La peligrosa y estrecha relación entre la industria farmacéutica y los médicos
04.09.2013
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04.09.2013
El 3 de julio de este año, el Colegio Médico de Chile y la Cámara de Innovación Farmacéutica de Chile acordaron un marco ético de relaciones en que plantean que la promoción de productos farmacéuticos es legítima y los regalos y donaciones no deben comprometer una retribución de parte de los médicos. Agregan que los congresos y encuentros en que la industria contribuya a financiar la participación de médicos deben estar regidos por objetivos científicos y educativos, y no recreacionales. Luego rematan que los médicos deben mantener una relación de independencia profesional con la industria y sus decisiones deben estar orientadas a velar por los intereses de los pacientes y no los personales.
¿Es posible preservar la independencia de juicio clínico cuando la industria farmacéutica financia prácticamente todas las actividades de actualización de los médicos?
El Juramento Hipocrático nos obliga a dejar de lado el interés personal y anteponer el interés del enfermo por sobre cualquier otra consideración. Existe una razón ética de fondo para que esto sea así, ya que el enfermo está en una situación asimétrica y de vulnerabilidad a razón de su condición, y el médico debe ser quien asume su defensa y cuidado. También el médico podrá estar en condición de enfermo y esperará lo mismo de quien lo cuide.
Hay quienes consideran aceptable que la industria ayude a financiar las actividades educativas de los médicos y que no se estaría traspasando un límite ético. Suponen que el profesional siempre mantendrá una actitud basada en el análisis crítico de la información que se le presenta. No cuestionan la omnipresencia de la industria en su formación continua. En buenas cuentas, no creen que exista conflicto de intereses.
Otros consideran que este tipo de financiamiento influye sobre la mejor o peor disposición que pueda tener un prescriptor para indicar una intervención por sobre otra, y hay varios gobiernos (Estados Unidos, Holanda, Australia) que están legislando para que se declaren públicamente todas las fuentes de financiamiento que médicos reciban de la industria, incluso por montos ínfimos.
La actividad que realizan los médicos en el cuidado de sus pacientes se basa en la fe pública: tenemos que poder confiar que lo que se nos recomienda es en arreglo a nuestro mejor interés y en concordancia con la mejor evidencia científica disponible, analizada críticamente.
Al firmar un acuerdo con una asociación gremial que representa la industria farmacéutica, el Colegio Médico de Chile está haciendo un reconocimiento explícito de la existencia de este potencial conflicto de intereses (entre el interés de la industria y el pecuniario del médico, por una parte; y el interés del enfermo, por otra), pero hace una distinción que no tiene fundamento empírico y más bien obedece a un pensamiento utópico: no considera apropiado que un laboratorio farmacéutico pague las vacaciones del médico y su familia en el Caribe, pero sí acepta que el mismo laboratorio le financie el pasaje en avión y la inscripción a un congreso. Además, valida que la industria farmacéutica financie las actividades de educación continua que la profesión requiere para su puesta al día.
Visto desde afuera ¿no parece ingenuo afirmar que la conducta de la profesión no se va a ver influida por estas relaciones? Es más, las declaraciones de conflictos de intereses que debemos realizar cuando publicamos un artículo en una revista científica llaman a declarar incluso los financiamientos que ha recibido la institución de cada uno de los autores. El consenso en la literatura es considerar probable la existencia de influencia a partir de aportes financieros proveniente de la industria y afectada la imparcialidad de juicio de la profesión, lo que redunda en sesgo. Indudablemente que se pueden hacer analogías con otros ámbitos sociales, como el ejercicio de la política. ¿No es deseable conocer quiénes financian las campañas electorales, por ejemplo, bajo el supuesto que ello puede implicar sesgo en los legisladores?
Que el Colegio Médico de Chile consienta a firmar un acuerdo de regulación de las relaciones con la industria es un intento por mejorar la imagen de la profesión y de la industria pero conlleva en sí la solución de acomodo para la captura de la profesión. No parece probable que circunscribir los flujos de dineros de la industria farmacéutica a los médicos en función de actividades científicas y educativas pudiera ser suficiente para asegurar que estos no estén influenciados por intereses ajenos al objeto principal que los deben orientar: el buen cuidado del enfermo con base en la mejor evidencia disponible.
La persistencia del financiamiento por parte de la industria de las actividades de las sociedades médicas así como de los viajes y pagos a congresos de los médicos nos asegura, en efecto, que el juicio clínico estará probablemente sesgado y este sesgo será a favor de la industria.
Versión extendida del artículo disponible en Medwave.