Mi peor viaje en LAN

De no haber sido por lo que ocurrió cuando me embarqué en ese avión que supuestamente me traería de vuelta a Chile, el viaje que hice hace tan sólo unas semanas a Colombia habría terminado bien, sin percances, y no en la situación caótica que la empresa aeronáutica LAN nos hizo vivir a mí y a los demás pasajeros.

Nuestro vuelo de regreso a Chile iba a salir desde el Aeropuerto de Bogotá a las 23:55 del pasado sábado 15 de marzo. Con un poco de atraso, el avión despegó con los pasajeros rumbo a Santiago. Pero ese pequeño atraso no fue el problema, sino lo que pasó después.

Llevábamos cerca de una hora de viaje cuando el jefe de cabina nos informó que el avión presentaba un desperfecto en un “filtro” desde el aeropuerto de Bogotá y que por eso tendríamos que volver al punto de partida. Aunque muchos nos preocupamos, intentamos mantener la calma, tal y como se nos solicitó a través del altoparlante. Pero cada minuto que pasaba se hacía más difícil. Pasaba el tiempo y el avión daba vueltas y vueltas y más vueltas, sin siquiera acercarse al aeropuerto. La gente se empezó a inquietar. Veíamos en el mapa que muestra la trayectoria del avión que dábamos vueltas sin avanzar. Llevábamos así cerca de media hora cuando el capitán nos entregó una nueva información: que todavía no podíamos aterrizar porque el tanque tenía mucho combustible y que teníamos que esperar hasta quemarlo casi todo. Era imposible no preocuparse aun más.

Al final, aterrizamos de vuelta en Bogotá a las 3:25 am del domingo 16 de marzo. Es decir, estuvimos en el aire casi tres horas y media dando vueltas en un avión con un desperfecto. Y entonces, ya en tierra, en vez de que todo se calmara, vinieron más problemas con LAN.

Cuando desembarcamos del avión ningún funcionario de la aerolínea se nos acercó para decirnos qué era lo que había sucedido y qué pasaría con nosotros. Tuvimos que nosotros acercarnos a los funcionarios que estaban allí para preguntarles. Nos dijeron que nos darían hospedaje a todos en un hotel y que no sabían cuándo podríamos tomar un nuevo vuelo. Llegamos al hotel pasadas las 5:00 am y muchos no pudimos dormir. Horas más tarde nos dieron desayuno y nos llevaron de vuelta al aeropuerto a las 13:00, sin darnos ningún tipo de información. Apenas llegamos comenzamos a reclamar. En eso llegó el supervisor de turno de LAN y nos dijo que no habría ningún tipo de compensación ni indemnización para nadie, que ellos habían cumplido en darnos alojamiento y comida y que el vuelo de regreso a Chile saldría a las 16:30, llegando a Santiago a las 12:40 del lunes 17 de marzo. Es decir, nos obligaban por su negligencia a perder la jornada en la que mayoría debíamos volver al trabajo. Todos los pasajeros nos indignamos.

Uno se pregunta: ¿cómo fue que el capitán hizo despegar el avión sabiendo que tenía un desperfecto para luego hacernos dar vueltas por el aire por casi tres horas y media? ¿Cómo es posible que después de eso, ante más de un centenar de pasajeros  claramente angustiados, nadie nos entregara un comunicado informándonos de nuestros derechos? No nos ofrecieron una alternativa de vuelo más próxima, y para qué hablar de una disculpa. Nos dijeron además que habría un funcionario de LAN en el hotel para darnos información, pero cuando llegamos no había nadie. Las pocas respuestas nos las dieron los recepcionistas del hotel.

Recién cuando ya viajábamos de regreso a Chile, el capitán nos pidió disculpas, explicando que el avión había presentado problemas de mantenimiento. Cuando llegamos a Santiago, creíamos que alguien de la empresa nos esperaría para informarnos de nuestros derechos y explicarnos la situación, pero no fue así. Los funcionaros que se encontraban allí prácticamente se burlaban en nuestras caras, como si lo que reclamábamos fuera algo sin sentido. Nos dijeron explícitamente: “¿Quieren hotel para las conexiones? Tendrá hotel el que quiera. ¿Quieren que los llevemos a sus casas? Tendrán que esperar. No hay indemnización ni compensaciones para nadie”.

Después de todo esto uno se pregunta hasta cuándo las aerolíneas no se hacen responsables de sus errores y por qué los clientes tienen que acatar lo que ellos decidan. Si viajas en clase económica no tienes derecho a nada, muy distinto a si viajas en primera clase. Al final, lo que hacen es jugar con la vida de las personas, y para ellos ya es algo normal.