Inclusión del ranking: ¿Favorece realmente la equidad?
13.08.2012
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13.08.2012
Lea acá la columna de Fernando Atria
A luz de la confusión y discusión que se ha generado en torno a la aplicación del denominado “ranking” para el ingreso a la universidad y, en particular, como respuesta a la columna del abogado Fernando Atria publicada en este mismo medio, nos parece interesante aportar antecedentes para enriquecer la discusión.
En primer lugar, el Ministerio de Educación apoya los principios que hay detrás de la inclusión del “ranking”, los que buscan aumentar la equidad en el proceso de selección, sin dejar de lado criterios de mérito académico. La evidencia disponible sobre el uso del ranking, aunque no es concluyente, entrega indicios de que esto es posible y es por esto que el ministerio ha felicitado reiteradamente al Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCh) por los esfuerzos que ha realizado por mejorar su sistema de admisión.
El Ministerio de Educación está también muy comprometido con mejorar la convivencia escolar y comparte la visión de que un ranking que hace competir a los estudiantes con sus propios compañeros puede ser negativo para el clima escolar. Por ello valora la iniciativa del CRUCh de implementar un ranking en el que los estudiantes son comparados con las últimas tres generaciones y no con sus compañeros, resguardando de este modo la sana convivencia escolar.
Con todo, el Ministerio de Educación ha manifestado algunas aprensiones en torno a la implementación del ranking en el proceso de admisión 2013, que explicaré a continuación.
La fórmula de cálculo del puntaje de ranking aprobada por el CRUCh considera el promedio de enseñanza media del alumno, el promedio de enseñanza media de las últimas tres generaciones y la diferencia entre este promedio y el promedio máximo de enseñanza media de las últimas tres generaciones. El diseño de la fórmula hace que el puntaje obtenido dependa fuertemente de la distribución de notas en el establecimiento, aspecto que es independiente de si se utiliza como referencia la generación del estudiante o las tres anteriores.
Para analizar el funcionamiento de la fórmula aprobada por el CRUCh, utilizamos los datos de la generación que egresó el 2011 de educación media y calculamos los puntajes de “ranking” que hubiesen obtenido los estudiantes si ese año hubiese estado funcionando la fórmula aprobada por el CRUCh.
Lo primero que salta a la vista de este análisis es que los puntajes de “ranking” obtenidos por los egresados de establecimientos municipales o particulares subvencionados, son en promedio menores a los obtenidos por quienes egresan de colegios particulares pagados.
Esto se debe a que, como se mencionó anteriormente, la asignación de puntajes depende de la distribución de las notas de los establecimientos y a que estas distribuciones varían dependiendo de la dependencia del establecimiento. Tal como puede apreciarse en la siguiente figura, los colegios particulares pagados presentan en general promedios de enseñanza media más altos. Además, presentan menores diferencias entre el máximo promedio y el promedio de las últimas tres generaciones. Las relaciones que propone la fórmula entre estas variables favorecen a los egresados de establecimientos particulares pagados, lo que es de por sí cuestionable y, en ese sentido, no es evidente que vaya a avanzarse en equidad.
El hecho de que el puntaje de ranking dependa de variables asociadas a las distribuciones de notas de los establecimientos genera incentivos adicionales a los ya existentes para adoptar conductas estratégicas que permitan obtener un puntaje mayor. No existe certeza de cómo estos nuevos incentivos afectarán al sistema, pero es relevante estar conscientes de su existencia y de los riesgos asociados. A la luz de lo expuesto hasta este punto, sería deseable utilizar una fórmula de asignación de puntaje que no dependiera de manera tan fuerte de la distribución de notas.
La idea de implementar una medida de este estilo es reconocer que dadas las diferencias existentes en las oportunidades de aprendizaje que tienen los jóvenes chilenos, los instrumentos de selección actuales fallan en identificar a todos los jóvenes talentosos que podrían desempeñarse bien en la educación superior. Por eso, se busca reconocer el mérito de cada estudiante respecto a su propio contexto. Sin embargo, al analizar la fórmula aprobada por el CRUCh se observa que jóvenes que egresan en la misma posición tanto respecto a su generación, como respecto a las tres generaciones anteriores, obtienen puntajes de “ranking” muy distintos. Incluso, al comparar los puntajes de “ranking” obtenidos por jóvenes que egresan con la misma posición respecto a su generación o respecto a las tres anteriores y con el mismo promedio, se observan diferencias que pueden superar los 100 puntos.
Al mostrar que la fórmula no asigna puntajes en función de un ranking (ni respecto a su generación de egreso, ni respecto a las tres generaciones anteriores), queda en evidencia que jóvenes que aprovecharon de manera similar las oportunidades de aprendizaje que tuvieron, son premiados de manera muy distinta por esta fórmula. Al no ser evidente quiénes mejoran su posición y quiénes la empeoran, parece razonable hacer análisis más profundos.
En esta misma línea es importante tener claro que los estudios que se han realizado en Chile sobre el uso del ranking en la selección de estudiantes han analizado programas que funcionan en base a lo que tradicionalmente se entiende como un ranking y no en base a fórmulas como la propuesta por el CRUCh. Una vez más aclaro que no estoy diciendo que el camino a seguir sea implementar un ranking en el que los estudiantes compitan con sus compañeros de generación, pero sí que al ser esta una fórmula distinta, debiese ser analizada en mayor profundidad porque no tenemos certezas sobre sus efectos.
Finalmente, el ministerio ha criticado los tiempos de implementación de esta medida, pues ha habido un cambio en las reglas del juego a pocos meses de rendir la PSU. Sin embargo, creo que lo más preocupante es que un cambio de esta naturaleza, que puede afectar de manera importante el futuro de miles de jóvenes, haya sido adoptado sin contar con antecedentes más profundos acerca de las consecuencias que tendrá.
(*)Investigador del Centro de Estudios del Ministerio de Educación. Ingeniero civil industrial y Magister en Ciencias de la Ingeniería de la PUC.