Los problemas de la PSU: Deudas pendientes en la incorporación del ranking
04.06.2013
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04.06.2013
Cuando hace ya 10 años la Prueba de Aptitud Académica fue reemplazada por la actual Prueba de Selección Universitaria (PSU), se pensó que el nuevo sistema de ingreso a la Educación Superior -basado en la medición de conocimientos y no aptitudes- sería sólo una prueba de transición hasta poder aplicar el “Sistema de Ingreso a la Educación Superior” (SIES). Sin embargo, por una serie de críticas y dificultades, el SIES no se pudo aplicar, lo que significó la consolidación de la PSU como prueba de selección única. Al estar basada en contenidos, se pensó que aseguraría que todos los colegios del país impartieran el currículum mínimo que promovía el Ministerio de Educación (Mineduc). Podríamos asumir entonces que la prioridad en ese momento fue buscar a “los estudiantes que más saben” mediante una prueba estandarizada que se rinde al egresar de la Enseñanza Media.
Según se lee en el reciente informe Pearson –encargado por el Mineduc y el Consejo de Rectores-, se entendía que los estudiantes con mejor desempeño en la PSU tendrían “mayores posibilidades de cumplir exitosamente con las tareas exigidas por la Educación Superior”. Esto significa que para los autores de esta prueba, el éxito de la PSU radicaría en su capacidad de predecir qué estudiantes podrían lograr un mejor desempeño en la Educación Superior. La evidencia acumulada en estos 10 años muestra que dichas expectativas no se han cumplido.
El informe Pearson hace mención al bajísimo poder de predicción que la prueba ofrece. Las tablas 157, 158 y 159 evidencian el paupérrimo nivel de correlación existente entre los resultados de la prueba y el rendimiento universitario futuro. A esto se añade que desde su primera aplicación, conforme han pasado los años, el nivel de predicción de este instrumento ha disminuido cada vez más, debido al aumento progresivo de los contenidos evaluados por la batería de pruebas que componen la PSU.
Dicho informe hace mención, además, a la fuerte discriminación que la prueba acarrea. Uno de los ejemplos más evidentes es que al ser un instrumento de evaluación que mide un tipo muy específico de conocimientos, se ven favorecidos colegios científico-humanistas en desmedro de instituciones técnico-profesionales, en las cuales se imparte sólo una fracción de los contenidos que la prueba evalúa. Intentando corregir esto, el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH), anunció la creación de un cuarto módulo electivo de Ciencias para los estudiantes de colegios técnico-profesionales. Sin embargo, esta medida no soluciona el problema de fondo, evidenciado en el informe Pearson, ya que no apunta a disminuir la cantidad de contenidos evaluados en todas las pruebas, de modo de que sean compatibles con los contenidos impartidos en estos establecimientos.
Por otra parte, los colegios particulares pagados se ven también favorecidos. La brecha entre este tipo de establecimientos y los colegios particulares subvencionados y municipales se ha visto acrecentada en esta década (UCV, Demre). La capacidad de acceder a preparación previa (preuniversitarios), la diferencia de contenidos impartidos efectivamente por los distintos establecimientos y el aumento de contenidos evaluados en la prueba, han tenido como consecuencia una profundización de estas brechas, favoreciendo a los estudiantes provenientes de familias de nivel socioeconómico más alto.
¿Cómo explicamos esta medida a jóvenes de contextos socioeconómicos vulnerables que hoy se encuentran en 3º y 4º medio y que presentan un buen rendimiento? ¿Qué le decimos a esos estudiantes que durante cuatro años se han esforzado y aprovechado sus oportunidades al máximo y que quedarán fuera de la universidad producto de esta decisión?
En la búsqueda de herramientas que permitan mejorar los niveles predictivos de la batería de instrumentos de selección universitaria y de corregir las brechas existentes en las distintas pruebas estandarizadas, surge el ranking. Este instrumento, que entrega información respecto a la posición relativa que tiene un estudiante en su establecimiento (comparando con las generaciones anteriores, para no generar competencia dentro del aula), es ampliamente utilizado a nivel internacional. En algunas partes, como ocurre en el estado de Texas (Estados Unidos), se aseguran cupos universitarios a los estudiantes de ranking destacado, donde los alumnos que pertenecen al 10% superior de sus colegios acceden de manera directa a las universidades estatales.
Sobre el uso de esta herramienta, en nuestro país, entre los años 1992 y 2003, la Universidad de Santiago entregaba una bonificación en el puntaje de postulación, mecanismo que fue eliminado bajo el pretexto de las demoras que significaba en la entrega de resultados. Tiempo después de la aplicación de la primera PSU, en 2006, se crea la Beca de Excelencia Académica y los cupos supernumerarios, los cuales aseguraban algunos cupos en las universidades del CRUCH para estudiantes de destacado rendimiento escolar (provenientes del 7,5% superior de sus establecimientos), que quedaran en los primeros puestos de las listas de espera. Luego de años de discusión, recién el año pasado el Consejo de Rectores decidió utilizar el ranking, ya no como una medida complementaria al acceso, sino que como un puntaje más dentro del conjunto de instrumentos.
La decisión de incorporar este nuevo indicador fue tomada el 14 de junio de 2012 y, a pesar de llevar años de discusión y análisis, se tomaron ciertas decisiones que finalmente mitigaron el impacto positivo en equidad y calidad que podría haber tenido este instrumento. Esto bajo el argumento de buscar una implementación gradual, sin “perjudicar” considerablemente a los estudiantes de bajo rendimiento escolar. De esta forma, medidas como la existencia de una diferencia máxima de puntajes entre el ranking y el NEM de 150 puntos, colocando un límite a los beneficios o aplicar una fórmula que considera sólo a quienes tuvieran un promedio de notas sobre la media de las tres generaciones anteriores (equivalente aproximadamente al 40% en la admisión 2013), mermaron el impacto que pudo tener la incorporación del instrumento. Esta situación cambió, en parte, con el reciente anuncio del CRUCH, pero el cambio más relevante fue postergado para el 2016: implementar una fórmula que considere al 100% de los estudiantes. Esto muestra que, una vez más, se retrasan medidas que van en beneficio directo de los postergados y que reconocen los méritos académicos de los estudiantes más vulnerables de nuestro país.
A pesar de las limitantes presentadas en la implementación en el proceso de admisión 2013, la inclusión del ranking benefició a cerca de 4.000 estudiantes, los cuales, en promedio, presentan un Índice de Vulnerabilidad Educacional 15% más alto que el grupo de 4.000 estudiantes que quedaron fuera. Además, como era de esperar, el rendimiento escolar del grupo beneficiado es considerablemente superior al de quienes no ingresaron (150 puntos más de ranking), augurando así un mejor desempeño futuro. Sin embargo, si se hubiese utilizado una fórmula que asignara puntaje también a los estudiantes que se encontraban bajo el promedio de la generación y no se hubiese limitado a 150 puntos la diferencia entre puntaje ranking y NEM, habrían sido 11.000 los beneficiados en el proceso de admisión 2013, aumentando la proporción de estudiantes provenientes de la educación municipal y particular subvencionada en la Educación Superior, sector que hoy se ve perjudicado a causa de las brechas que replica la PSU.
El jueves 30 de mayo en la sesión del CRUCH, la comisión de expertos compuesta por miembros del Mineduc y del propio consejo, entregaron los resultados de sus análisis y una propuesta para mejorar la implementación del ranking. En esa misma sesión, los rectores tomaron decisiones sobre la fórmula que se utilizará para asignar puntaje, la ponderación de éste y la fecha en que se implementarán dichos cambios.
Tenemos un grupo de jóvenes que han sido sistemáticamente perjudicados por un modelo de acceso a la Educación Superior que no sólo reproduce, sino que agudiza las desigualdades presentes en nuestro sistema escolar
Respecto a la ponderación, fue consenso entre los rectores el quitar la restricción máxima de 10%, permitiendo de esta forma que las distintas instituciones puedan aumentar la ponderación del ranking. Si bien esto es una excelente señal, los efectos reales de esta medida se verán cuando las universidades definan las ponderaciones para la admisión 2014. Si esta medida no significa un aumento de la ponderación del ranking en desmedro de la PSU (y no vía NEM), los avances serán casi nulos. El camino debería ser restarle importancia a un instrumento que presenta escandalosas brechas y bajo poder predictivo, en pos de un instrumento que no presenta sesgos y que tiene mejores indicadores de predicción del rendimiento futuro.
En segundo lugar, se definió el cambio respecto a la fórmula a utilizar. Dentro de las posibilidades, se manejaban tres alternativas. La primera era continuar con la fórmula utilizada por el CRUCH en el proceso de admisión 2013. La segunda alternativa: utilizar la fórmula propuesta por la Cátedra Unesco de Inclusión en Educación Superior (Tu Ranking, TR), la cual asigna puntaje considerando la nota promedio, máxima y mínima, de las tres generaciones anteriores de cada establecimiento. Finalmente, la fórmula por la cual se optó fue propuesta por el Mineduc (Percentiles, PC) y asigna puntajes según el percentil en que cada estudiante se ubique respecto a las tres generaciones anteriores. En las siguientes tablas, se muestra cuál sería la composición de las universidades sujetas al sistema único de admisión si se hubiese utilizado cada una de las tres fórmulas en el proceso de admisión 2013. El análisis se hace viendo las características de los establecimientos de procedencia de los estudiantes (mediante el IVE) y también clasificando a los estudiantes según su nivel de ingresos.
Como se observa en ambas tablas, la utilización de fórmulas que se apliquen al 100% de los estudiantes, como lo hacen las dos que no fueron utilizadas en la admisión 2013, tiene efectos positivos para los estudiantes provenientes de establecimientos más vulnerables y para los estudiantes de menores ingresos. Esto muestra lo necesario y urgente de utilizar alguna de estas dos fórmulas, buscando que ingresen a la Educación Superior estudiantes de destacado rendimiento académico de sectores vulnerables, en desmedro de aquellos estudiantes provenientes de los sectores más acomodados cuyo rendimiento escolar se encuentra bajo el promedio de sus pares.
En su comunicado, el CRUCH mostró preferencia por la fórmula de “Ranking puro” o, como ha sido llamada, la fórmula por percentiles. Para mostrar las implicancias que tendría esta fórmula, en la siguiente tabla presentamos la diferencia por nivel socioeconómico de estudiantes que ingresaron el 2013 versus los que hubiesen ingresado si hubiésemos utilizado esta fórmula:
Cada año que dejamos pasar son miles los estudiantes de sectores más vulnerables que se ven perjudicados y apartados de las oportunidades a las que muchos de nosotros hemos podido acceder
Observamos que al año, son 265 estudiantes del grupo socioeconómico más bajo los que podrían ingresar a alguna universidad del CRUCH si utilizáramos la fórmula de percentiles. A su vez, del sector más privilegiado, serían 995 menos los que entrarían, repartiendo estos cupos entre los grupos más excluidos. Estos datos, nos muestran la urgencia de implementar estos cambios, ya que cada año que dejamos pasar son miles los estudiantes de sectores más vulnerables que se ven perjudicados y apartados de las oportunidades a las que muchos de nosotros hemos podido acceder.
Finalmente, nos encontramos con la discusión de cuándo deben ser implementados estos cambios. En esta discusión se contrapone la urgencia de avanzar en un sistema de acceso que premie el mérito y que no discrimine a los estudiantes más vulnerables, con la problemática de cambiar las “reglas del juego” para los alumnos que hoy están terminando la Enseñanza Media. En este punto, la decisión se aleja de lo técnico, pasando a un plano político. Vemos que está en juego cuál es la prioridad y urgencia que los rectores quieren dar a estos cambios. Vemos también contrapuestos, el futuro de estudiantes esforzados que han logrado destacar en contextos vulnerables, con los intereses de alumnos que, estando en una situación de privilegio por la calidad de su colegio, no han aprovechado al máximo las oportunidades que han tenido. Para nosotros, la decisión es clara. Tenemos un grupo de jóvenes que han sido sistemáticamente perjudicados por un modelo de acceso a la Educación Superior que no sólo reproduce, sino que agudiza las desigualdades presentes en nuestro sistema escolar.
Los rectores tuvieron la oportunidad de compensar en parte el daño causado, tomando la alternativa que hoy entrega más oportunidades a los jóvenes que por años se han visto excluidos, junto a abrirse a los cambios de fondo que necesita la PSU. Sin embargo, por ser “cautelosos”, al igual que otras veces, estos cambios han tenido que esperar años, dejando fuera de las universidades a muchos jóvenes talentosos provenientes de contextos vulnerables
Los rectores tuvieron la oportunidad de compensar en parte el daño causado tomando la alternativa que hoy entrega más oportunidades a los jóvenes que por años se han visto excluidos, junto a abrirse a los cambios de fondo que necesita la PSU. Sin embargo, por ser “cautelosos”, al igual que otras veces, estos cambios han tenido que esperar años, dejando fuera de las universidades a muchos jóvenes talentosos provenientes de contextos vulnerables. El pasado jueves 30 de mayo el CRUCH optó por la opción más conservadora, anunciando que utilizará la fórmula propuesta por el Mineduc recién para la admisión del año 2016 y que no hará cambios de fondo en la PSU, sino que corregirá la inaceptable discriminación que vivieron por 10 años los estudiantes de los colegios técnicos profesionales, a quienes les evaluaron contenidos que ni siquiera les eran enseñados en la Educación Básica y Media.
A pesar de reconocer que la nueva fórmula aporta tanto a la equidad como a la calidad en la Educación Superior, se posterga su implementación en dos años. Y a pesar de que el informe Pearson fue claro a la hora de establecer lo deficiente que ha demostrado ser la PSU, no se está haciendo ningún cambio estructural a esta prueba. ¿Cómo explicamos esta medida a jóvenes de contextos socioeconómicos vulnerables que hoy se encuentran en 3º y 4º medio y que presentan un buen rendimiento? ¿Qué le decimos a esos estudiantes que durante cuatro años se han esforzado y aprovechado sus oportunidades al máximo y que quedarán fuera de la universidad producto de esta decisión? No se puede seguir siendo cómplice de la segregación que hoy genera el sistema educacional en todos sus niveles, necesitamos ser responsables y no tener miedo en tomar medidas que avancen en equidad y favorezcan a quienes por años han sido excluidos.
(*) Los autores de esta columna son las siguientes organizaciones y personas:
Federación de Estudiantes Universidad Católica de Chile, FEUC
Centro de Alumnos de Administración y Economía UC
Centro de Alumnos de Agronomía e Ingeniería Forestal UC
Centro de Alumnos de Ingeniería Civil UC
Consejero de Facultad de Administración y Economía UC
Andrés Bartelsman
Carolina Buneder
Andrés Couble
Diego Frías
Roberto Flores
Claudio Guevara
Ignacio Oliva
María Ignacia Pinto
Nicolás Soler
Diego Vela
José Ignacio Yáñez