En salud también tenemos serios problemas con las encuestas
05.09.2013
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05.09.2013
El desarrollo de estudios en salud que permitan identificar, y conocer entre otras materias, los factores de riesgo para la salud, la prevalencia de enfermedades y el impacto de las intervenciones efectuadas son necesarios e imprescindibles para una correcta toma de decisiones, definición de políticas, así como, para una adecuada evaluación y modificación de programas.
Los problemas en salud de las poblaciones no son estáticos, se modifican de acuerdo a las condiciones económicas, sociales y ambientales y Chile ha mostrado cambios importantes en los últimos veinte años. De la desnutrición y enfermedades infecciosas hemos pasado a ser unos de los países con mayor número de obesos y enfermedades crónicas tales como la diabetes y la hipertensión, siendo los cambios en la alimentación uno de los principales determinantes de este nuevo perfil epidemiológico.
Por ello, necesitamos saber qué comen los chilenos, cuánto comen y cómo se han modificado las preferencias. ¿Para qué? Para priorizar intervenciones, suprimir algunas e incorporar otras, educar, modificar programas de alimentación en escuelas, en lugares de trabajo y por qué no, repensar políticas agrícolas, subsidios, impuestos y otras medidas que permitan lograr una adecuada alimentación. No podemos tomar decisiones basados en percepciones, opiniones de expertos o estimaciones de datos indirectos.
Para responder estas preguntas el año 2009 el Ministerio de Salud licitó las bases de la Encuesta Nacional de Consumo y Alimentación (ENCA) que fueron adjudicadas a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile a través de su Departamento de Nutrición. En ella participaron además la Escuela de Salud Pública, la Escuela de Nutrición de esa Facultad y el Centro de Microdatos de la Facultad de Economía y Negocios. Los resultados preliminares de la Encuesta fueron publicitados ampliamente por los medios de la prensa el año 2011 y los recortes de prensa está disponibles en sitios Web de diversas instituciones, como el Instituto de Salud Pública, la Universidad de Chile o el programa Elige Vivir Sano.
Pero después de todo estos anuncios…¡la encuesta no está disponible! ¡No hay resultados finales!
Se estima que el costo de la ENCA ha sido de alrededor de $185 millones y que la JUNAEB habría adicionado otros recursos con el objetivo que la muestra se ampliara a niños. ¡Pero el Ministerio de Salud no responde! Se ha solicitado al Ministerio de Salud conocer los resultados finales vía Ley de Transparencia, pero la respuesta ha sido que la encuesta está aún en proceso. ¡Casi tres años! ¿Y aún no hay nada oficial? Se ha solicitado además, conocer las propuestas técnicas y financieras de las entidades que postularon a desarrollar la encuesta, los pagos efectuados por el Ministerio de Salud a la institución que ha ejecutado la encuesta, pero no hay respuesta. Se recurrió de amparo al Consejo para la Transparencia, pero el proceso es largo y aún no es posible conocer los resultados.
Caben muchas preguntas ¿Por qué se ha sepultado esta encuesta? ¿Falló algo que los resultados no pueden ser entregados? ¿Hubo problema con el cuestionario de la encuesta? ¿El marco muestral no fue el adecuado? ¿Fallaron los encuestadores? ¿Se levantaron mal los datos? ¿Falló el proceso de análisis? ¿Por qué la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile no exige que los resultados que ellos produjeron sean públicos? ¿No tiene el Ministerio de Salud capacidad para evaluar si los resultados son confiables o no? ¿Cuánto se ha gastado? Podríamos especular ad-infinitum, pero lo concreto es que de no existir resultados finales, la ENCA está muerta y los recursos perdidos. No tenemos datos de alimentación para afirmar nada de lo que decimos, ni siquiera sabemos a ciencia cierta cuánto pan comemos. ¿Quién responde? ¿Quién repone los recursos perdidos? ¿Por qué tenemos que aceptar que el dinero de nuestros impuestos se mal use?
Primero fue la Casen, el Censo y ahora la ENCA, pero lo más serio ha muerto la credibilidad de nuestro país para desarrollar estudios que orienten políticas públicas que permitan mejorar las condiciones de vida y salud de nuestra población. Entonces creo que los chilenos podemos afirmar que tenemos serios problemas para desarrollar encuestas.