Diez días de miedo en las manos del Holding Banmédica
06.05.2011
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06.05.2011
El martes 5 de abril concurrí en la Clínica Santa María a la consulta del doctor Azócar con el fin de ver una dureza (poroto) que tenía en la planta del pie derecho y que me molestaba al pisar. Asimismo, le hice la consulta respecto de la epicondilitis que me afecta desde hace cinco meses.
Respecto del primer punto su respuesta fue: “Tómese un antiinflamatorio (me dio una receta para comprar Celebra) y sáquese una ecografía y me la trae”.
Respecto al segundo punto, y tras señalarle que para tratar la epicondilitis ya había sido infiltrado dos veces y además tenido más de 30 sesiones de kinesiología, me dijo “lo mejor es operar”. Le señalé que la información que yo tenía es que ni el 2% de las epicondilitis se opera, porque el resultado es malo. “Tráigame la ecografía del pie y ahí vemos”.
El viernes 8, y viendo que aumentaban el dolor y la dureza en la planta del pie, concurrí nuevamente a la Clínica Santa María donde el doctor Azócar. Me señalaron que no estaba. Pedí atenderme con otro médico, ya que el dolor aumentaba y tenía la ecografía. Me dieron hora con el doctor Díaz.
El doctor Díaz, con ecografía en mano y viendo la protuberancia de la planta del pie, me indicó que tomara un antibiótico (me dio una receta para comprar Flucloxacilina) y que mantuviera reposo. Le señalé que me parecía extraño esperar, ya que sin ser yo médico y viendo que se veía ennegrecida la piel, creía indicado hacer una incisión para tomar una muestra. Me dijo que volviera el lunes y lo vería conjuntamente con el doctor Azócar.
Le tomé una foto al pie con mi celular (fue una tincada).
Hice el reposo indicado. La molestia fue aumentando y la planta del pie se siguió hinchando y cambiando de color.
Durante la noche del domingo sentí fuertes dolores, que no me dejaron dormir bien. Tomé cuatro paracetamol durante la noche.
El lunes 11 decidí concurrir a Urgencia de la Clínica Dávila, ya que mi plan con isapre Vida Tres la considera como convenio. Manejé con gran dificultad. Llegué a eso de las 10:30. Estacioné frente a la puerta de Urgencia y le pedí a un guardia que me ayudara. Trajo una silla de ruedas y dejé estacionado el auto en ese mismo lugar. Le pregunté si le dejaba las llaves por si había que moverlo. Me respondió que si era necesario, me ubicaría. Me acercó en la silla de ruedas al mesón donde me preguntaron lo habitual para una urgencia y me hicieron firmar un pagaré para recién entonces ver si había posibilidad de atención. Después de esperar cerca de media hora, me llevaron a un box.
Apareció un médico joven (creo que se llamaba doctor Lira), que me preguntó por lo que me traía a Urgencia, mientras miraba el estado en que se encontraba el pie. Tras comentar que se veía feo, fue a llamar al médico a cargo, el doctor Terrazas, que apareció después de 15 minutos. (Se me ocurrió tomar una foto del pie, como prueba del estado en que llegué a la clínica). El doctor Terrazas repitió que se veía feo. Me preguntó si tenía diabetes. Respondí que no. Me dijo que pediría la opinión de otro medico especialista y apareció tras otros 15 minutos con el traumatólogo doctor Monasterio. Me preguntó si tenía diabetes. Le dije que no. Tras comentar este último que esto se veía feo, señaló que sería conveniente hacer un drenaje. Al parecer “alguien” se atrevió a ordenarlo (¿?) y fue ejecutado por personal auxiliar. Afortunadamente, “alguien” contactó a un infectólogo, quien ordenó un cultivo, que fue efectuado sobre la marcha. En un momento había cuatro médicos y dos auxiliares en el box. Me preocupé: mucha gente para un caso… Luego, desaparecieron todos. Cogí el celular y saqué una foto tras el drenaje.
Después de otra media hora de espera, el doctor Terrazas apareció y me señaló que era conveniente que me internaran para aplicarme unos antibióticos intravenosos, a lo que asentí. Me señalaron que el doctor Zink había sido asignado al caso.
Me trasladaron a un habitáculo con cortinas, donde me tuvieron por más de una hora hasta que apareció un funcionario que, tras señalarme que yo era apto de crédito, pues habían visto en el sistema si tenía Dicom, me pidió firmar otro pagaré y gentilmente me dio a elegir el tipo de habitación.
Alrededor de las 16:00 llegué a la habitación 523 b, donde me recibió la enfermera señorita Gisela. Me hizo las preguntas de rigor (léase alergias, enfermedades, etc.)
Al preguntarle si podía tomar agua y si era factible comer algo, ya que estaba en ayunas, me señaló que tenía que consultarlo con el médico asignado al caso, el doctor Zink, pero que no sabía dónde ubicarlo.
Eran las 18:00 y aún no aparecía el doctor Zink. Nuevamente le pregunté a la enfermera señorita Gisela si podía beber y comer algo. Me contestó que dependía del doctor. Tampoco me permitió ir a orinar. Respecto del doctor Zink, sólo me señaló que “parece que está en pabellón”.
A las 19:30 apareció en la habitación el doctor Manfred Zink. Me preguntó si tenía diabetes. Le dije que no. Luego me dijo que él no tenía nada que ver con este tipo de problema, que debería verlo un traumatólogo especialista en pie.
Ante esta situación me exasperé y le dije que esto estaba rayando en lo increíble. Horas esperando sin agua, sin comida, sin un médico a cargo, sin poder orinar, con una enfermera inepta, siendo un caso de Urgencia. Me dijo que había un libro de reclamos.
Se fue y volvió a la media hora. Me dijo que había contactado a un traumatólogo, el doctor Besser, y a una infectóloga, la doctora Bustamante, pero que me verían al día siguiente. Autorizó una dieta normal y pude ir al baño. Asimismo cogió instrumental e hizo una curación provisoria, cortando los excedentes de piel después del drenaje.
A las 22:00 apareció una auxiliar con comida liviana y una botella de agua. Posteriormente me pusieron una aguja y empezaron a introducir analgésicos y otras cosas desconocidas.
El martes 12, alrededor de las 10:00 vino el doctor Zink para ver cómo estaba. Me reiteró que vendrían los médicos ya mencionados. A eso del medio día apareció el doctor Besser. Vio la herida y dijo que eso no lo veía él, que llamaran al doctor Salas para que efectuara un aseo quirúrgico y se fue, sin antes preguntarme si tenía diabetes.
Después de las 14:00 llegó la doctora Bustamante. Me dijo que había visto el preinforme del cultivo y que había indicado unos antibióticos. Agregó que tendría que esperar hasta el día siguiente para ver el resultado definitivo.
Por la tarde apareció el doctor Salas para decirme, amablemente, que había solicitado pabellón y que se programó para las 20:00. A las 20:15 pasó a decir que lo postergaron para las 22:00, que tuviera paciencia y cenara tranquilo. A eso de las 22:00 nuevamente me dijo que habían postergado el pabellón para las 24:00. Me dormí. De repente sentí que alguien me despertaba. Era el doctor Zink que pasaba a verme. Le comenté de las postergaciones en pabellón.
Recién a la 01:30 del miércoles 13 me llevaron a pabellón para el aseo quirúrgico. Se acercaron dos doctoras anestesistas muy amables. Me dieron alternativas de anestesias (raquídea o total), todo ello al ritmo de la música ambiental (salsa y reggaeton). Escogí raquídea y les pedí que me indujeran el sueño porque estaba tenso y más con esa música. Accedieron.
El doctor Salas me preguntó si tenía diabetes. Le dije que no. Al parecer no me creyó. Ordenó una muestra inmediata. Confirmado: No tengo diabetes. Le consulté al doctor Salas por qué tantas veces la misma pregunta y me respondió que el examen que me hicieron en Urgencia mostraba índices altos (¿?).
Me dormí.
Desperté a las 03.45 en recuperación. A las 04:00 estaba en la habitación. Exhausto. Me pregunto cómo estaría el doctor Salas después de 20 horas de trabajo continuo. Yo sólo esperaba que hubiera hecho un buen trabajo en esas condiciones laborales. Dormí un par de horas. A las 06:00 ya estaba la auxiliar despertándome para hacer el aseo personal.
Durante el día apareció el doctor Zink, muy atento, para saber cómo iba todo. Le pregunté si seguía a dieta, ya que el desayuno y las comidas eran un tanto frugales. Me señaló que podía comer normalmente.
Me acordé que el auto lo había dejado en la puerta de Urgencia. Tres días estacionado frente al acceso y nadie reclamó ni me pidió las llaves. Llamé a un amigo para que lo viniera a buscar.
El jueves fue distinto. Parece que surtió efecto el reclamo respecto de la dieta. Cambió la cantidad. El desayuno se duplicó. El almuerzo fue bueno. La enfermera era otra. Me dijo que la doctora Bustamante vendría por la tarde. No apareció. Apareció el doctor Salas, para comentarme que había tomado otra muestra de tejido para análisis. Me pareció proactivo de su parte.
Me dieron “once” contundente. Pensé: “¿Me estarán dorando la píldora por lo mal que me atendieron al principio?” A las 19:30 trajeron la cena. No pude comerlo todo. Me llamó la atención nuevamente que la misma auxiliar de día estaba en el turno de noche. Explicación: falta personal.
El viernes 15 nuevamente me visitó el doctor Zink. Muy gentil. En la misma mañana apareció el doctor Salas a hacer la curación. Encontró que había evolucionado bien la herida. Le tomé una foto. Le pregunté si podía irme. Me señaló que la doctora Bustamante definía si estaba en condiciones para el alta.
Después de almuerzo, a las 13:00, apareció la doctora Bustamante. Vio la foto de la herida tras la curación. Me dijo que estaba muy bien. Que había sido un stafilococcus. Algo que todo el mundo tiene en la piel y que se mete al organismo por cualquier lugar de tejido débil. Es muy común. Me recetó un antibiótico -Cefadroxilo, un gramo cada ocho horas por 10 días- y que podía irme. Pero el alta no lo daba ella, sino el doctor Salas (¿?). Me anotó el nombre de otra doctora para que me controlara en una semana, porque ella no tiene consulta (¿?).
Llamé a la enfermera señorita Gisela (la misma del primer día que me tuvo sin agua y sin comida) para pedirle que ubicara al doctor Salas para el alta. Me dijo que no podía ubicarlo, porque los teléfonos no funcionaban (¡!). Tras esperar por largas horas le comenté a una auxiliar lo de los teléfonos. Me señaló que era cierto, pero que ella ubicaría al doctor Salas. En menos de 15 minutos estaba el doctor Salas con el alta, lamentando haberme hecho esperar torpemente toda la tarde. Nadie le había avisado. Me indicó que volviera el lunes 18 entre las 17:00 y 19:00 en la zona de consultas para hacer una curación. Agregó que fuera a la consulta del doctor Besser (Vidaintegra) para ver si era necesario un injerto de tejido (¿?).
A las 18:15 me dieron el alta. La auxiliar que me llevó en silla de ruedas hasta la salida de la clínica me hizo firmar un papel y me entregó otro que decía: “Ud. tiene un plazo de tantos días para arreglar el pago”.
Tomé un taxi y arranqué de la Clínica Dávila.
Otros antecedentes:
-El suscrito es cliente de isapre Vida Tres desde 2003. Tiene 56 años.
-En 2005 enfermó de depresión severa. La isapre le caducó el contrato por supuesta preexistencia. Por orden de la Superintendencia de Salud debió reincorporarlo.
-Trasladó su domicilio donde su madre de 89 años actualmente, por falta de medios económicos.
-Dificultaron el pago de Licencias Médicas durante más de 16 meses, teniendo que ir periódicamente a la Compin . Sufrió varias recaídas.
-Dejaron de pagar las Licencias Médicas durante más de 10 meses.
-Por orden de la Superintendencia de Seguridad Social le pagaron todo de una vez.
-El suscrito fue pensionado por Invalidez Transitoria en 2008 con $410 mil mensuales.
-Se acogió a Ges-Auge con diagnóstico Depresión severa refractaria. Está en terapia semanal y control médico psiquiátrico periódicamente desde hace tres años.
-La isapre Vida Tres comunicó al suscrito la modificación de valor de su plan por cambio en el factor etáreo, aumentando el valor en más de 50%, por lo que presentó ante la Superintendencia de Salud un solicitud de arbitraje, para suspender ese reajuste.
-Por lo anterior el suscrito es cliente cautivo de isapre Vida Tres.
La isapre Vida Tres, la Clínica Santa María y la Clínica Dávila pertenecen al holding Banmedica, como asimismo Vidaintegra.