Menor internada en Clínica Dávila sufre grave síndrome y su madre acusa que no recibió atención oportuna
29.11.2011
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29.11.2011
Les escribo para hacer una denuncia por una negligencia en la Clínica Dávila que puso en riesgo vital a mi hija Katleen Leiva, de 16 años. Ella fue hospitalizada el 28 de junio del 2011 en el cuarto piso quirúrgico, habitación 430-D. Estaba diagnosticada con rubeola y el 22 de ese mes su caso había sido avisado al Ministerio de Salud. Luego, el 28, en su control médico, la doctora María Carreño decidió hospitalizarla por un cuadro infeccioso, pero eso fue descartado por el doctor Pablo Gaete, infectólogo, quien ese mismo día diagnosticó un Síndrome de Stevens-Johnson, causado por la ingesta del medicamento carbamazepina (prescrito por la siquiatra Luz Carolina Valdez). El Síndrome de Stevens-Johnson es una enfermedad muy grave. El Doctor Gaete me informó que si se comprometían las vías aéreas, se complicaba.
El 1 de julio mi hija se agravó, por lo que me había comentado el infectólogo comenzó a votar flemas con sangre, sufrió hemorragia nasal y comenzó a hincharse. Ella decía que le dolía un pulmón y todo su cuerpo. Sólo se le administraron calmantes. Comenzamos a pedir un doctor, cosa que nos fue negada y que se indica como un derecho en la carta al paciente. Esto se extendió toda la tarde y la noche. Mi hija esa noche deliró y a la mañana siguiente pedí que se llamara a la doctora Carreño, su médico tratante. De nuevo me fue negado, argumentando que la doctora pasaba visita a cualquiera hora de la mañana (un médico de la UCI me dijo después que si hubiera llegado una hora más tarde, mi hija muere). Tuve que llamarla yo a su consulta en la misma clínica. Ella subió, se dio cuenta de la gravedad de mi hija y fue trasladada a la UCI con diagnóstico de falla multisistémica con riesgo vital.
Cuando ya estaba mejor, volvió a caer con riesgo vital por un edema cerebral y problemas de presión. Todo esto causado porque no nos prestaron los servicios correspondientes a una enfermedad tan grave como el Síndrome de Stevens-Johnson. La respuesta de la Clínica Dávila fue que las enfermeras tenían solo seis meses de práctica y por esto mi hija estuvo a punto de perder la vida. Las enfermeras que estuvieron a cargo mi hija ese día son las señoritas Sandra Carreño y Viviana Maravolí. Ellas no quisieron llamar a un médico, en circunstancias que el doctor a cargo de la sección cuarto piso quirúrgico, Ángel Vargas, nos dijo en la reunión que tuvimos con representantes de la clínica que él estaba en esa sección en esos momentos y que, si él no hubiese podido ir, las enfermeras debían llamar a un doctor de la UCI.
La clínica no se hace responsable por tener enfermeras con tan poca experiencia para enfrentar un caso tan grave como un Síndrome de Stevens-Johnson, argumentando que estas enfermeras ahora están siendo capacitadas y que ya fueron amonestadas. Pero si se cometió un error tan grave, que comprometió una vida de una niña, lo mínimo que se puede hacer es despedir a esas enfermeras que no cumplen ni siquiera con la calidad humana para estar a cargo de personas, pues a mi hija le dijeron que se hiciera mujer y aguantara los dolores.
Yo manejo toda la información que se necesite en caso de que alguien quiera verla e incluso una grabación donde se afirma por parte de la clínica la poca experiencia de las enfermeras.
La clínica ni siquiera se hace cargo del daño sicológico causado a toda la familia y en especial a mi hija, que ya tenía depresión (por eso se le dio el medicamento carbamazepina) y perdió el año escolar. En estos momentos mi hija sufre un cuadro post traumático, porque recuerda lo que pasó esos días en la UTI y en la UCI.