Director del INT responde ante muerte de paciente donde se acusa falta a ética médica
“Estas denuncias están fundamentadas por problemas interpretativos de ciertos facultativos”
13.04.2012
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Director del INT responde ante muerte de paciente donde se acusa falta a ética médica
13.04.2012
Vea investigación de CIPER: 31 profesionales del Hospital del Tórax revelan serias irregularidades que pagan los pacientes
-Quisiera comenzar hablando del caso más grave, la muerte del paciente Orlando González Anabalón.
Lamento que ese caso desafortunado haya perdido la confidencialidad de la relación médico-paciente y haya salido a la palestra pública. Esto es una trasgresión de la privacidad de la historia clínica. No he tenido tiempo de revisarlo todo, pero tengo entendido que el paciente llegó con síndrome coronario agudo y se estabilizó con medicamentos. Luego se determinó que la mejor terapia para él era un tratamiento con cirugía de bypass coronario, lo convencional para este tipo de casos. La cirugía se llevó a cabo en los tiempos habituales. El doctor (Mauricio) Villavicencio, que lo operó de urgencia, tiene sus antecedentes clínicos. Pero desafortunadamente, tuvo un desastre en el momento de la inducción de la anestesia: el paciente hizo un paro cardíaco. En el 99.9 % de los casos similares el paciente fallece. Nosotros nos la jugamos, por ser un hombre joven, así que autoricé el uso de una terapia extraordinaria para estabilizarlo (la instalación de un dispositivo de asistencia biventricular), corregir las deficiencias que habían causado este desastre y posteriormente evaluar si era candidato a un transplante de corazón. Fue una intervención de altísimo riesgo que se efectuó con éxito. Tras 48 horas en la Clínica Dávila, estable en su condición con este apoyo, los médicos estimaron que el paciente estaba en condiciones de ser trasladado de vuelta al Instituto Nacional del Tórax (INT). Se preveía que el período de estabilización iba a ser de tres a cuatro semanas y en ese tiempo nosotros ya íbamos a tener toda nuestra infraestructura caminando. Además, sabemos como manejar ese tipo de pacientes.
-A su juicio, ¿había condiciones para llevarlo de vuelta?
Por supuesto que las había. Eso que se dijo de que el traslado fue por una cuestión económica es totalmente falso. Mantener a un paciente conectado a esta bomba mientras entra a una etapa en que puede ser transplantado cuesta alrededor de $10.000.000, más una serie de costos adicionales.
Nosotros hemos tenido pacientes conectados por tres meses a estos instrumentos. Ahora, dentro de nuestro convenio, bajo ningún punto de vista teníamos contemplados tratamientos extraordinarios como éste, pero los asumimos en función de nuestros pacientes.
-¿Es pertinente el traslado del paciente en esas condiciones?
Desde el momento en que los médicos tratantes me manifiestan que el paciente está en condiciones de traslado, yo tomo la decisión, avalado de esta opinión clínica, porque soy el responsable de los recursos físicos, médicos y económicos de este hospital. Tomé la decisión de trasladarlo hacia acá con todas las precauciones. No hay dudas al respecto. Pero no fue una decisión económica; lo que primamos es que estaremos en condiciones de hacer transplantes apenas tengamos nuestra unidad operativa.
-Pero el INT no tenía pabellón disponible ni sala UCI en condiciones.
Sala UCI teníamos. No había problema con la sala UCI, ninguno.
-¿No estaba ocupada la mitad de la sala?
No. Tenemos una sala UCI perfectamente capaz de manejar no solamente eso, sino muchas otras cosas. Habitualmente ubicada en el quinto piso, había sido trasladada con todos sus instrumentos al cuarto con los mismos equipamientos, los mismos profesionales e incluso mejor equipada que la que estaba arriba. Desde esa perspectiva, teníamos condiciones de uso y contábamos con los expertos nacionales en el tema.
-¿Quiénes eran?
El doctor Mauricio Villavicencio y el doctor Víctor Rossel.
-¿No estaban de viaje en los Estados Unidos?
No, estaban aquí. Pero eso es irrelevante. Lo concreto es que el paciente cumplía criterios clínicos y nuestra única limitación, en caso de que necesitara una reexploración, era trasladarlo de vuelta a la clínica. Y eso se podía hacer y se hizo. Así que no fue temerario traérselo al INT para que viniera a tener un desastre aquí. Por supuesto que en condiciones ideales, al paciente lo mantengo el tiempo que sea necesario en mi UCI del quinto piso y no lo muevo hasta que lo transplante.
-Hay un correo que le envió a usted el jefe de servicio subrogante de pabellón, el doctor Rafael Selman, donde le dice que los médicos a los que se refiere estaban en el extranjero.
Esa es información interna del hospital. El colega que envió el correo estaba reemplazando como tercer jefe de la unidad porque el primero estaba en un curso en el extranjero y el segundo pidió permiso administrativo. En el mail pedía instrucciones de qué hacer con un paciente al que eventualmente podían estar fallándole estos dispositivos. Y la opinión de los médicos tratantes era que el dispositivo no estaba fallando. Eso fue categórico y así se puso en la ficha.
-En ese correo, el doctor Selman le dice que los médicos tratantes (Mauricio Villavicencio y Eduardo Turner) estaban en el extranjero y que no dejaron a cargo del paciente a ningún cirujano entrenado en manejo de asistencia ventricular. En la respuesta que usted le envió no lo refutó.
La decisión de hacer un convenio con una clínica particular estaba dada por la capacidad de resolver los problemas clínicos en su globalidad y, desafortunadamente, parte de estas denuncias están fundamentadas por problemas interpretativos de ciertos facultativos como el doctor Rafael Selman. Se lo digo para que quede constancia de esto, porque me lo dice como un hecho de la causa, como una verdad que tengo que salir a rebatir sólo porque el doctor Selman dictaminó en un mail que el médico tratante no estaba en Chile.
La decisión de hacer un convenio con una clínica particular estaba dada por la capacidad de resolver los problemas clínicos en su globalidad y, desafortunadamente, parte de estas denuncias están fundamentadas por problemas interpretativos de ciertos facultativos como el doctor Rafael Selman.
-CIPER tuvo acceso a esos correos y en su respuesta usted nunca le dijo al doctor Selman que eso no era cierto. Por el contrario, le dice que ellos dejaron al doctor Ernesto Larraín a cargo. Aquí no hay interpretaciones.
Quiero hacerle un alcance: cuando el Servicio de Salud contrata a una entidad, contrata la globalidad de sus servicios. En los casos de los 42 pacientes que han sido operados han participado más de 45 médicos en sus cuidados, entre los cuales, por el azar de estar contratados en la Clínica Dávila, dos de ellos que son cardiocirujanos y que además tienen la posibilidad de trabajar en el INT. Sin embargo, con fines de transparencia, en ese momento esos médicos estaban en servicio sin goce de sueldo. Yo no tenía cómo saber cuáles eran sus actividades afuera porque ya no los tenía bajo mi control. Si el doctor que operaba a los pacientes era «Pedro de los Palotes», Larraín u otro, no tenía cómo controlarlo. Yo contraté los servicios y el equipo de la Clínica Dávila me ofrecía la globalidad de la atención que necesitaba para mis pacientes, incluyendo cardiocirugías, transplantes y asistencias ventriculares, cosa que ninguno de los otros lugares a los que podíamos optar cumplían. Tenía que tomar una decisión en ese momento y ese fue el centro que tomé. Y no solamente por razones de globalidad de atención clínica, sino que también por costos.
Entre los cuarenta y tantos médicos que atendieron en nuestros casos había también dos perfusionistas, que son los mismos que están contratados acá, y al menos dos anestesistas. Y ninguno de ellos está en comisión de servicio sin goce de sueldo. Desde esa perspectiva, el manejo clínico tanto en la Dávila como en el INT, fue razonablemente bueno. Cuando surgió la sospecha de que algo podría estar pasando con la cánula de este paciente (Orlando González), personalmente me acerqué un día sábado y conversé con el equipo tratante. Incluso solicité al doctor Larraín que se apersonara porque, si había que hacer algo, él tenía que estar involucrado. Los parámetros de laboratorio indicaban que estaba gravísimo, pero estable, con diálisis, respirador mecánico y desangramiento. Los parámetros de oxigenación de ventilación de ácido base estaban equilibrados. De todas maneras, por la sospecha, el doctor Larraín y el equipo tratante decidieron llevarlo de vuelta a la Clínica Dávila. Desafortunadamente, después de la operación el paciente presentó una hipertensión pulmonar refractaria al tratamiento y falleció.
-Considerando las condiciones en que se encontraba este paciente y las capacidades que tenían en el INT para recibirlo, ¿sinceramente cree que no afectó en nada el haberlo trasladado desde la Clínica Dávila?
En las condiciones gravísimas en que estaba desde un comienzo, el que haya sido manejado con una asistencia ventricular en la Clínica Dávila y después trasladado para acá, no tiene mayor relevancia. En los pacientes con paro cardíaco y que hacen shock, la mortalidad es de un 99% a un 100%. Nosotros lo sacamos de esa situación, pero aunque lo hubiéramos tenido acá, no lo hubiéramos podido transplantar porque estaba con diálisis y con insuficiencia respiratoria. Lamentablemente es así. Que eso se tenga como perspectiva, ya que lo que hacemos hoy hasta hace poco sólo se veía en clínicas privadas y para un segmento muy chico de la población. Nosotros trabajamos para el 80% de la población del país, la que está afiliada a Fonasa. Para eso estamos. Este paciente tuvo un adverso y falleció a pesar de todo el esfuerzo, pero dudo que en una clínica privada, siendo un paciente Fonasa, le hubiesen dado el mismo apoyo.
-¿El convenio con la Clínica Dávila era la mejor opción? Las otras alternativas que le presentaron (Clínica Tabancura y Hospital Dipreca), según varios médicos, eran mejores, y fueron rechazadas sin que hubiera una explicación…
El objetivo era conseguir un lugar para poder seguir atendiendo a nuestros pacientes en un espectro que nos diera todas las posibilidades que requeríamos y con una urgencia administrativa de hacerlo de inmediato. Con la rigidez del sistema público, fue difícil llevar adelante un proceso de resolución inmediata y a un costo comparable o mejor que el que nos ofrecían las otras alternativas, pero lo hicimos. Todo el proceso administrativo fue enviado a la Contraloría General de la República para ser aprobado o rechazado. Tengo entendido que mañana (viernes 13 de abril) o pasado estará el informe final de su dictamen. La decisión de cerrar el trato con la Clínica Dávila se fundó en que nos podían dar la totalidad de las atenciones que hacíamos y a un costo que claramente era mejor. No es verdad que en el Hospital Dipreca y en la Clínica Tabancura iba a costar más barato y así se lo hicimos ver a las distintas personas que se quejaron, pero al parecer no quisieron escuchar.
-¿Es verdad que el acuerdo se cerró sin conocimiento del jefe de servicio de pabellón? Las personas consultadas por CIPER indican que él se enteró sólo cuando hubo que hacer el primer traslado de un paciente para ser intervenido quirúrgicamente y que en el convenio sólo podían participar dos médicos y dos cirujanos del equipo del INT que también trabajaban en la clínica.
La decisión estratégica del hospital de cuándo y dónde puedo mandar a hacer la producción de la cual soy responsable final, no se le consulta al jefe de servicio, se le comunica. Él no tiene potestad para disponer de los recursos físicos o económicos del hospital. Nosotros hicimos el intento formal para que nuestros médicos fueran a operar a la Clínica Dávila, pero por condiciones de acreditación sanitaria o por las razones que fueran, la clínica estaba en todo su derecho de decirnos lo que nos dijo: “No necesitamos más doctores. Yo tengo tres o cuatro cardiocirujanos que pueden hacer la producción que ustedes me están pidiendo, independiente de cómo se llamen, y tengo mis anestesistas”. Por más que quisiera que ellos trabajaran también en la clínica, no podía. ¿Qué es más importante: la satisfacción de un equipo de cardiocirujanos o la salud y amplitud de servicio de los pacientes? Yo consideré que lo era la posibilidad de darle todos los servicios concentrados en un solo lugar y a un costo más económico porque me permitía atender con los mismos recursos más pacientes. El doctor Rafael Selman, que trabaja en el Hospital Dipreca, quería que el convenio fuera con esa institución y por eso se sintió muy afectado. Pero Dipreca está en una situación muy delicada desde el punto vista asistencial, por dificultades administrativas internas. Así que no hubiéramos podido hacer la producción allá.
Desconozco si hemos vulnerado alguna norma, y tal vez peque de ingenuo porque no puedo leer todas las normas que saca el Ministerio. Y si quiere enfocarlo bajo esa perspectiva, sí, podemos tener algún grado de responsabilidad.
-¿Por qué se permitieron las obras siendo que existe una circular muy clara del Ministerio de Salud sobre cómo proceder para evitar casos de aspergilosis cuando se está con pacientes propensos a contagio?
Hay cosas que escapan a nuestro control. Nos preocupamos de atender a nuestros pacientes, pero es de común conocimiento que los hospitales del sistema público no están en condiciones ideales. Escapa a nuestro control que nuestra vecina, la Fundación Arturo López Pérez, haya decidido seis meses atrás hacer remodelaciones. Tampoco impedir que se modifique una estructura vetusta y se construya un nuevo jardín infantil para los funcionarios del Servicio de Salud Metropolitano Oriente (SSMO) a 30 metros del hospital. El programa Mi Hospital se Pone a Punto se implementó para mejorar los baños, las salas de espera, el aspecto, el acceso y la credibilidad. En medio de ese entorno que no podemos controlar, tuvimos en nuestro programa anual de transplantes de 2011 una racha que uno no puede predecir. Uno no puede planificar cuándo tener transplantes y dejar a los pacientes que tienen este acceso sin transplante por una condición potencial.
¿Pero no se está vulnerando una norma del Ministerio de Salud?
Lo desconozco, y tal vez peque de ingenuo porque no puedo leer todas las normas que saca el Ministerio. Y si quiere enfocarlo bajo esa perspectiva, sí, podemos tener algún grado de responsabilidad. En ningún momento se trató de una aspergilosis invasiva de brote. Nosotros sabíamos que el hospital no está construido idealmente para ejercer acciones tan complejas como las que realizamos, pero igual decidimos hacerlas. Tenemos que tomar las medidas preventivas para que no ocurran eventos inesperados, y para eso contamos con un protocolo de prevención, detección y manejo precoz de las posibles infecciones de pacientes sumamente complicados, como son los de transplantes. Este hongo de aspergilo está en todas partes: en su ropa, en la mía, en el polvo; y ciertamente cuando hay una obra física o hay ventoleras o movimiento de tierras uno debe estar muy atento para evitar los desastres.
-¿Por qué no se dio aviso de esos contagios al Ministerio de Salud?
La normativa dice que hay que avisar sobre los brotes, pero no tuvimos brote. El brote de aspergilosis es cuando muchos pacientes empiezan a infectarse y presentan una enfermedad clínica con el mismo tipo de hongo, la misma cepa. Eso no fue lo que pasó acá. No era el mismo hongo y ninguno de los pacientes desarrolló una enfermedad clínica porque nosotros, como parte del proyecto de protección de estos pacientes, dado que no tenemos las condiciones óptimas, les hicimos exámenes en etapa pre-clínica, por si acaso, a un costo bastante alto. Y apenas se detectó en estos pacientes la infección, se les hizo un tratamiento para salvaguardar sus vidas que también es bastante caro.
-La mañana del jueves 13 de abril, durante la inspección del SSMO, la enfermera jefe de pabellón les informó que usted la había presionado por estar preguntando por el nombre de los contagiados de aspergiliosis para que no se diera a conocer esto.
Desconozco eso. No he presionado a nadie para que no dé información. Yo me debo al estatuto que dice que no puedo revelar información clínica que le corresponde al paciente y divulgar sus nombres. No soy yo quien debe dar esa autorización. En Chile existe una confidencialidad de la relación médico-paciente y de los archivos clínicos. Por lo tanto, ni siquiera el director del hospital puede revelar los nombres.
-¿Usted presionó a alguien o intentó ocultar este tema del contagio de aspergilosis?
No, ¡enfáticamente no! Habría que ser muy mala leche para eso.
-Hablamos con los pacientes y ninguno sabía que habían sido contagiados con aspergilosis. ¿Por qué se les oculto también a ellos?
(Antes de que el director del INT alcanzara a decir algo, tomó la palabra el doctor Mauricio Villavicencio [MV], que también estaba en la oficina) Todos los pacientes sabían que estaban recibiendo medicamentos para el aspergilo. La mayoría de ellos no se acuerdan de todo lo que le damos por que son como 15 remedios y, auque uno le explica en la medida de lo humanamente posible, después se olvidan… Con los transplantes que se realizaron acá, el año pasado aumentamos en 200% los transplantes en Chile y se logró aumentar un 50% la tasa de transplante de corazón en el país. Lamentablemente existe sólo un equipo de transplante de corazón y pulmón. Y cada uno de los que lo conformamos hicimos un entrenamiento de transplante. Por eso me duele que los que no han hecho ese entrenamiento hablen de esto porque la verdad es que no saben. Me duele mucho que a la gente que está entrenada para esto no se le haya preguntado y el informe se haya publicado.
-¿O sea usted dice que los 31 profesionales que firman el documento que se entregó al Ministro de Salud, a las comisiones de Salud del Congreso, al Colegio Médico y a la directora del SSMO no tienen idea de nada y que mienten?
MV: No, no es que no tengan idea de nada, pero ellos no son especialistas en transplante…
Mi obligación como servidor público es responder con la verdad, la misma que ya he expuesto en las instancias que me lo han requerido. Yo me ofrezco a darle mi opinión una vez que los tenga a la mano para hacer un mea culpa público al respecto o exigir las disculpas de aquellos que pudiesen haberse equivocado en sus apreciaciones.
(El doctor Carlos Deck lo interrumpe y sigue con la respuesta) Hay que reconocer que muchos de los médicos que firman son anestesistas que participan en los transplantes y tienen acceso a todo lo que ocurre durante las operaciones. Pero también hay que decir que en la lista de 31 firmantes noté al menos a un becado y a dos personas que no son médicos, sino que enfermeros perfusionistas. Además aparece firmando una doctora que no es funcionaria del hospital, sino que viene a desarrollar actividades académicas o de investigación. La planta médica del hospital es de 86 médicos de una comunidad hospitalaria de 500. Por lo tanto es inexacto hablar de la mayoría de médicos: sólo 28 de esos 86 pusieron su firma. De los demás, muchos no están de acuerdo con esa carta. Aunque es cierto que hay que respetarla porque es un ejercicio de la libertad de expresión y creo que es bueno revisar los procesos para ver si se cometen errores, sobre todo en beneficio de nuestros pacientes.
-¿Usted cree que los médicos, los 28 que menciona como válidos, han faltado a la verdad en la denuncia que hacen a las diferentes instancias públicas?
Mire, tengo una opinión personal al respecto que me la voy a reservar porque hay procesos de auditoría que están evaluando nuestras actividades y aún están abiertos en la Contraloría General de la República, el Ministerio de Salud y el SSMO. Sería muy poco prudente pronunciarme antes de que esos dictámenes estén disponibles. Mi obligación como servidor público es responder con la verdad, la misma que ya he expuesto en las instancias que me lo han requerido. Ahora estoy esperando esos dictámenes para que me digan si estoy o no en lo correcto. Yo me ofrezco a darle mi opinión una vez que los tenga a la mano para hacer un mea culpa público al respecto o exigir las disculpas de aquellos que pudiesen haberse equivocado en sus apreciaciones.