CASEN: El gasto social no es ineficiente, es insuficiente
17.07.2010
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17.07.2010
El monto que Chile gasta en transferir directamente dinero para combatir la pobreza es bajísimo en comparación con otros países de igual nivel de desarrollo. Durante la última década, la porción del PIB destinada al gasto social tampoco ha aumentado. Se culpa a la ineficiencia de los planes sociales del aumento de la pobreza, pero lo que hay que revisar es cuánto se está invirtiendo para combatirla.
En la literatura económica se destacan básicamente dos caminos para combatir la pobreza de ingresos: crecimiento económico y transferencias monetarias (condicionadas y no condicionadas). El gasto social en Chile para combatir la pobreza monetaria usando transferencias monetarias es bajo (0.7% del PIB), no solamente con respecto a países más desarrollados (2% del PIB en OECD, 1,5% en Europa Continental), sino con respecto a países de igual desarrollo (1,2% del PIB en América Latina).
Aún así, incluso el actual mínimo gasto social en este tipo de transferencias tiene un impacto relevante sobre la pobreza de ingresos. Usando la CASEN 2006, si calculamos la pobreza sin subsidios monetarios ésta sería 17,9%, es decir este tipo de subsidios impidió que la pobreza fuera un 30% más alta ese año.
El gasto social era 16% del PIB el año 2003 y se ha mantenido estable en esa proporción durante los últimos 10 años. Este gasto es bajo en comparación al promedio OECD (25%), Europa Continental (30%) y Estados Unidos (20%). De ese total, el año 2003 solamente un 4% se gastaba en transferencias monetarias de asistencia social a los más pobres, el resto corresponde a educación, salud, vivienda, pensiones del INP y FFAA, y otros. A su vez, ese 4% del gasto social se compone mayormente (46%) de pensiones asistenciales (PASIS), 12% de subsidio único familiar (SUF), 10% de otros subsidios a las familias, 7% en subsidios de agua potable, 7% en becas, 3.3% en transferencias en especies como útiles escolares y alimentación escolar, 3.3% en Chile Solidario y 12% en otros tipos de transferencias de protección social. Es decir, Chile Solidario, el programa más importante contra la extrema pobreza en Chile, gasta aproximadamente 0.08% del PIB.
Dado este gasto social mínimo en transferencias monetarias de asistencia social a los más pobres, ¿por qué esperar tanto de él?
Chile ha basado su combate contra la pobreza principalmente en crecimiento económico y su consecuente creación de empleo. Sin embargo, cuando el crecimiento se deteriora en periodos de crisis económicas, si no existe protección a los ingresos laborales, las condiciones socioeconómicas de los más pobres se ven deterioradas significativamente. Un mecanismo de protección a los ingresos es el seguro de desempleo. Sin embargo, éste solamente está disponible para los trabajadores del sector formal y el 45% de los trabajadores asalariados del 10% más pobre es informal. Por otra parte, los deciles mas pobres también presentan las mayores tasas de desocupación e inactividad laboral.
En América Latina hay varias experiencias de transferencias monetarias (condicionadas) que tienen efectos significativos en el combate contra la pobreza (Progresa de México y Bolsa Familia de Brasil, cuyos costos son 0,37% del PIB). Son transferencias que no dependen del ciclo económico sino que aseguran un mínimo de ingreso si las familias cumplen con ciertas condiciones referidas principalmente al capital humano de los niños.
Cuando en Chile logremos diseñar un mecanismo de transferencias de ingresos a los más pobres que sea relevante y no dependa del ciclo económico, entonces podremos esperar algo del gasto social en el combate contra a pobreza en medio de una crisis. Hasta ahora, con el actual mínimo gasto social en protección social, que la pobreza haya aumentado en 1,4% después de una crisis económica con un impacto relevante sobre el precio de los bienes básicos, no es nada para sorprenderse. Más que hacer eficiente el gasto social lo que necesitamos es un mayor gasto social y un mejor sistema de protección social.
*Jefa del proyecto CASEN 2009 y académica de la Facultad de Economía y Negocios, UAH.