DIRECTOR REGIONAL DEL GRUPO LAUREATE, DUEÑO DE LA UNAB
Jorge Selume: Eugenio Díaz “actuaba como un operador político” de las universidades privadas
13.12.2012
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DIRECTOR REGIONAL DEL GRUPO LAUREATE, DUEÑO DE LA UNAB
13.12.2012
–Uno de los correos que Eugenio Díaz le envió a usted dice así: “Estimado Jorge: el próximo miércoles se verá el IP Escuela Moderna de Música. Yo debo inhibirme, aunque no haya una estricta inhabilidad legal. El informe está bueno. Los relatores internos (la opinión de ellos es muy importante) son –por favor esto es confidencial- Rodrigo Alarcón y Octavio Henríquez. Ya hablé con Rodrigo Alarcón y estoy llamando a Octavio. También hablé con Emilio (se refiere a Emilio Rodríguez que por entonces presidía la CNA) y la Sally (Sally Bendersky, en ese momento jefa de la División de Educación Superior y representante del gobierno en la CNA), y hablaré con Pedro Corona y Roberto Careaga (consejero que había sido electo por los Institutos Profesionales). Creo que sería bueno que tú hablaras con Rodrigo para afirmarlo. Estoy pidiendo que se jueguen por cinco años aunque conociendo a mi comisión me sospecho o me temo que la discusión será entre 3 y 4. Pídele a Rodrigo (Rodrigo Alarcón, ex presidente ejecutivo de la Corporación Santo Tomás S.A. y representante de los CFT), que se juegue por cinco. Aunque no estaré en sesión estaré encima de la decisión. El martes los repasaré a todos. Cordialmente, Eugenio”. El tenor de ese mensaje indica cómo Díaz trabajaba para usted en la CNA.
No es así y se lo voy a explicar. Para eso debo contarle la historia tal como fue. Lo primero es cómo conozco yo a Eugenio Díaz: en el estadio.
-Porque ambos son de Colo-Colo, ¿no es así?
Yo soy colocolino de toda la vida y fanático del fútbol y Eugenio Díaz también es colocolino. Y cuando me metí a Blanco y Negro, lo conocí más, porque él se sentaba cerquita mío en el estadio. El iba casi siempre junto a su nieto. Recuerdo que conversábamos en el entretiempo con él y con otra gente que también conocí en el estadio. Y así fue durante dos años hasta que un día él me dijo: “Mira, yo trabajo en la UNIACC, me estoy yendo de ahí y me gustaría irme a alguna universidad privada. Me encantaría trabajar en la Andrés Bello”. Después, me llamó de nuevo y luego fue a mi oficina para entrar más a fondo en el tema. Él trabajaba en la Facultad de Derecho de la UNIACC.
-¿En qué fecha le hizo ese ofrecimiento?
A fines del 2008. Y yo venía desde el 2007 hablando con él y no sabía lo que hacía.
-¿Resulta difícil creer que usted, por la actividad que ejerce en el Grupo Laureate, no sabía que Eugenio Díaz era entonces consejero de la CNA?
“Le voy a decir bajo mi criterio cuáles acreditaciones son increíbles. La Universidad del Mar no debió haber recibido acreditación jamás. La Pedro de Valdivia nunca por la Escuela de Medicina. La Universidad Autónoma por cinco años, inaudito. Y después, entre las estatales, están las de Los Lagos, la Arturo Prat y la UTEM. Esos son para mí los casos más extraños. El resto suena objetivamente razonable”
La verdad es que yo no estoy ciento por ciento metido en esto y lo cierto es que así fue. En la conversación que tuve con él, en que yo le hice muchas preguntas, me demuestra -y yo se lo compro todo- que es un gran experto en el proceso de aseguramiento de calidad, no solamente universitarios, sino de todos los ISOS, todo lo que es proceso de calidad en las empresas. Y yo quedé convencido de que Díaz era un experto, aunque ahora… no sé. El me dijo, incluso, que si en Chile había que elegir a los tres mayores expertos, él estaba entre ellos. Hablé entonces con Rolando Kelly, que era el rector de la UNAB, y le digo que se me acercó Eugenio Díaz, lo que propone y que él dice que no hay incompatibilidad legal entre su cargo y este trabajo. También le dije de inmediato que no como académico de la Facultad de Derecho de la UNAB (se refiere a contratarlo), por ningún motivo, que no gaste tiempo, porque no tiene los pergaminos para ello. Le conté toda la conversación que había tenido con Díaz a Kelly. En ese momento nosotros estábamos con un problema de aseguramiento de la calidad al interior de la UNAB
-¿Qué tipo de problemas tenían en ese momento?
Todo el tema de la acreditación institucional estaba muy sólido, pero no así la acreditación de las carreras. No teníamos cultura en nuestra universidad para ello y cada vez que se acreditaba una carrera la escuela se paralizaba con la autoevaluación. Estábamos haciendo mal la pega. Por ejemplo, Kinesiología, que para nosotros era una carrera estrella, salió no acreditada, siendo que merecía tener cinco años de todas maneras porque era de lujo, muy bien montada. Además, en este rubro de las acreditaciones no hay mucha gente. La persona que usted me nombre tiene un conflicto de interés potencial. El nombre que me dé yo le digo de inmediato el conflicto de interés. Desde María José Lemaitre…
-Según usted, ¿cuál es el conflicto de interés de María José Lemaitre?
Con Iván Lavados, colocando a su marido Raúl Atria entre los pares evaluadores. Moisés Silva tenía una cátedra con nosotros… No hay opción. ¿A quién quiere que contrate para el aseguramiento de la calidad en la UNAB? Quiero que me de un nombre en que usted me asegure que no tiene conflicto de interés. Son muy escasos. Es cosa de sacar la cuenta: si hay 60 universidades y hay que acreditar 40 carreras por universidad, son 400 carreras que hay que acreditar. ¡Dónde están los académicos impolutos para hacer esa pega en Chile!
-Entonces, ¿es el sistema completo es el que está viciado?
Por supuesto, por eso no soy partidario de este sistema. Si el sistema nació mal parido. No tiene opción. Y esto no se soluciona sacando una nueva ley. El sistema de acreditación hay que revisarlo, hay que irse más a un sistema de acreditación institucional fuerte y traer acreditadoras internacionales. Le insisto, el sistema partió mal parido. Si el único de la CNA que no tenía relaciones con una universidad era Pedro Corona, ¡el único! Todos los demás tenían relaciones más o menos estrechas con alguna universidad.
-El hermano de Pedro Corona (Ernesto) es socio de la Universidad Miguel de Cervantes.
Yo no sabía eso…
-El hecho concreto es que usted contrató a Eugenio Díaz en la UNAB por casi $4 millones. ¿Cuál fue el objeto de su trabajo?
No, fueron $3.800.000 bruto. Para un proceso permanente de aseguramiento de la calidad, que evitara que cada acreditación de carrera fuera un trauma. Supuestamente, y es lo que yo entendí en ese momento, no había problema de incompatibilidad legal. Venía el conflicto de interés potencial que podía surgir. Entonces, cuando lo contratamos, específicamente le dijimos que no queríamos que interviniera ni en la acreditación de la UNAB ni en ninguna otra del grupo Laureate. Rolando Kelly, el rector, le dijo que se inhabilitara -y yo lamento que no haya quedado en el contrato y no sé por qué no quedó- de las votaciones de la UNAB en la CNA. Y yo le agregué que lo mismo debía hacer con los procesos de las otras instituciones coligadas del grupo Laureate.
-Es decir, no podía votar en las acreditaciones de las universidades Andrés Bello, De las Américas, de Viña y en el AIEP.
Sí, y también en los de la Escuela Moderna de Música. La segunda condición era que lo hiciera disclosure (con declaración de intereses) al interior de la CNA. Y yo le agrego otra: como la UNAB no había terminado su proceso de acreditación, y faltaba solo pasar por la comisión, le dije que cuando se viera el caso, él debía inhabilitarse porque no quería que nadie dijera después que hubo algo raro. (Nota: Díaz se inhabilitó diciendo que aunque no estaba contratado, estaba estudiando una posible relación laboral ).
-Ustedes contrataron a Díaz cuando la acreditación estaba en proceso. ¿Está usted consciente que ese fue exactamente el procedimiento que se usó en los casos que se investigan de la UNIACC, la U. del Mar, la SEK: conseguir un contrato por una función ficticia cuando se estaba realizando la acreditación institucional?
No, porque en los procesos de acreditación de esas universidades él nunca se inhabilitó y tampoco hay disclosure. Incluso, yo le pedí que la relación que tenía con nosotros la subiera a la pagina web de la CNA, de tal manera que todo el mundo se enterara que estaba trabajando con nosotros. Y lo hizo. No queríamos que fuera algo oculto y menos clandestino. Y después vino este tema de la Escuela Moderna de Música donde él nunca debió haberse metido. Claro, cuando leo hoy día el email que me envío, claro que es inadecuado
-No es inadecuado, es impresentable.
Está bien: es impresentable. Pero de verdad debo decirle que la Escuela Moderna de Música no estaba en mi radar. El otro email que me manda sobre este mismo punto, no recuerdo haberlo leído. Supe del problema porque se lo mandó a (Manuel) Krauskopf (bioquímico de la UNAB) con copia a mí, pidiendo la contratación de una persona en la Escuela Moderna de Música. No recuerdo haberlo leído, pero sí recuerdo que tratamos el caso
-¿Habló usted -como le pide Luis Eugenio Díaz en el correo que le leí- con Rolando Alarcón, miembro de la CNA y representante de la Universidad Santo Tomas para la acreditación de la Escuela Moderna de Música?
No, y se lo puedo jurar por mis hijos, por mi papá, por mi mamá, por quien quiera. No hablé con nadie. En ese correo también habla de Octavio Henríquez y yo a él no lo conozco. Con Rolando Alarcón he estado tres veces en mi vida: una vez almorzando en la Santo Tomas, la segunda en el cumpleaños de la Paulina Dittborn, en la casa de la Paulina y Juan Antonio Guzmán, y otra vez que estuvo en mi oficina. Eso sería todo. Nunca lo llamé para la acreditación de la Escuela Moderna de Música.
-En ese correo Eugenio Díaz le dice que ya habló con casi todos los comisionados de la CNA para conseguir su voto para la acreditación de la Escuela Moderna de Música. Estaba actuando como un empleado de la Andrés Bello, como un operador suyo.
No sé por qué escribió eso, porque fíjese que el informe de los pares evaluadores venía bueno. Porque una vez que ellos terminan la visita entregan el informe y por eso sabíamos que venía bueno. Tal como Eugenio Díaz dice en ese correo, estaba para ser acreditada por cuatro años. ¡Y nos dan uno! Hoy día -no en ese minuto- sospecho que fue el mismo Díaz quien se movió para que la acreditaran por un año.
-¿Por qué abriga esa sospecha?
Por lo que pasó al año siguiente. Mire, nadie entendió por que nos dieron un año si todos los antecedentes indicaban que nos darían mas. Díaz no fue a la sesión. Y poco después, él trata de meterse y pide que contratemos para la acreditación de la Escuela Moderna de Música a la señora María Isabel Roldan, de la Universidad Bernardo O’Higgins. ¡Cómo quiere que no sospeche! Así fue.
-En otro correo, Luis Eugenio Díaz les pide a ustedes que contraten a María Isabel Roldan, ¿la contrataron?
No, pues. Nos pide que la contratemos por $4 millones mensuales y ahí es que yo me entero del problema, del email nunca me enteré. Pero cuando pidió la contratación sí, porque lo conversamos y dijimos “¡por ningún motivo!”. En vez de la señora Roldán contratamos a Soledad Ramírez, la señora de Moisés Silva, una profesional de mucho prestigio. Y en ese instante, con Manuel Krauskopf, decidimos que era el momento de terminar la relación laboral con Eugenio Díaz. Que no podíamos seguir con él.
-¿Qué hizo Eugenio Díaz?
Ahí vino otro correo de Díaz. Debo decirle que no era simple terminar la relación con él. Aquí hay muchos correos que se intercambiaron con él cuando se rechazó la contratación de María Isabel Roldán. Se molestó mucho y por teléfono fue aún más duro. Cuando le avisa Vivien Wurman, rectora de la escuela, que no se hará esa contratación, cuando se la rechazan, él se molesta. Y por teléfono fue mucho más duro. Según me contó Vivien, Díaz la llamó por teléfono y fue amenazante. Le dijo algo así como “vamos a ver ahora cómo les va a ir con la acreditación”. Y para sorpresa nuestra, ¿quién aparece presidiendo la comisión de pares evaluadores?: María Isabel Roldán. La mujer fue francamente hostil en la visita. Yo no estuve pero fue lo que me contaron. En la reunión con la junta directiva a la cual yo no asisto, ella hizo preguntas muy jodidas y hace inclusive presunciones sobre el lucro. Ahí fue cuando nosotros dijimos “esto no da para más: tenemos que ver ahora cómo nos zafamos de Díaz”.
-¿Le tenía miedo a Eugenio Díaz?
Sabíamos que al despedirlo, donde pudiera, él nos iba a caer encima. Esa es la verdad. Eso se confirmó cuando llegó otro correo insólito donde dice que trató de votar por la acreditación de la AIEP y que no lo dejaron, que la fiscal no se lo permitió y que quiere ir a la Contraloría con el problema. Yo no le contesté ese email.
-¿Está seguro que no se lo contestó?
Sí, porque lo que sí recuerdo nítidamente es que tomé el teléfono, lo llamé y le dije que nuestro acuerdo desde el primer minuto era que él se inhabilitaba en todas las votaciones del grupo Laureate, que eso no lo podía hacer. Y así lo hizo. Hoy creo que él estaba usando el caso nuestro para poder habilitarse para votar en otras acreditaciones que le interesaban, porque fue condición desde el día cero que él debía inhabilitarse en las acreditaciones nuestras. Efectivamente, él se inhabilitó y no votó en todas las acreditaciones en su periodo que tenían que ver con el grupo nuestro. Pero ahí fue que decidimos sacarlo, aprovechando que íbamos a tener un cambio de rector porque sabíamos que él iba a seguir en la CNA. Que iba a ser reelegido en el cargo.
-¿Cómo podía saber usted que Eugenio Díaz iba a ser reelegido como consejero de la CNA?
Porque Díaz era abierta y explícitamente pro-universidades privadas y era evidente entonces que las universidades privadas iban a votar por él. Si esto es como la política: dame favores y yo voto por ti. Allí existía la misma relación.
-¿Eugenio Díaz entonces era un verdadero operador político de las universidades privadas?
Exactamente, actuaba como un operador político y por eso decidimos que cuando se cambiara al rector le cancelábamos el contrato. Había dos candidatos: Pedro Uribe y Andrés Bernasconi. El mismo Andrés, a quien Eugenio Díaz no le gustaba, me comentó en un momento lo sorprendido que estaba de su buen trabajo en la universidad, porque lo que sí es cierto es que trabajó.
-Ustedes le pagaban $3 millones 800 mil mensuales a Luis Eugenio Díaz, pero todas las personas que rodean a Díaz en la CNA han dicho que él pasaba todo el día en la Comisión y que se quejaba que en la UNAB no tenía oficina y no tenía trabajo, ¿qué remuneraban entonces?
Mire, Díaz es un hombre digno de un análisis psiquiátrico. Usted no sabe cómo nos majaderió por el asunto de la oficina, con que no tenía secretaria, que Rolando Kelly no lo pescaba… ¡Qué se creía! Sí tenía oficina, la que correspondía a un asesor, y no teníaa secretaria exclusiva para él y Rolando Kelly no le podía dedicar su tiempo porque no fue contratado para relacionarse con Kelly, sino con los académicos.
-¿Lo contrató por miedo a que después de que le pidió trabajo, si usted lo rechazaba, él obstaculizara las acreditaciones de la UNAB y del grupo Laureate en la CNA? ¿No era casi imposible decirle que no a un miembro de la CNA que debía acreditarlos?
“El gobierno nos pidió que compráramos la Universidad del Mar y mi respuesta fue: cómo me puedes hacer esa pregunta, yo estaba dispuesto a eso cuando yo creía que no era delito pero hoy día, sabiendo que esto es delito y que todo el mundo considera que esto es delito, ¡como se te ocurre que voy a comprar la Universidad del Mar o que me voy a hacer cargo de esos alumnos!”.
Mire, es verdad eso, porque la opción de decirle que no también estuvo sobre la mesa en su momento. Pero la verdad es que pensamos que nos podía ayudar en las acreditaciones de las carreras, porque la Andrés Bello no necesita ayuda para acreditarse como institución, si incluso ahora tenemos lista la acreditación en Estados Unidos. Pero cometimos ese error. Esto es como cuando uno se casa y la señora le sale loquita. Después uno tiene que ver solamente cómo se separa con el menor trauma posible. Y eso hicimos, porque sabíamos que tanto Bernasconi como Uribe lo iban a sacar apenas uno de ellos asumiera como rector. Y así fue. Uribe fue elegido rector y lo despedimos. Eso sí, le pagamos como cinco meses más. Consideramos que ese era un costo necesario para no generarnos un problema mayor.
-Supongamos que la Universidad Andrés Bello no necesitaba ayuda para acreditarse, pero la Universidad de Las Américas sí la necesitaba.
No ahora, y tampoco cuando la acreditaron por tres años. En ese tiempo no existía ninguna relación con Eugenio Díaz. Y estoy muy, pero muy tranquilo, porque nadie puede decir que una cosa así sucedió. Y déjeme decirle que la Universidad de Las Américas hoy día está en un muy buen pie y cuando la acreditaron por tres años, los merecía.
-Usted afirma que en el mundo de las universidades y de las acreditaciones no hay nadie que no tenga un conflicto de interés…
… pero si están todos metidos… por eso que estoy hace rato vociferando que esto hay que cambiarlo.
-¿Le parece plausible que se haya acreditado en el 2010 a la Universidad Autónoma por cinco años?
Es increíble, sí, claro que es increíble. Mire, yo le voy a decir bajo mi criterio cuáles acreditaciones son increíbles, aquellas acreditaciones que yo nunca entendí. La Universidad del Mar no debió haber recibido acreditación jamás. La Pedro de Valdivia nunca por la Escuela de Medicina. Si no hubiera tenido Medicina hubiera podido zafar por un año. La Universidad Autónoma por cinco años: inaudito. Y después, entre las estatales, están la de Los Lagos, la Arturo Prat y la UTEM. Esos son para mí los casos más extraños. El resto suena objetivamente razonable.
-¿Cómo se arregla este tremendo problema de las cientos de familias que quedaron en universidades que están bajo sospecha de haber comprado su acreditación?
Este problema no se arregla con una ley.
-No, lo que yo le pregunto es qué hacemos con las universidades que están casi en el suelo.
A estas alturas es un desastre completo. Si antes, cuando cayó la universidad… Mire, cuando cayó Educares, la tomamos nosotros; cuando cayó la de Las Condes, la tomó la Universidad del Desarrollo; cuando cayó la de La Republica, la tomó otro; cuando cayó la Marítima, la tomamos. Y así. A mí me llamaron para decirme si nos podíamos hacer cargo de la Universidad del Mar.
-¿Lo llamaron para que comprara la Universidad del Mar?
Sí, pero no fue la gente de la Universidad del Mar la que nos pidió eso, fueron terceros interesados…
-¿Quién o quiénes se lo pidieron?
Fue el gobierno el que nos pidió y mi respuesta fue: ¡Cómo me puedes hacer esa pregunta! Yo estaba dispuesto a eso cuando creía que no era delito pero hoy día, sabiendo que esto es delito y que todo el mundo considera que esto es delito, ¡cómo se te ocurre que voy a comprar la Universidad del Mar o que me voy a hacer cargo de esos alumnos!
-Seamos claro: comprar y vender universidades se ha hecho durante todos estos años, usted mismo lo ha hecho y a pesar de que la ley decía que no debían tener fines de lucro, nadie le puso coto.
No, el problema legal es distinto y daría para una discusión muy larga. Lo concreto es que me dijeron que no había que pagar para hacerse cargo de la Universidad del Mar, solo había que hacerse cargo de los pasivos. ¿Y hacerse cargo de los pasivos no es pagar? Menos mal que yo estaba sentado cuando me lo pidieron, porque de lo contrario me habría pegado un tremendo costalazo. No podía creer lo que estaba escuchando al otro lado del teléfono. Entonces, lo que antes se podía hacer para que fuera menos traumático para los alumnos, hoy día no se puede hacer. Aquí los alumnos van a sufrir. Antes, el mismo sistema reubicaba a los alumnos, con bastante conducción de parte del Ministerio de Educación. Igual que lo que pasó con los bancos y financieras en otra época. Porque si antes era una papa caliente que quebrara una financiera, aquí debe ser lo mismo: una papa caliente que quiebre una universidad. Esto tendrían que haberlo hecho de una forma distinta…
-Pero si el gobierno no ha hecho nada, este escándalo lo empezó a destapar CIPER y los estudiantes y desde hace meses el Ministerio Público.
Es que se les escapó de control y tendrían que haberlo conducido de una manera distinta, fundamentalmente por el bien de los alumnos y no por otra cosa
-Se le ve afectado…
Es que toda esta historia ha sido terrible, para que le voy a mentir, pero estoy muy tranquilo. No tenemos nada que ocultar, pero yo soy el que tiene que dar la cara primero que mi gente. Nunca imaginé que este imbécil nos pudiera involucrar en algo así. Todavía no entiendo por qué me mandaba correos a mí, si lo único que hice fue presentarlo en la universidad. Él debe haber creído que yo tenía el poder para darle las cosas que el quería. Y le fue mal.
-¿Nunca le pidió dinero además del sueldo que ganaba?
Nunca, y jamás se le pagó ningún dinero que no fuera su remuneración, porque el contrato que tuvimos no fue ficticio ni para hacer un culebrón: fue para hacer un trabajo que de verdad nosotros necesitábamos y eso que hizo se puede demostrar. ¡Que para algo sirvan los correos que este hombre escribía incesantemente! Él iba ciertas mañanas o ciertas tardes a la Andrés Bello para hacer talleres con académicos para el aseguramiento de la calidad. Hacía de sparring como si fuera un par evaluador para que ellos supieran como enfrentar ese tipo de trabajo.
-¿Y a usted no le parecía impropio que adiestrara, siendo que después él debía en la CNA evaluar las respuestas que sus académicos hacían?
No, porque no estamos hablando de una acreditación institucional ni de ninguna acreditación que estuviera en ese momento en curso. Estábamos preparando para acreditar carreras y que eso no nos paralizara. La mayoría de ellas ni siquiera se habían presentado a la acreditación. Esos talleres eran para todo el mundo, no para las que se estaban acreditando con las agencias. Y si yo hubiese tenido consciencia de que había alguna incompatibilidad legal, le aseguro que no lo hubiéramos jamás contratado.