Hermano de sacerdote dice estar con aquellos que “se atrevieron a exponerse para denunciarlo”
Oscar Karadima: “Entiendo y me hago parte del sufrimiento de las víctimas de mi hermano”
11.07.2012
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Hermano de sacerdote dice estar con aquellos que “se atrevieron a exponerse para denunciarlo”
11.07.2012
Han transcurrido exactamente dos años desde ese día de julio de 2010 en que la Congregación de la Doctrina de la Fe diera inicio en el Vaticano al proceso penal administrativo en contra del sacerdote Fernando Karadima. Muy pocos creyeron en Chile que ese día se concretaría. Y muchos menos imaginaron que ese proceso concluiría seis meses más tarde declarando culpable al sacerdote que por 50 años perpetró abusos sexuales y psicológicos sobre decenas de sacerdotes y jóvenes que seguían sus designios en la iglesia favorita de la elite social y económica. Fue esa misma elite la que salió en su defensa denostando a sus cuatro acusadores, ante una actitud pusilánime de la jerarquía eclesiástica. En ese clima y durante mucho tiempo no hubo espacio para la solidaridad con sus cuatro principales víctimas. Por el contrario, Karadima siguió ejerciendo su función sacerdotal y también su poder desde la iglesia de El Bosque.
Por ello fue un remezón de proporciones el que provocó el contenido de su condena, cuando fue la propia Iglesia de Roma la que dictaminó que sus abusos sexuales eran reales, reiterados y contra menores. Su castigo: “retirarse a una vida de oración y de penitencia” además de la “la pena expiatoria de prohibición perpetua del ejercicio público de cualquier acto de ministerio, en particular de la confesión y de la dirección espiritual de toda categoría de personas”.
Desde entonces, ni una sola palabra de arrepentimiento se ha escuchado de la boca del sacerdote que cumple su pena en el Convento Siervas de Jesús. Tampoco se volvió a escuchar la voz de ninguno de sus cinco hermanos vivos que clamaron su inocencia. La familia Karadima desapareció.
Hasta que en la mañana del martes 10 de julio, monseñor Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago, anunció que ese mismo proceso que condenó a Karadima, esta vez volverá a iniciarse en Roma para determinar la veracidad de las acusaciones de abuso sexual que hoy recaen sobre otro sacerdote chileno: Cristián Precht. Oscar Karadima, el hermano menor del sacerdote abusador, volvió a experimentar esa mezcla de sentimientos y dolor que lo acosan como fantasmas desde que en abril de 2010 el escándalo estallara.
“Mi hijo me llamo a las siete de la mañana y me dijo: abre la página web de La Tercera”, recuerda Oscar, reviviendo el shock que experimentó el día en que se enteró que a su hermano, al mismo que su entorno calificaba de santo, el que había convencido a todos haber sido secretario privado de San Alberto Hurtado, era acusado de abusos sexuales.
«Categóricamente y de la manera más vehemente puedo decir que ¡jamás supe nada! Y por lo que les he escuchado a mis hermanos -y me hago responsable de lo que estoy diciendo-, nadie escucho jamás ni supo nada.»
A sus 71 años, Oscar Karadima revisa lo vivido en estos dos años y por primera vez se pone al lado de las víctimas de su hermano, a quienes conoció y clama porque su hermano se arrepienta y pida perdón
-¿Usted conocía al sacerdote Cristián Precht?
Cristián tiene mi edad: 71 años. Lo conozco, he conversado con él en algunas oportunidades, nos tratamos de tú incluso. Pero mayor conocimiento de él, no tengo. Sé que es un nombre muy destacado por su trabajo en la Vicaría de la Solidaridad y porque fue secretario ejecutivo del CELAM en Colombia, pero eso lo sé porque es público.
-¿Le sorprendió la denuncia que afecta ahora a Cristián Precht?
Sí, sí me sorprendió… Me sorprendió tanto como el caso de mi hermano, una cosa terrible. Nunca me hubiera imaginado una cosa igual.
-¿Por qué dice que le sorprendió tanto como el caso de su hermano? ¿Observa algunas similitudes?
La gran similitud que veo es la gran acusación que existe. Porque de lo que se conoce hasta el momento, la acusación es parecida. Ahora, sobre Precht, no hay aún ninguna definición, ni del Vaticano ni de la corte civil chilena; en cambio, en el caso de mi hermano sí la hay. Entonces, si bien hay similitud en cómo se dieron los casos en el inicio, en estos momentos hay una gran diferencia.
– Héctor Precht en una entrevista en la revista Sábado (El Mercurio) cuenta que cuando su hermano se enteró de que había una acusación en su contra, reunió a todos sus hermanos y a su madre y les contó su versión. ¿Su hermano, Fernando Karadima, hizo lo mismo? /
En cuanto a esta pregunta, tengo que lamentar una cosa, y lamentarla mucho, mucho, mucho… Nosotros como familia –y quiero dejar en claro que hablo a título personal, porque no soy vocero de mis hermanos- fuimos sorprendidos por la prensa. A mí un día me llama mi hijo a las siete de la mañana para decirme: “Papa abre la página web de La Tercera”; y me encuentro con esa cosa. Entonces, la diferencia con este caso y la pena que tengo yo y creo que también tienen mis hermanos y mi familia, es el haber sido sorprendidos de una manera tan brutal… Yo hubiera querido que Fernando nos hubiera llamado de inmediato o al menos uno o dos meses antes de que se hiciera público. En fin, después pude ver que las acusaciones venían del año 2006, así que yo hubiera preferido haber estado en conocimiento. Eso me produce mucha pena, y me sigue dando pena en este momento, porque cuando veo lo que cuenta el hermano menor de Precht… Fíjese qué curioso, yo también soy el hermano menor de Fernando: y Precht también tiene siete hermanos y yo también, aunque una hermana mía murió. Entonces, me resulta muy doloroso que él no nos hubiera comunicado nada, distinto a cómo lo hizo Cristián Precht con sus hermanos.
-¿Por qué cree que Fernando Karadima optó por ocultarles las acusaciones tan graves que estaba enfrentando?
No sé qué le pasó a mi hermano. Realmente no sé por qué no lo hizo. Tengo la impresión de que fue mal aconsejado. Es muy triste todo lo que pasó. Y ahora que usted me viene a preguntar esto, el dolor me vuelve, el dolor de toda la familia: de los hijos, de los nietos, de los sobrinos… ¡Habernos enterado de esa manera: por la prensa!
-Pero con los sacerdotes de El Bosque que formaban su círculo más estrecho no hizo lo mismo.
Yo sé que con los sacerdotes de la Pía Unión Sacerdotal, él los llamó y les juró por Dios frente al Santísimo -según ellos- que era inocente. A mí también me hubiera gustado que Fernando hubiera llamado a sus hermanos, a sus cuñados y cuñadas, y no le pido que se hubiera hincado, porque no le hubiéramos pedido que se humillara ante nosotros.
Ahora, yo he repetido en todos los tonos que respecto de las acusaciones de abuso sexual que cometió mi hermano ¡a mí no me constaba nada! Jamás vi nada que me hubiera podido hacer sospechar. Si yo hubiera visto algo, cualquier cosa, incluso eso que relatan de los golpecitos que daba en la parte baja, me hubiera indignado y se lo habría hecho ver. Claro, de una manera madura e inteligente, aún cuando sé que él me lo hubiera negado. Me habría dicho que era una broma, una tontera, ¡qué sé yo!
Ahora, si yo hubiera visto algo mucho más evidente, claro que me habría indignado muchísimo, hubiera llamado mis hermanos y les habría dicho lo que estaba pasando.
-Si su hermano Fernando los hubiera reunido –eso que usted reclama y le causa tanta pena- y les hubiera contado que tenía tendencias homosexuales, sinceramente, ¿cual habría sido su reacción?
Si él hubiera dicho sólo tener tendencias homosexuales, le puedo decir que felizmente hoy en día ser homosexual no es un delito. Yo no soy homosexual ni me gustan los homosexuales, pero no es delito. Así que los respeto y los acepto, y tienen ellos todo el derecho de ser lo que quieren ser y decirlo. Fíjese que sufro mucho por aquellos que siendo homosexuales, por equis razones no se atreven a confesarlo. Pero no aceptaría bajo ninguna circunstancia la pedofilia o el abuso a menores, ¡eso no lo acepto porque es un crimen! Yo tengo siete nietos que van de los 12 años a un año, y rechazo categóricamente a cualquier pedófilo. Si mi hermano hubiera dicho que era sólo homosexual, bueno, mala suerte nomás. Triste porque la Iglesia Católica también rechaza la homosexualidad. Triste por él y por la Iglesia, pero si él hubiera confesado que es pedófilo, no lo hubiera aceptado bajo ninguna circunstancia. Y si eso hubiera pasado con alguno de mis nietos, ¡le saco la cresta! ¡No puede permitirse, Dios Mio!
-Está usted aceptando hoy que su hermano sí fue un abusador sexual de menores. Ahora entiende a las víctimas.
Yo quiero aprovechar esta oportunidad que usted me da para decir algo que no he dicho hasta ahora fuerte y claro: yo estoy con las víctimas, entiendo y me hago parte del sufrimiento que tuvieron las victimas de mi hermano. ¡Una cosa terrible! No me puedo imaginar por lo que pasaron personas como James Hamilton, Jimmy como le decía yo, que estuvo varias veces en mi casa… Y no sólo él, a Fernando Batlle, a José Andrés Murillo y a Juan Carlos Cruz los conocí de cabros chicos. Piense que tengo 71 años y ellos no alcanzan a los 50 años. Y yo me acuerdo de ellos, ¡como no me voy a acordar! Y sufro mucho por lo que ellos han pasado. Y no se me pasa por la cabeza que un tipo como James Hamilton, médico y con hijos, va a estar diciendo una cosa como la que dijo en la televisión, sin ser esto para él un gran dolor, un tremendo dolor…
-Después que el escándalo estalló a través de los medios, ¿usted intentó alguna vez que Fernando Karadima le diera su versión?
No, y no lo intenté porque Fernando tiene una personalidad difícil. No es fácil aproximarse a él. Además, no creo que él me dijera la verdad, lo más que me va a decir es que todo es falso.
-¿Cree que su hermano se va a ir con “su versión” a la tumba?
Se me viene a la mente una imagen: una vez estuve en unas cavernas en Estados Unidos, donde después de haber estado en su interior y caminar bastantes metros y luego volver hacia atrás, al final se veía un pequeño destello de luz. Y cuando la gente está en la caverna, y se ve un destello de luz, hay una esperanza. Yo quiero que mi hermano se salve, yo quiero que a mi hermano la gente lo vuelva a querer, que la gente lo vuelva a respetar. Por el bien de Fernando. Y creo que eso aún se puede conseguir siempre y cuando él pida disculpas. Pida perdón, eso va a relajar a todas las victimas que ha hecho sufrir. Los Karadima, nosotros también como familia fuimos víctimas de todo esto. Porque no sólo hizo sufrir a esos jóvenes, sino que también hizo sufrir mucho a su familia, y él jamás pidió perdón. Jamás nos ha reunido. Yo lo he ido a ver una vez nada más. Mis otros hermanos sé que han ido, no sé cuántas veces, me consta que han ido a verlo, pero yo no he ido más que una vez. Fernando no me ha llamado nunca por teléfono…
«Fernando sigue siendo y será siempre mi hermano, pero ahora yo debo reconocer que primero estoy con las víctimas, con estas cuatro personas que se han atrevido a exponerse para denunciarlo: James Hamilton, José Andrés Murillo, Fernando Batlle y Juan Carlos Cruz.»
-¿Fernando Karadima no percibe por lo que ha pasado su familia por el hecho de tener un apellido tan poco común aquí en Chile?
Bueno, yo pienso que nuestro apellido no ha sido manchado: ha sido salpicado. Y hay una diferencia entre manchar y salpicar. La mancha difícilmente sale, la salpicadura se seca y a veces se cae por sí sola, otras veces basta muy poco para limpiarla. Nosotros hemos sido salpicados y eso ha sido un gran sufrimiento al ver que de un día a otro un hermano está siendo acusado de abusos sexuales siendo que jamás habíamos sido advertidos, que no teníamos idea de nada. Jamás hubiéramos imaginado una cosa igual. Físicamente, yo soy el más parecido a mi hermano, Fernando es más alto, no tiene tanta cana, pero soy el más parecido.
-¿Y no ha sentido ningún rechazo o reparo cuando se presenta por ahí?
No, y no tengo por que tenerlo: no soy culpable de nada, absolutamente de nada. Pero sí me siento salpicado, porque seguramente la persona dice: “este es hermano del cura”, y deben quedarse comentando, pero no creo que anden diciendo que yo tengo algo que ver en los abusos. Lo más que pueden decir es que soy pariente del cura.
-Hubo gente que pensó que ustedes, sus hermanos, por recibir regalos y dineros de Fernando Karadima, podían conocer al menos parte de los abusos que él cometía. Que los regalos y el dinero eran para mantenerlos de su lado.
Categóricamente y de la manera más vehemente puedo decir que ¡jamás supe nada! Y por lo que les he escuchado a mis hermanos -y me hago responsable de lo que estoy diciendo-, nadie escucho jamás ni supo nada. Ahora, esto de que mi hermano nos pasaba plata…, no voy a negar que él nos ayudara, pero no me imagino que fuera para tapar nada, porque no sabíamos nada. ¡Qué nos iba estar tapando! El nos ayudó, eso no lo voy a negar.
-¿Y les sigue hoy en día ayudando?
No, para nada.
-¿A ninguno de sus hermanos?
No sé. No tengo idea, porque eso no lo pregunto. Nadie se mete en la parte económica o financiera de las demás personas, a mí no me ha vuelto a ayudar nunca más, desde hace mucho tiempo.
-¿Y a dónde van a parar, por ejemplo, los dineros del campo que Fernando Karadima tiene en arriendo en Rengo?
Eso yo lo supe por ustedes, por lo que escribieron en CIPER. Yo no tenía ni idea de ese campo. Y ni sé qué hace con ese dinero. He leído en la prensa que una señora le dejó una herencia, pero jamás he sabido lo que hace, absolutamente nada. Hay gente que ha dicho comentarios, y en voz alta yo les respondo que el resto de la familia somos dignos y trabajadores. Todos nosotros hemos recibido la herencia moral de mi padre y de mi madre, de trabajo de bien.
-¿Por qué ahora usted decide dar esta entrevista y no antes, cuando el tema estaba en la agenda diaria y había muchas personas sufriendo con todo esto?
Yo soy sociólogo y hay una teoría que dice que la gente cuando se adelanta puede cometer errores, para bien o para mal. Yo podría haber salido al inicio diciendo: sí, es verdad. Y si después resultaba que no era… O podría haber salido diciendo que era mentira y resulta que era verdad. Pero como soy una persona ponderada, he esperado el paso del tiempo. Yo quiero que salga esta entrevista con el único objeto de limpiar de esta salpicadura nuestro apellido. Mis hermanos son gente decente. Mis hermanos se han sacado la mugre por nosotros, cuando yo era niño chico. Incluso Fernando, el cura. Nosotros quedamos mal cuando nuestro padre murió y Fernando y Jorge se sacrificaron por nosotros trabajando y manteniéndonos.
-Esta espera que usted dice que toma de la sociología, ¿tiene algo que ver con el momento en que surgen con fuerza las acusaciones en contra de Cristián Precht?
Bueno, sí, cuando yo leo la entrevista a Héctor Precht, hermano de Cristián Precht, en la revista Sábado de El Mercurio, a quién no conozco, y leo que dice que su hermano Cristián los llamó un mes o mes y medio antes para avisarles lo que se venía, esto me dio mucha pena, mucho dolor. Y se lo comenté a mi mujer. No lo he querido comentar con mis hermanos, porque ya no comentamos nada de esto porque nos duele mucho y no queremos seguir dándole vueltas a la herida.
-¿Entonces con qué objeto acepta dar esta entrevista?
Espero que esta entrevista no de vuelta a ninguna herida. Al revés: yo hago esto con el objeto de limpiar a nuestra familia y aclarar que nosotros no teníamos idea de lo que él hacia. Fernando sigue siendo y será siempre mi hermano, pero ahora yo debo reconocer que primero estoy con las víctimas, con estas cuatro personas que se han atrevido a exponerse para denunciarlo: James Hamilton, José Andrés Murillo, Fernando Batlle y Juan Carlos Cruz. Y no sólo con ellos, que son las víctimas conocidas, estoy con todas las víctimas que también fueron objeto de abusos psicológicos. Y quiero decir también claramente que nosotros también hemos sido víctimas.
-¿Desde cuándo usted entendió el sufrimiento y se puso del lado de las víctimas?
Mire, en primer lugar estoy con ellos… Yo quisiera que esto no les hubiera ocurrido, ¡por Dios que deben haber sufrido tanto! Eso me duele mucho, y no de ahora que lo estoy diciendo públicamente sino desde el momento que se comprobó que las acusaciones eran ciertas. Primero con ellos y ante todo ellos, pero con esa misma franqueza debo decir que también pienso en mi hermano, porque debe estar sufriendo. Y lamento el sufrimiento que debe estar pasando. Tengo respeto por su sufrimiento.
-¿Quiénes visitan a Fernando Karadima en la actualidad?
No lo sé. Como familia ya no hablamos del tema, y como le dije antes, yo fui solo una vez. Y espero en Dios que esta entrevista sea como un candado que cierre las heridas, o que al menos ayude a cerrar las heridas de las victimas con quién yo estoy absolutamente y las respaldo y los quiero porque los conocí de niños. Que ojalá sirva en algo para cerrar sus heridas. Ojalá que incluso mi hermano Fernando, leyendo esta entrevista, pueda volver a ser aquel en quién confiamos y se arrepienta. Y así, arrepentido, nos pueda conducir de la mano a todos a esa luz que está al final del camino para que nosotros y él nos vayamos de esta vida más tranquilos. Sé que mis hermanos han llorado, y no es para menos, yo mismo he llorado. He llorado como hombre y quiero que mis hijos y mis nietos sepan que el Tata (se emociona) “¡se puso y habló!”.
-¿Cree de verdad que su hermano Fernando puede arrepentirse, puede pedir perdón?
Mire, le quiero decir que al hacer esto no estoy pensando sólo en mi familia. Estoy convencido que un perdón de Fernando le haría muy bien a las victimas en primer lugar, a Chile en segundo lugar y al mundo, porque estos abusos lamentablemente han recorrido el mundo. El nombre de mi hermano corre por México, por Inglaterra, por Estados Unidos… Si él pidiera perdón, obviamente seria muy sanador, pero ir a pedírselo me cuesta. Y me cuesta porque Fernando tiene un carácter muy difícil. Ojalá que esta entrevista sirva en ese sentido. Quiero que se sepa que aquí hay un hermano que ha sufrido y que quiere que esto se aclare y se termine.