Jorge Errázuriz, presidente de Celfin-Capital:
“Deben soltarle las amarras y los grillos a la señora Matthei”
25.07.2013
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Jorge Errázuriz, presidente de Celfin-Capital:
25.07.2013
Contribuir a la formación de un partido liberal y lograr que BTG Pactual-Celfin empiece a operar como banco son dos de las metas que a corto plazo se ha puesto Jorge Errázuriz Grez (60), el exitoso empresario “liberal de tomo y lomo” (como dice en su twitter), quien por varios meses apoyó la candidatura presidencial de Andrés Velasco, hasta que el ex ministro de Hacienda decidió competir en las primarias de la Nueva Mayoría. Desde entonces –dice- se quedó “huérfano”, pero en búsqueda de una “casa” que realmente interprete sus ideas.
El presidente de Celfin-Capital admite que los fallidos movimientos que ha protagonizado la derecha para designar a su abanderado son “un desastre”, aunque asegura que todo lo que hemos vivido en las últimas semanas se olvidará rápidamente, pues “entre políticos no hay cornada, no hay memoria”.
Es un ave rara dentro del empresariado. No escabulle instalarse en el espacio público con sus opiniones vehementes, especialmente si se trata de criticar a la derecha conservadora. Desde su twitter, plataforma en la que congrega a más de 61 mil seguidores, Errázuriz, hijo del último presidente del Partido Liberal, ha protagonizado encendidos debates cuestionando las opiniones del presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín. También se le puede ver en el programa de CNN Ciudadanos, conducido por Daniel Matamala, junto a Cristóbal Bellolio, Alberto Mayol y Paula Vial.
En esta entrevista analiza el escenario electoral de la derecha y los efectos que ha tenido la sucesiva bajada de candidatos de ese sector en el mundo empresarial. Y afirma que la dirigencia gremial de los empresarios no ha estado a la altura, pues no condenaron suficientemente los ilícitos cometidos en el fraude millonario de La Polar. “Casos como ese, ameritan que incluso se les expulse de las asociaciones gremiales”, sentencia. Advierte que si no se deciden a materializar un cambio importante de actitud, el empresariado continuará con su mala imagen, lo que alimenta “la moda” de la izquierda de querer más Estado.
-Esta elección presidencial, ¿generará un cambio de ciclo para la derecha o será una contienda electoral más de las que ha enfrentado ese sector desde el regreso a la democracia en 1990?
Sinceramente, la derecha todavía no se da cuenta que su cuento se envejeció, sobre todo frente a un mundo que ha cambiado. Pero estamos muy cerca de que ello ocurra.
-¿Qué falta para que, según su óptica, la derecha finalmente advierta que su propuesta envejeció?
Desgraciadamente, la derecha se da cuenta de los hechos frente a grandes fracasos. Si obtiene una gran votación en la campaña presidencial, una gran votación en el Parlamento, y Michelle Bachelet gana por muy poco, la derecha pensará “estamos bien”.
-¿Usted cree realmente que ese escenario positivo para la Alianza pueda llegar a ocurrir?
Tengo la intuición que eso no va a ser así. Existe un alto desprestigio de los políticos y muchos de los candidatos a diputados y senadores van a tener malas votaciones. Los políticos no se han dado cuenta de que ahora, con el voto voluntario y la inscripción automática, deben entusiasmar a los ciudadanos para que vayan a votar. Esta es una de las grandes cosas que ha hecho Sebastián Piñera, porque es una manera de tratar al ciudadano como adulto. Y algo de eso ocurrió en la primaria, donde poca gente de derecha fue a votar y sólo se obtuvieron 800 mil votos, mientras que la oposición contó 2 millones. Lo que ocurre ahora me recuerda lo que pasó en 1968, donde los partidos de derecha quedaron reducidos a su mínima expresión, porque su relato, lo que ofrecían, no era atractivo para esos tiempos. Cuando yo le planteo a la gente de derecha que se tienen que abrir a la libertad valórica, un sector de ella me dice que ahí no está el problema. Perfectamente un eslogan de derecha podría ser el que empleó Andrés Velasco en su campaña: “El Estado no se debe meter en mi cama ni en la plantas de mi jardín”. Pero la voz de la derecha se alza de inmediato y dice que eso es para la izquierda.
-La reacción que usted describe es casi obvia si se considera que los liderazgos en la derecha están conformados por gente muy conservadora en la UDI y en RN, partiendo por el presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín.
Esa es la razón. Ellos están totalmente fuera de lo que están pensando incluso sus hijos. Hace un tiempo fui a una comida en la embajada de Colombia, donde estaban destacadísimos empresarios y ahí tocamos el tema de las elecciones y por quién votaban los hijos. El 80% de los hijos votaba por Andrés Velasco. ¿Qué está diciendo eso? Que simplemente no los mueve para nada el discurso de la derecha.
-Entonces, ¿qué puede hacer la derecha, que está fracturada, aferrada a un discurso conservador y enfrentada a una candidata de la Nueva Mayoría que arrasa en las encuestas y que presenta un programa de gobierno muy distinto al de 2005, con cambios al sistema de Isapres, AFP, educación, impuestos e incluso con una Asamblea Constituyente?
Lo que haría hoy día es irme tres pasos adelante. Ya hay una candidata: Evelyn Matthei, quien no tiene un perfil ortodoxo ni conservador y, sin embargo, declaró que no es libre, que no se manda sola en el tema del aborto terapéutico. Es hora de que los Carlos Larraín y los sectores UDI más duros elijan si de verdad quieren pelear por la presidencia del país. Y si quieren hacerlo y de verdad tener alguna chance, deben soltarle las amarras y los grillos a la señora Matthei. La debieran dejar en libertad, creer en ella. Incluso, ella debería renunciar a la UDI, con lo cual tendría más apoyo de los sectores de RN y así podría buscar apoyos de todos estos huérfanos.
-¿A quiénes se refiere con “estos huérfanos”?
A los sectores que no se sienten representados por los partidos políticos, que es la gran mayoría.
-La mayoría de esos “huérfanos” que usted menciona, ¿está inserta en los dos conglomerados o solo en la derecha?
En los dos. Porque en la Nueva Mayoría hay grupos de democratacristianos que se sienten incómodos con el nuevo discurso de Bachelet.
-Un ejemplo es Juan José Santa Cruz, quien fue el generalísimo de Velasco.
Bueno, no cabe duda, él se retiró de la DC y ya no tiene casa. Y habrá que ver qué hace Andrés Velasco. Ha dicho que creará un movimiento…
-Pero en esta elección Andrés Velasco apoyará a Bachelet. Ya se comprometió participando en las primarias y reconociendo su triunfo.
Bueno, él se perdió una gran oportunidad: ir por su cuenta y capitalizar todo esto en una primera vuelta, incluso en una segunda.
-¿Usted cree que Velasco le podría haber ganado a la candidata de la derecha en una primera vuelta?
Era una alternativa, y en ese caso, la derecha lo habría apoyado de todas maneras en la segunda vuelta, pues es un candidato que no quiere cambiarlo todo.
-¿Siente temor de que la Nueva Mayoría quiera cambiarlo todo?
Al final del día, la proposición de la izquierda es muy parecida a la de la Unidad Popular, ahora modernizada. No habla de expropiarte la casa, los campos o la industria, pero te van a expropiar los flujos. La gente de izquierda no quiere a los empresarios, porque piensa que son explotadores, pero los necesita. Dicen: ¿cuánto le vamos a quitar?, ¿20, 30, 40 ó 50? 50, y así siguen trabajando, mientras esos 50 los uso en educación, salud, seguridad. Y con eso voy a tener todos los votos… Finalmente, hay una izquierda moderna pero con una propuesta antigua.
-Una propuesta que usted califica de antigua y que, por ahora, pareciera concitar el apoyo mayoritario de la gente al proponer hacer cambios radicales en el país.
No, está de moda. La gente quiere probar eso. Supongamos que Bachelet gana con una agenda muy radical: no hay nada que hacer si eso es lo que la gente quiere. ¿Pero cuál va a ser el resultado? Un fracaso total -se lo doy por escrito- con una izquierda radical, altísimos impuestos y metiendo al Estado en todos los sectores. Esto que pienso yo es lo mismo que piensa Andrés Velasco.
-A juzgar por las señales que emergen del sector empresarial, allí existe una fuerte alarma frente a lo que pueda venir en el país con Bachelet, ¿o se trata de una campaña del terror?
Los números te lo dicen: no es campaña del terror. Hay ciertas cosas que van a ocurrir: va a bajar la inversión, porque va a haber menos ahorros. Si tú le sacas recursos a la empresa para destinarlos al Estado, no puedes, al mismo tiempo, pretender que no haya una baja en la inversión. La inversión en Chile es de alrededor de 27%, y se calcula que con la reforma tributaria va a bajar al 20%. Con 20%, el país crece menos que con una inversión del 27%. Punto.
-Y si crece menos, ¿cuál es la diferencia si ahora la redistribución del ingreso en el país es pésima y el chorreo nunca llega a todos los sectores?
Habría que preguntarle a la gente si le da lo mismo cuando vayan a buscar trabajo. En todo caso, creo que en este tema la izquierda llegará a un equilibrio, pues no es tonta y están metidos en el equipo del programa José De Gregorio, Andrés Velasco y René Cortázar.
-¿Cree que Andrés Velasco podrá incidir en las decisiones económicas del programa de gobierno de Michelle Bachelet?
Sí, pero marginalmente. Si estuviera él solo, diría que no. Aquí se va a enfrentar un grupo más radical a otro más moderado. Así como ocurrió en el gobierno de Bachelet, pero ahora los radicales tendrán más peso.
-¿Apoyaría una candidatura presidencial de Sebastián Piñera para el 2017?
Yo lo apoyaría de todas maneras. Piñera lo ha hecho muy bien, desde el punto de vista social ha sido más de avanzada que la propia Bachelet. ¿Quién ha sido más duro con los empresarios: Lagos, Bachelet, Frei o Piñera? Piñera. ¿Los consumidores se sienten más defendidos con Bachelet o con Piñera? Con Piñera.
-El problema es que a Sebastián Piñera la ciudadanía lo identifica con el mundo empresarial. La mejor demostración es cuánto se demoró en sacar al director del Servicio de Impuestos Internos, Julio Pereira, después del perdonazo a Johnson´s.
El caso Johnson´s se ha politizado y hay que analizarlo bien, pues si matas al contribuyente vas a obtener cero ingreso a futuro. Por lo demás, el objetivo del Servicio de Impuestos Internos (SII) es tener más ingresos, y uno puede analizar la forma cómo ocurrió la condonación, si se cumplieron todas las normas, pero eso es otra cosa.
-Recuerde la molestia que generó en las Pymes la condonación a Johonson´s. De inmediato reclamaron por la discriminación con la que el gobierno las trata. Una percepción que se asemeja a la que se palpa en la población.
Entiendo que hay condonaciones también para las Pymes. La política de condonación no es solo para las grandes empresas. Insisto, el mundo empresarial se sentía mucho más cómodo con Bachelet, con Lagos, con Frei y con Aylwin. A mí no me cuentan cuentos. El mundo empresarial ha tenido mucho menos influencia en este gobierno que en los cuatro gobierno de la Concertación. Muchas veces la percepción del público es distinta a la realidad.
-En estos últimos años la gente ha salido a las calles a protestar por el lucro en la educación y por los aranceles que son altísimos y que arruinan a las familias. Se ha expresado un rechazo cada vez más extendido hacia un sistema abusivo donde los únicos que pierden son los sectores medios y de bajos recursos.
La centroderecha puede abordar esos temas en forma atractiva, más cercana a una socialdemocracia liberal, pero ese espacio no lo está ocupando.
-¿Renovación Nacional se farreó esta vez la posibilidad de potenciarse como el polo liberal de la derecha? Pudo haber levantado una candidatura que diera continuidad a lo que significó la irrupción a principios de los ‘90 de la llamada “Patrulla Juvenil”, integrada por Sebastián Piñera, Andrés Allamand y Evelyn Matthei, entre otros.
Lo que pasó es que la Patrulla Juvenil no se renovó. Ocurrió al revés, un Andrés Allamand que no se atreve a hablar de dictadura y nadie cree que es liberal. Lo máximo que ha hecho es participar del proyecto de vida en pareja, pero no se atreve a hablar de matrimonio igualitario.
-¿A qué se debe el giro que hizo Andrés Allamand en sus principios y que se evidenció en la última elección primaria de la derecha?
A Allamand le fue mal porque trató de parecerse a Pablo Longueira, de no diferenciarse de él, y es por eso que parte de sus votos se fueron a Andrés Velasco. Es decir, nuevamente, otro líder amarrado. Lo mismo que ocurrió con Laurence Golborne. Yo le dije en una ocasión a Golborne: por qué si has dicho que eres agnóstico ahora que estás con la UDI dices que estás en búsqueda de Dios. Eso no es creíble. ¡Por qué ese afán de no molestar a los coroneles! Y ahora el peligro es con Matthei.
-¿Cree que la UDI logrará finalmente que Renovación Nacional trabaje con convicción por Evelyn Matthei en esta campaña? El propio presidente de RN, Carlos Larraín, ha dicho que ella genera estática y energías negativas.
Todo lo que hemos vivido en las últimas semanas se va a olvidar rápidamente. Y si Matthei se sabe manejar -y ella ha sido RN y conoce a los personajes- todos estos rencores se olvidarán rápido. Entre políticos no hay cornadas, no hay memoria. Eso lo sabemos, puedes encontrar perfectamente a un Guido Girardi conversando con Andrés Velasco. Los ciudadanos normales no lo entendemos, pero ellos sí.
-¿Cómo ve el mundo empresarial que la derecha haya levantado a cuatro candidatos presidenciales sucesivamente, que en las calles aún se vean gigantografías con candidatos que ya se cayeron y que, a cuatro meses de la elección presidencial, todavía reine la incertidumbre en su sector?
El mundo empresarial, que ha sido siempre así, es el partido de gobierno. Y tiene que subsistir en un gobierno de Michelle Bachelet o de Sebastián Piñera. El mundo empresarial no puede abanderizarse con un sector o con un candidato. Va a llegar el gobierno de Bachelet, y van a estar todos los empresarios viendo cómo pueden ayudar…
-¿Pero no hay ningún juicio crítico en el mundo empresarial sobre cómo ha hecho las cosas la derecha en esta campaña presidencial?
Un desastre, hay una confusión total y una pérdida de prestigio. Pero estas cosas se olvidan rápido. Si Evelyn Matthei se establece bien, todo esto va a ser anécdota: que primero estuvo Golborne, que la depresión de Longueira terminó sacándolo…
-Y frente a ese desastre, ¿por qué cree usted que apostarán los empresarios?, ¿por una candidata presidencial que recién empieza o por candidatos a parlamentarios que podrían oponerse a los cambios que anuncian los partidarios de Bachelet?
Esto último es muy importante. Obviamente hay que evitar los doblajes, pero al estar vigente el sistema binominal, el escenario es menos riesgoso.
-Sin embargo, el sector empresarial se debe estar preguntando dónde pone sus platas para financiar las campañas: si en la de Matthei o en la de los candidatos a parlamentarios que le permitan frenar los cambios a los que aspira Bachelet.
No, las platas van para los dos lados, para los dos sectores y también para algunos parlamentarios elegidos, porque al sector empresarial le interesa tener buenos candidatos, con capacidad profesional para que puedan hacer bien las leyes. Chile necesita parlamentarios probos, correctos moralmente, independiente de sus ideas. Por eso, un Lagos Weber consigue platas de empresarios y seguramente un Alejandro Navarro no, pero él tiene sus fuentes en Venezuela. Al sector empresarial le interesa que haya parlamentarios buenos de los dos lados.
-¿Y qué pasa con el flujo de esos dineros después que se descubriera que a diputados, como Marta Isasi, Corpesca le financia sus campañas triangulando dineros a través de la elaboración de “papers” para el sector pesquero?
Eso es bastante feo. Reconozco que eso es fatal. Y lo complejo es que, si uno empieza a investigar, hay olor a podrido en todos lados. Eso quedó de manifiesto en el programa Contacto (Canal 13) con algunos casos de parlamentarios que no daban a conocer sus negocios y luego votaban en leyes que los afectaban. En Chile -y en los negocios también- hay muy poca cultura de aislar los conflictos de intereses, tanto en el sector público como en el sector privado. Por ejemplo, si yo estoy en el sector financiero, no puedo comprar acciones de una empresa que estoy asesorando. Antes no existía ese concepto.
-¿Cuál es su opinión sobre cómo se ha manejado la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) en su relación con el poder político?
La dirigencia empresarial se ha manejado mal: no ha estado a la altura.
-¿Es muy notorio el cambio entre la administración de Juan Claro en la CPC, que logró sentarse a la mesa como un interlocutor válido frente a La Moneda, con lo que ha hecho la administración de Andrés Santa Cruz? ¿Le la faltado liderazgo a éste último?
Sí, eso pasó en los gobiernos de Lagos y de Bachelet. Y eso es una demostración de que los empresarios no han tenido rol en este gobierno. Lagos y Bachelet abrieron ese espacio, en cambio Piñera no les da bola. Para tener liderazgo como dirigente empresarial, necesitas que haya contraparte, que el gobierno te dé el espacio, que se siente contigo. Y en eso los dos tienen la culpa.
-Los que se ve es que han surgido otros liderazgos en el sector empresarial, como el que ostenta, por ejemplo, la Sociedad Nacional de Minería.
Hay algunos líderes buenos, por ejemplo, en la construcción sus presidentes no duran más que uno o dos años y se van rotando. Pero existe un problema que el otro día lo hablábamos con dirigentes empresariales mexicanos. Allá hubo un gran desprestigio del empresariado, ellos se juntaron -tienen mucha capacidad de asociatividad- y dijeron: “si no somos tan malos, por qué no le decimos esto a la gente”. E hicieron una serie de políticas públicas organizadas por ellos y demostraron quiénes eran realmente, cambiando su imagen. El resultado: les ha ido bien.
-En Chile, problemas como el escándalo del fraude de La Polar, la colusión de las farmacias para subir sus precios o la contaminación de las empresas mineras, por nombrar algunos ejemplos, han llevado al sector empresarial a uno de sus peores momentos frente a la opinión pública. No se ve una reacción corporativa para aislar a los que violan las leyes del mercado.
Es por eso que aquí es muy necesario lo que hicieron los mexicanos. La mala imagen de los empresarios es lo más injusto que hay, aunque yo no desconozco los abusos. Entonces, lo primero que tienen que hacer los empresarios es condenarlos abiertamente; y dos, demostrar que ese tipo de casos son tres o cuatro y no es real que todos los empresarios se transforman en abusadores. Pero eso no se hace. Hay muchas cosas que hacer y en cambio yo veo a los empresarios escondidos, más bien calladitos, ojalá que nadie les diga nada. El caso La Polar no fue suficientemente condenado. Casos como ese ameritan que incluso se les expulse de las asociaciones gremiales. Algo equivalente a lo que hacen los países democráticos cuando organizaciones como la OEA o el Mercosur expulsan a aquellos países donde se hace un Golpe de Estado. Yo no he visto nunca que se haya expulsado de un gremio a una empresa o a un empresario por haber sido condenado por este tipo de delitos. Si no hacen algo, van a continuar con esa mala imagen y eso alimenta esta moda de que queremos más Estado.
-Pero para que eso ocurra el consumidor debe estar protegido y en Chile no lo está.
Es verdad, esa sensación de protección aquí no existe. Bachelet la puede dar, pero también un gobierno de centroderecha liberal con una visión de una economía competitiva, sin abusos, sin concentración. Ese discurso no es de izquierda. La derecha se ha equivocado al dejar que se apropien otros de él.
-¿Por qué cree usted que en estos últimos casi 23 años después de recuperada la democracia haya sido imposible construir un partido que represente los principios liberales?
Eso no pasa por la voluntad de una persona, tiene que ser algo que surja de abajo para arriba, con algunas ideas fuerza, mucho apoyo, mucha legitimidad y moderno. Pero estamos cada día más cerca, grupos como Evópolis, como Horizontal, como los que congrega Andrés Velasco, o como los liberales de centro izquierda o de centro derecha, están madurando y va ser más fácil llegar a eso.
-Esa conformación de un referente liberal, ¿lo ve más viable en un gobierno de Bachelet?
No lo sé. Depende de cómo sea el gobierno de Bachelet, porque si recibe un gran apoyo electoral y hace un gobierno muy de izquierda, todos los temas valóricos quedarán en un segundo plano. Porque vamos a tener una polarización de nuevo y vamos a volver para atrás. Para mí, un Chile moderno no es un país polarizado. Y si Bachelet hace una política de izquierda, los que somos más de centro vamos a tener que elegir desgraciadamente entre la izquierda y la derecha. Y vamos a tener que defender lo básico.
-¿Cómo proyecta el futuro político de Andrés Velasco en cuatro años más?
Velasco está en una maratón. Tiene la percepción de que puede representar a un grupo grande y va a seguir en esa campaña. Salvador Allende participó en cuatro elecciones y fue Presidente. Si el gobierno de Bachelet se izquierdiza, el pololeo entre ellos se va a terminar y Velasco podría romper esa línea divisoria izquierda-derecha que su electorado ya rompió, pero él no. Hasta ahora…
-¿Cómo enfrentarán la promesa de la educación gratuita planteada por Bachelet?
Yo no tengo problema en que haya una gran educación estatal, pero si se plantea que habrá solo educación estatal con ninguna posibilidad de elegir, yo voy a estar en contra. Porque la gente tiene que tener capacidad de elegir. Pero si nos vamos a posiciones extremas, esa idea del centro liberal es una quimera. En cambio, espero que Chile sea un país más cercano al desarrollo y que nos podamos poner de acuerdo en cuatro o cinco ideas, pero con apoyo nacional.
-Entre esas cuatro o cinco ideas debiera estar el tema de los impuestos que deben pagar las empresas.
En ese tema nos podemos poner de acuerdo también. Se debe identificar qué es lo que se persigue con la subida de los impuestos. Ahora, subir de 20% a 25% los impuestos de las empresas, me parece adecuado, siempre y cuando eso no afecte la inversión.