Endesa deberá comprar poblaciones aledañas a termoeléctrica
10.12.2008
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10.12.2008
Ejecutivos de Endesa y los dirigentes de los pobladores que viven a metros de la central termoeléctrica de Bocamina, en Coronel, fijaron hoy los términos de un acuerdo que contempla la erradicación de las poblaciones Aroldo Figueroa y Capitán Cabrejo.
La empresa española tendría que desembolsar más de US$ 9 millones que no estaban contemplados en su presupuesto inicial de US$ 460 millones. La construcción de la segunda unidad de Bocamina tenía su estudio de impacto ambiental aprobado y se habían iniciado las obras, cuando éstas dañaron algunas de las casas ubicadas en las poblaciones aledañas. Entonces los vecinos se organizaron y salieron a las calles a exigir ser trasladados de la zona, pues además de las grietas recientes acusaban a la empresa de haberlos contaminado por más de 40 años. (Ver reportaje Bocamina: Los pobladores que sentaron a negociar a Endesa)
Fue la presión de los pobladores la que obligó a Endesa a sentarse a negociar. Recién esta mañana se acordaron los términos del convenio, cuyo texto se está redactando para firmarse el próximo miércoles 17 de diciembre a las 11 horas en la gobernación de Concepción.
De acuerdo a lo pactado, Endesa deberá gestionar la construcción de 228 viviendas en la zona de Lagunillas, en Coronel. Según la dirigenta vecinal Guadalupe Prieto, las casas medirán unos 90 metros cuadrados y tendrán un valor de UF 1310, lo que equivale a más de $28 millones. A esto hay que sumarle que se acordó una solución para 55 familias allegadas, quienes recibirían viviendas de UF 970, unos $ 12,5 millones. Además, los actuales propietarios recibirán un bono por sus terrenos, el que oscilaría entre $2 y $3 millones.
Pese a que el acuerdo fue buscado por la gran mayoría de los vecinos, que temen por los daños a la salud que provocan las emanaciones de la planta, hay algunos que no están convencidos aún de la propuesta de Endesa. Según Carolina Fernández, la oferta es muy baja para ellos, que viven en casas antiguas y sólidas. Asegura que a los vecinos que vivían pegados a la planta, Endesa les pagó hasta $35 millones para que ellos compraran la casa que quisieran, pese a que sus antiguas viviendas eran más precarias que las del resto de la población, pues se originaron en tomas. «No nos gusta nada la idea, no sé si nos vamos a ir, porque salimos perdiendo si nos cambian casa por casa», dice Carolina.