La réplica de la Esmeralda es mía
19.05.2011
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19.05.2011
Soy arquitecto naval desde 1962, cuando obtuve mi título en la Universidad de Sunderland, Inglaterra. Después de más de 50 años de experiencia internacional, en 2003 desarrollé un nuevo concepto para construir museos y centros culturales marítimos o navales. Así nació mi obra “Réplica Corbeta Esmeralda”. En ningún lugar del mundo se había hecho algo así.
El concepto tradicional de museo marítimo o naval consiste en un edificio complementado por naves originales o réplicas flotando en el borde costero contiguo. La dificultad de construir réplicas de naves antiguas es que son caras, ya que se requiere cumplir con normas internacionales y nacionales, materiales, artesanías, tecnologías y conocimientos especiales de naves de la época. Pero también es necesario disponer de un muelle en aguas calmas y con la profundidad suficiente en las cercanías del edificio del museo, lo que importa muchas veces costos que pueden exceder los de la propia nave. Y a todo eso debe agregarse el costo del edificio del museo.
Considerando eso, desarrollé un innovador concepto de museos y centros culturales marítimos y navales, el que en el caso de la corbeta Esmeralda de Prat, se encuentra plasmado en las obras “Réplica de Corbetas Esmeralda en Iquique. Nuevo Concepto de Museos Marítimos” y “Centro Cultural y Museo Marítimo Corbeta Esmeralda”, ambos debidamente registrados a mi nombre en el Registro de Propiedad Intelectual.
Esta innovación consiste en una unión complementaria entre una estructura con la forma de una réplica parcial de bajo costo de una nave emblemática (sólo desde la línea de agua hacia arriba) y una estructura de soporte subterránea. Esta última es un edificio que ha de responder a las necesidades funcionales museológicas. Tanto este edificio como la nave replicada se construyen en tierra firme, quedando la nave rodeada por un espejo de agua que da la impresión de encontrarse fondeada, flotando a palo seco en el mar.
2. Presentación a las autoridades regionales y a Minera Doña Inés de Collahuasi
En 2005, como un aporte al Bicentenario, presenté este concepto a la Municipalidad de Iquique y al Gobierno Regional. Yo me encargaría del desarrollo completo del proyecto y al terminar, sería parte de la administración del Museo y Centro Cultural. Como mi propuesta era casi un 90% más barata en relación a los museos tradicionales con nave flotando, en una reunión a la que asistió todo el Concejo Regional se aprobó la ejecución de mi obra. Allí se sumó también el apoyo de la Armada de Chile.
Después hubo varias presentaciones a la Intendencia y, en una de ellas, estuvo el entonces comandante en jefe de la Armada y actual presidente de la Corporación del Patrimonio Marítimo de Chile, almirante Rodolfo Codina. Él hoy participa en la administración de la construcción de mi obra, la que ha sido proclamada públicamente por Minera Doña Inés de Collahuasi como propia.Mi obra requería fondos reducidos pero importantes. Por eso la Intendencia encargó la búsqueda de financiamiento a través de la Ley de Donaciones Culturales. Se le consultó a Minera Doña Inés de Collahuasi, quienes aceptaron realizar un aporte de $53 millones para financiar los estudios, luego de una presentación que efectué en Iquique el 9 de noviembre de 2005.
Como prácticamente no existía información sobre la corbeta y la construcción de una réplica suponía elaborar planos muy detallados, era fundamental llevar a cabo una sólida investigación histórica. Y fui yo quien la realizó y elaboró los planos y especificaciones en detalle, con la colaboración de un equipo multidisciplinario compuesto por más de 20 personas que seleccioné, constituí y dirigí.
Como en el Museo Naval de Valparaíso no tenían información de valor sobre la corbeta Esmeralda, nos vimos obligados a comenzar casi desde cero. Analizamos decenas de veces los únicos videos submarinos de los restos. Estudié fotos borrosas y parciales, maquetas, cuadros de Somercales y relatos de sobrevivientes. Además, no había planos originales. Entre mis gestiones descubrí también la existencia de la fragata Jylland en Dinamarca, la única original en el mundo con un sistema de propulsión semejante a La Esmeralda.
El trabajo derivó en el texto de mi autoría llamado “Investigación Histórica y Especificaciones Originales de la Nave”, incluido en el documento “Centro Cultural y Museo Marítimo Corbeta Esmeralda”, inscrito en el Registro de Propiedad Intelectual con el número 163.620, el 20 de junio de 2007. A partir de esta investigación se afinó el proyecto de mi obra, incluyendo cómo se construiría la nave parcial, cuáles serían las obras marítimas frente al borde costero, la selección del emplazamiento más conveniente (Paseo Lynch) y el detalle de las especificaciones del edificio. También incluía un documento tentativo de Bases de Licitación y el borrador de la escritura de la corporación cultural que construiría y administraría el museo. Todo lo anterior también forma parte de lo inscrito en el Registro de Propiedad Intelectual.
En este punto, como creador de la obra, todo se dejó en mis manos. Lo único que faltaba era la licitación para el inicio de las obras y la creación de una corporación cultural.
El 22 de mayo de 2007 entregué el informe final a Carlos Merino, quien entonces era rector de la Universidad Arturo Prat. Él le entregó los documentos en una ceremonia pública a la nueva intendenta de Tarapacá, Antonella Sciaraffia. Ese mismo día se firmó un acta de entrega y recepción del proyecto y Collahuasi formalizó públicamente un aporte de US$ 3.000.000 para construir mi obra. Los US$ 2,2 millones restantes serían puestos por el Estado. Entonces, Juan Carlos Palma, vicepresidente legal y de Asuntos Externos de Collahuasi, me preguntó sobre el modo en que me parecía que debería continuar el proyecto. Le dije que le enviaría mis sugerencias por correo electrónico. Lo hice el 14 de junio de 2007, detallando el camino a seguir para llamar a licitación y crear definitivamente la corporación que se encargaría de administrar el museo.
Después del acto, quedé a la espera de que el Gobierno Regional reuniese los fondos para continuar el proyecto. Durante este período, se me pidió que entregase copias de los informes finales a la Presidenta Michelle Bachelet, al entonces Comandante en Jefe de la Armada, Rodolfo Codina y al jefe del Estado Mayor de la Armada de Iquique, Kenneth Pugh.
3. La apropiación del proyecto por parte de la Minera Doña Inés de Collahuasi y la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile.
Mientras esperaba la respuesta del Gobierno Regional, me enteré por la prensa que entre la Intendencia, la Armada, la Minera Doña Inés de Collahuasi y la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile, se había celebrado en octubre de 2007 un contrato de asociación para realizar la obra que yo ya había propuesto, hecho y entregado pocos meses antes.
La Presidenta de la Corporación mencionada, Cecilia García-Huidobro, informó a la prensa y a través de la página web de la institución, que había formado un equipo multidisciplinario de ex oficiales de la Armada, que se encargaría de realizar estudios que hasta la fecha nunca se habían realizado y de entregar los resultados del proyecto de construcción en mayo del año 2008.
Al revisar lo que proponía, no es difícil notar la evidente similitud con mi proyecto y el intento abierto de hacerlo aparecer como algo nuevo que se iba a estudiar y desarrollar en el futuro, siendo que ya todo estaba confeccionado. Le había entregado los antecedentes de mi trabajo a quienes ahora aparecían ante la opinión pública autodenominándose como “impulsores” de una “idea nueva”.
Envié dos cartas certificadas a la intendenta Sciaraffia para obtener explicaciones, pero nunca tuve respuesta. Lo mismo pasó con mis consultas a la corporación presidida por García Huidobro, contratada por Collahuasi. El único que me respondió fue el encargado de Asuntos Legales y Externos de Collahuasi, Juan Carlos Palma. Él me contestó por e-mail que desconocía mi autoría e iniciativa del proyecto, alegando que la idea fue de los trabajadores de la mina en una encuesta donde la mayoría habría marcado la opción de construir una réplica de la corbeta Esmeralda.
Más tarde, el consejero Alfredo Montiglio, en una entrevista a la radio Digital de Iquique, corroboró lo anterior y afirmó que, junto con el inicio de esta “nueva” iniciativa de la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile, todos los planos, especificaciones y estudios entregados por mí a la Intendencia habían desaparecido.
Simultáneamente, dado que la propuesta de construir un edificio bajo la nave era incierta, ya que no se había formado la corporación que propuse, desarrollé por mi cuenta y costo una versión del proyecto propuesto en 2005, sin el edificio subterráneo, volviendo al espejo de agua oval. Los planos generales y especificaciones técnicas de esa versión se registraron igualmente en el Registro de Propiedad Intelectual el 23 de noviembre de 2009, con el número 186.442.
El proyecto desarrollado por la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile fue presentado a Collahuasi en 2009, después de haber usado nuevos aportes bajo la Ley de Donaciones Culturales por un monto cercano a los $400 millones. Pero todo resultó inviable: tratando de diferenciarse de mi propuesta, imaginaron la nave en el mismo lugar que escogí, pero con su casco completo metido en un dique seco, lo que por su altísimo costo y absurdo técnico, fue descartado en definitivamente.
A fines de ese mismo año, se decide traspasar el desarrollo y adaptaciones del mismo proyecto fallido a la Corporación del Patrimonio Marítimo de Chile, donde García-Huidobro también es directora y el presidente es el ex Comadante en Jefe de la Armada, Rodolfo Codina. Esta nueva corporación “ajustó” en pocas semanas el proyecto a la idea inicial que presenté, contratando de inmediato al astillero Marco Chilena para la ejecución de las obras durante los primeros meses de 2010. El proyecto hoy en construcción y que este 21 de mayo inaugurará el Presidente Sebastián Piñera, después de más de 3 años de supuestos estudios y ajustes de alcance, es exactamente el mismo que proyecté para mi obra y entregué tres años antes.
De todo esto no me quedó ni un peso: toda la plata del financiamiento inicial se gastó en el proyecto. Pero eso no me importa: lo que quiero es que se reconozca mi autoría. Hace unas semanas entregué todos los antecedentes al 4º Juzgado de Garantía de Santiago e interpuse una querella contra quienes resulten responsables de la apropiación de mi obra.
En las diapositivas donde el Gobierno de Chile promociona las obras bicentenario, en el acápite del museo de que trata esta denuncia, se muestra una fotografía de la maqueta que elaboré y se describe la obra de esta forma: “Se creará una réplica de la corbeta Esmeralda en la bahía de Iquique, la que se ubicará en el parque Lynch de esa ciudad, sobre un espejo de agua”.