La periodista presentó el libro “Lo mejor de CIPER 2: El periodismo que remece a Chile”
Consuelo Saavedra: “La épica del periodismo está en no acostumbrarse al estado actual de las cosas”
31.10.2012
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La periodista presentó el libro “Lo mejor de CIPER 2: El periodismo que remece a Chile”
31.10.2012
Había una película de los años 70, de la movida española, de la época de cuando estaba empezando Almodóvar, la Carmen Maura y todo eso, que se llamaba ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este?. Un poco hablando de lo que decía el Contralor: qué hace un chico como él… Pero también en mi caso: qué hace una chica como yo en un lugar como este.
Qué hace una periodista de televisión, además una conductora de noticiario, presentando un nuevo libro del Centro de Investigación Periodística CIPER. ¿Qué puede haber en común entre programas tan vilipendiados como los noticiarios de televisión abierta y CIPER, que es indiscutiblemente el sitio donde se hace en este minuto el mejor periodismo de investigación en Chile? Bueno, no tengo la respuesta. Habrá que preguntarle a la Mónica (González), que me invitó, y a quien es muy difícil decirle que no. Si no, habría que preguntarle a las miles de fuentes a las que ha convencido a lo largo de su carrera para que le revelaran para su trabajo (a veces en on, otras veces en off) verdades inconfesables.
Evidentemente hay diferentes plataformas para contenidos periodísticos, diferentes tipos de públicos a los que llegar con diferentes formatos, diferentes propietarios y diferentes líneas editoriales, pero hay algo que el periodismo a través de cualquiera de sus expresiones, cualquiera de sus plataformas, sea un noticiario, un diario, un centro de investigación como CIPER o las universidades donde se enseña periodismo, nunca tiene que olvidar: la disconformidad.
Anoche en el noticiario, por citar un ejemplo, vimos un largo reportaje sobre las colas de los consultorios. Tantas veces visto y tantas veces hemos dado por terminadas las colas en los consultorios, pero en muchas comunas, esas colas siguen ahí. Hay tan pocos médicos que básicamente en la mañana ofrecen doce números, entonces la gente llega muy temprano para poder asegurarse uno, a las 5 de la mañana o antes. Y el consultorio no abre antes de las 8. La gente espera en el frío. Son viejos, algunos están enfermos, qué se yo. Y, ¿por qué no hay más doctores? Porque se paga menos que en el sector privado, porque ya no dan los mismos puntos para poder acceder a las becas de especialización por trabajar en el consultorio de Santiago. Lo conocemos, lo hemos visto mil veces, y sin embargo, el valor de volver a verlo y de manifestar esa disconformidad, es algo que nunca tenemos que perder.
Lo menciono no por defender a los noticiarios ni por defender mi noticiario en particular –que sería además una labor titánica–; sino para reflexionar un poco sobre qué es hacer periodismo de investigación hoy.
Muchos periodistas de la generación posterior a la dictadura, nos preguntamos dónde está hoy la épica de nuestra profesión. Sobre todo cuando nos comparamos con lo que hicieron periodistas de la generación anterior, que enfrentaron riesgos concretos, de vida o muerte en muchos casos. Y yo creo que parte de la épica, aparte de la ética que siempre tiene que estar presente en lo que hacemos, está en no acostumbrarse al estado actual de las cosas. A no acostumbrarnos a que todos sabemos que en los consultorios siguen habiendo colas, y bueno, que nos importa. A que siempre ha sido raro cómo y a quién se le dan las concesiones mineras en Chile, por ejemplo, que es algo que está en el libro de CIPER. O a que haya estudiantes que tienen que pagar tasas de interés imposibles porque no tenían derecho al fondo solidario, que también se explora en otro artículo del libro.
Siempre va a haber grandes historias de corrupción que descubrir, grandes golpes, y un periodista evidentemente no tiene que perder ese norte de buscarlos, esa hambre por encontrar esas historias. Pero el buen periodismo de investigación muchas veces es más cotidiano, aquel que vuelve sobre un tema que puede ser bien sabido, que otros medios quizás ya han cubierto, pero que esta vez lo hace en profundidad, con puntos de vista, bien escrito, ¡y por dios que se agradece!
Sin conformarse con lo obvio ni con que haya salido en otro medio ni que la gente ya haya escuchado al respecto. Porque a veces lo obvio es un escándalo, pero aún así no lo cubrimos como periodistas ¿Qué mejor ejemplo que todo lo que pasó con el lucro de las universidades privadas? La historia más sabida del planeta Tierra: todos supimos que eso ocurría y de tan sabido, nadie hacía reportajes. Se escribieron libros, pero no era algo presente permanentemente en los medios de comunicación hasta que los estudiantes lo pusieron arriba de la mesa y se empezaron a escribir las grandes historias que todos vimos al respecto. En ese caso, los estudiantes no sólo obligaron a la sociedad; también obligaron a los periodistas a ver una cosa que era obvia, que estaba ahí.
En este segundo libro de CIPER, la mayoría de los artículos no son golpes impresionantemente espectaculares. No. Es trabajo, es reporteo, es mucho análisis de datos, muchos de los cuales están en los registros públicos gracias a la Ley de Transparencia o a lo que está haciendo la Contraloría que –como mencionaba recién el contralor– es material que está ahí disponible. Los periodistas tenemos que ir a buscarlo. Los temas no son necesariamente novedosos como temas, la diferencia es que esta vez sí están bien hechos.
Esta semana tuvimos en la prensa extranjera un súper buen ejemplo de esto. En el New York Times, me imagino que algunos de ustedes lo habrán escuchado, el jefe de la oficina en Shangai del New York Times publicó un reportaje que se demoró un año en reportear. Era básicamente el rastreo de las platas de la familia del primer ministro chino, Wen Jiabao. El periodista dice que casi todo el trabajo fue “trabajo de hormiguita”. Conseguir las sociedades, qué nombres había detrás de ellas, quién era pariente de quién, y así ir formando esta red para publicar este artículo que hablaba de cerca de unos US$ 2.700 millones que tenía la familia del primer ministro. Según el periodista, que se llama David Barbosa, siempre se había sabido que los familiares de los jerarcas chinos se estaban haciendo ricos, pero nadie se había metido de cabeza a buscar esa información. Obviamente después del artículo, China bloqueó el acceso al New York Times y todo lo demás que nos podamos imaginar.
Ahora, lo del New York Times lo comento porque me lleva también a una preocupación. Celebro que CIPER se haya convertido en el lugar de investigación de excelencia que es, pero me preocupa que al existir CIPER, los medios tradicionales cada vez hagamos menos investigación. Porque la investigación es cara, no rinde económicamente, pero es la más importante: es la que cambia el estado de las cosas. Si los medios tradicionales le ceden la investigación a sitios más de nicho como CIPER, creo que como sociedad estamos realmente en problemas. Porque aunque crezca la lectoría por Internet y que más y más gente lea CIPER, a los avisadores les cuesta jugarse aún por plataformas como ésta. Entonces, ¿qué pasa si eventualmente las fuentes de financiamiento de un sitio como CIPER desaparecieran, se secaran? Ese es un desafío complicado que no está resuelto y me preocupa que los medios de comunicación tradicionales abandonen el trabajo que hace tan bien el equipo que encabeza Mónica.
El New York Times, con los malos resultados económicos que está teniendo, igual se la sigue jugando por la investigación, y es lo que marca la diferencia. Apuestan por el valor social del periodismo, como decía un artículo en El País que escribió el periodista Moisés Naím a propósito del New York Times: “Necesitamos organizaciones periodísticas fuertes que produzcan contenidos objetivos, independientes y de alta calidad”.
Quisiera que CIPER se volviera un llamado de alerta a todos los que trabajamos en los medios tradicionales. Por eso me encanta además cuando sacan un libro como éste, que lleva varias semanas entre los más vendidos. Quizás no es un público masivo, pero es un público que le importa lo que sucede en Chile y que influye con su opinión. Tenemos que hacer nosotros, como periodistas, que ese público crezca. Que sea cada vez más numeroso. Acompañar a los lectores, a los televidentes o a la persona que escucha radio, al auditor, para que se vuelva a interesar en lo evidente. En esa cosa evidente que a veces nos da lata mirar.
No basta con que CIPER se gane todos los premios, que los tiene súper merecidos, y que ojalá los siga ganando. Tampoco basta con que sea el periodismo que remece a Chile, como dicen ellos. Yo creo que CIPER puede llegar más alto. Puede ser una punta de lanza y convertirse en el periodismo que remece al periodismo. Y ojalá también se pueda convertir en el periodismo que cambie, no sólo que remeza, si no que cambie a Chile.