Efectos del fraude de La Polar según el vicepresidente del Colegio de Contadores Auditores
«En este momento la profesión del auditor está en el mismo papel que el cura pedófilo»
01.12.2011
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Efectos del fraude de La Polar según el vicepresidente del Colegio de Contadores Auditores
01.12.2011
Nueva pista del fraude: El auditor externo de La Polar que se convirtió en asesor clave de gerencia
-¿Qué responsabilidad le asigna usted a los auditores externos en la no detección oportuna del millonario fraude de La Polar?
No hay que perder de vista que cuando un auditor llega a una empresa, va a revisar la información que la empresa ya tiene. Si ya se ha cometido un delito, éste ya se cometió y el auditor llega a revisar. Nos encontramos frente a la situación que el auditor tiene que hacer su labor con las siguientes herramientas: con su experiencia, su conocimiento, su equipo de trabajo y apoyo informático. Y en lo personal, con un código de ética construido a través del tiempo cuyo elemento fundamental es que el auditor busca encontrar la verdad. Pero considerando lo que hoy conocemos de lo ocurrido en La Polar, esto se convierte en una fábrica de mentiras. Y la verdad es que los elementos con los que uno trabaja como auditor están hechos para trabajar en situaciones normales y esto comienza a perfilarse como una situación anormal.
-Ante la magnitud y persistencia del fraude, que muestra el cuadro que describe la progresión de los clientes con repactaciones unilaterales entre 1998 y el 2011, ¿no le parece que incluso con los elementos entregados por los ejecutivos de La Polar debería haberle levantado sospechas a un equipo auditor con experiencia?
De acuerdo con esto, cuando había ocho, siete, incluso mil setecientas repactaciones unilaterales, podrían haber pasado inadvertidas ante la mirada del auditor. Pero ya desde el año 2003 en adelante, cuando eran más de cincuenta mil, los auditores debieron haberse dado cuenta. Porque cincuenta y tres mil quinientas repactaciones unilaterales es una cantidad significativa. Uno hace todo el trabajo de auditoría de acuerdo a muestras, no revisa todo, pero en las muestras estas repactaciones unilaterales debieron haber aparecido.
-De acuerdo a su experiencia, ¿hay algún factor profesional que facilite este tipo de errores?
Hay un elemento que es un defecto en este trabajo profesional y es que antiguamente a uno le entregaban una lista con todos los deudores y uno revisaba uno a uno. Relacionaba nombres con cifras. Hoy en día a uno le entregan un listado, lo toma y lo cruza con otra información. ¿Pero qué información fue la que se cruzó? Eso no queda claro. Esa es probablemente una falta de acuciosidad que no se la achaco a PricewaterhouseCoopers (PwC), la última auditora de La Polar, sino que es un problema de la profesión en este momento.
-¿Considera usted que faltan leyes que regulen el trabajo de los auditores?
Los auditores en este momento cargamos con una cantidad enorme de responsabilidad frente al trabajo de auditoría que se hace para entregar información verídica a la Superintendencia de Sociedades Anónimas. Y esa responsabilidad la carga el auditor y su equipo de trabajo. No existe ninguna sanción para la empresa que entrega información falsa a los auditores. No hay una ley que obligue al gerente de manera indelegable, con nombre y apellido, a entregar responsablemente los antecedentes de la empresa. Y en caso de que sea información falsa, recaiga en esa persona la responsabilidad. Por otro lado, existen ciertas normas que no se respetan. Por ejemplo, que las empresas auditoras debieran tener giro único. Es decir, que el único servicio que las empresas auditoras le debieran prestar al cliente es el de auditoría. Hoy en día las empresas de auditores que prestan servicios de auditoría externa no pueden prestar el servicio de auditoría interna. Sólo pueden prestar de manera adicional el servicio de asesoría tributaria. Eso es lo que dice la ley, pero no se cumple. Y las empresas prestan todas las asesorías para las que están preparadas los auditores: servicios legales, impuestos, asesorías económicas, además de la auditoría de estados financieros.
-¿Y qué responsabilidad recae en el directorio de una empresa que entrega información falsa?
Existe la obligación de que el directorio contrate a los auditores y proponga a la empresa que los va a auditar a la junta de accionistas. Sin embargo, los directores normalmente le delegan esa responsabilidad al gerente. Entonces, quien se entiende con los auditores es el gerente: el fiscalizado es supervisor del que lo revisa. Hay situaciones como éstas que afectan la independencia del juicio profesional. Por eso, el directorio debería contratar a los auditores y esa responsabilidad debiera ser indelegable.
-Así como el bullado caso Enron es considerado la crisis de los auditores en Estados Unidos, ¿está el rubro nacional viviendo su propia crisis a partir del fraude en La Polar?
Definitivamente. Ahora, en este momento, la profesión de auditor – y esa es mi preocupación – está en el mismo papel del cura pedófilo, del policía ladrón, del juez venial. De manera que no somos cien por ciento creíbles y para el auditor lo más importante es su credibilidad. Desconocer esa realidad seria engañarnos a nosotros mismos.
-¿Y qué piensan hacer al respecto? ¿Traerá esta crisis alguna consecuencia para el ejercicio de la profesión?
Tuvimos una convención el mes pasado al respecto. Para resolver parte de todos estos problemas estamos proponiendo que así como existe un registro conservador de comercio donde uno entrega la escritura y luego se convierte en un documento público, debiera existir también un registro de antecedentes que recopile, por ejemplo, actas de los directorios. Tiene que haber algún elemento que impida que lo que se declare hoy, pueda ser modificado mañana. Además, como Colegio de Contadores Auditores hemos discutido la conveniencia de realizar una segunda auditoría. Es una cuestión que está muy en el debate en Europa. Una segunda auditoría que audite a la primera, y también a la empresa auditada para que luego se comparen resultados. Por último, se discutió también la posibilidad de que a las auditoras no las contraten las mismas empresas, sino que rindan cuentas directamente, por ejemplo, a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS).