquiera a dar la cara.