Polémica de la Encuesta CASEN llega a The Economist
Más ricos –o más pobres (Re pensando los números –cualesquiera que sean)
27.09.2012
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Polémica de la Encuesta CASEN llega a The Economist
27.09.2012
En los últimos años, el concepto de estadísticas poco fiables ha llegado a ser asociado a Argentina. De hecho, este mes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) le dio al gobierno argentino el 17 de diciembre como fecha tope para mostrar cifras de inflación creíbles. De lo contrario, el país arriesga sanciones que aún no se han determinado. Pero al otro lado de Los Andes, en Chile, una discusión ha causado estragos en las últimas semanas sobre si el gobierno de centro-derecha de Sebastián Piñera ha manipulado las cifras de pobreza para halagar sus resultados económicos.
El monto en discrepancia es bajo. Pero el principio en juego es grande: Chile se ha destacado en Latinoamérica por la seriedad de sus políticas económicas y la imparcialidad de sus estadísticas. Esta reputación lo ayudó en 2010 para ser invitado a convertirse en el primer miembro sudamericano de la OECD, un club de países mayoritariamente ricos. Ahora se ve un poco empañado.
El 20 de julio el gobierno anunció que 14,4% de los chilenos vivía bajo la línea de pobreza, menos que el 15,1% de 2009, cuando la centro-izquierda estaba en el poder con Michelle Bachelet. Piñera pregonó que Chile había “recuperado su habilidad de reducir la pobreza”. En contraste, su equipo ha culpado al de Bachelet por el aumento de la pobreza desde 13,7% en 2006, pese a que se debió a la crisis financiera mundial y al fuerte incremento en los precios de energía y alimentos, más que a una política gubernamental fallida.
Las cifras de pobreza derivan de una encuesta de hogares, conocida como CASEN, que el gobierno hace cada dos o tres años. La encuesta es una herramienta vital para configurar la política pública. El gobierno entrega los formularios de la encuesta a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL), cuya sede está en Santiago, y que procesa los datos.
El problema es que CEPAL encontró que la tasa de pobreza no era 14,4% sino 15% –prácticamente igual a la de 2009. Pero el gobierno envió su reporte de vuelta, pidiendo que incluyera datos sobre ingresos informales percibidos por los desempleados. Por primera vez en los 25 años de historia de la Casen, Cepal rehízo sus cálculos. Algunos economistas plantean que esto implica que los resultados de este año no son comparables a los de años anteriores.
El gobierno dice que simplemente tuvo un malentendido con CEPAL. Afirma que hizo un “pre-test” que justificaba incluir el ingreso adicional, pese a que todavía no lo ha producido. Otros, incluyendo a Andrés Velasco, ministro de Hacienda de Bachelet, dice que el gobierno manipuló deliberadamente las cifras. El jefe de la Unidad de Estadísticas Sociales de CEPAL renunció tras el escándalo. Lo mismo hizo un funcionario de alto nivel del Ministerio de Desarrollo Social chileno.
“Casengate”, como se ha hecho conocido, no es la única anomalía estadística reciente en Chile. Resultados preliminares del censo de este año arrojaron sólo 16,6 millones de chilenos. La cifra fue sorprendente ya que la proyección del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) del censo anterior en 2002 era de 17,4 millones. La nueva cifra parece confirmar inquietudes sobre la forma deficiente en que se desarrolló el censo. Pero le permitió a Felipe Larraín, ministro de Hacienda, destacar irónicamente que el ingreso per cápita del país, en términos de paridad en poder adquisitivo, es aproximadamente de US$ 19.000 –un conveniente salto de los US$ 17.222 del año pasado.
También están las cifras de desempleo. Los datos mensuales del INE sugieren que se han creado 700 mil empleos desde que Piñera llegó al gobierno en marzo de 2010. Eso lo deja bien arriba en su promesa de crear un millón de empleos en cuatro años. Pero la encuesta CASEN sugiere que se han creado sólo cerca de 420 mil nuevos empleos.
Piñera arriesga haber creado una vara para su propia espalda. Ha puesto en marcha un nuevo esquema contra la pobreza, conocido como Ingreso Ético Familiar. Este es un intento serio de ir más allá de los esquemas que se ven en otros países de la región, vinculando transferencias en efectivo para los pobres con el desempeño de sus hijos en el colegio y con cursos de re-capacitación para los desempleados. Pero ahora los chilenos podrían estar escépticos de los resultados. La lección de todo esto es que Chile necesita reunir a sus estadísticos en una sola agencia, como un nuevo y mejorado INE, y darle más autonomía y más amplias competencias.