Escándalos y elecciones: una sociedad poco rentable
04.12.2008
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04.12.2008
La “temporada de caza”, como se le llama en los partidos al período electoral, experimentó cambios importantes en la última elección municipal. Si la acusación se había convertido en un arma habitual de la política en período de campaña, ahora habrá que analizarlo. Ad portas de un año de comicios presidenciales y parlamentarias, el experto electoral del PPD saca una importante lección de las últimas municipales: a los electores no les importan las acusaciones de irregularidades.
El 18 de marzo de 2008 la directiva de la UDI convocaba a una reunión urgente para analizar la polémica generada por supuestas irregularidades en la municipalidad de Huechuraba. En una ácida disputa pública, Joaquín Lavín había declarado, a propósito de este hecho, que “también hay corrupción en los municipios UDI”.
A partir de este hecho, una especie de efecto dominó alcanzó también al municipio de Recoleta. Mas tarde, aparecerían cuestionamientos al manejo de las finanzas en la municipalidad de Viña del Mar y también a su alcaldesa por estudios denominados “express”, validados en la comuna de Colina. En una situación parecida -aunque no involucraba a la UDI-, el alcalde RN de Ñuñoa debió enfrentar a su vez serias acusaciones de irregularidades.
Mas allá de las aristas judiciales y los anuncios de querellas y contra querellas, todos fueron casos con alta o mediana visibilidad pública, alcanzaron notoriedad en televisión y los protagonistas fueron entrevistados una y otra vez, mientras, cada una de las situaciones era analizada hasta la saciedad.
Fue una especie de contraparte a las acusaciones de corrupción en entidades públicas en casos como EFE, Registro Civil y otros que la oposición enarboló como emblemas de corrupción en el aparato del Estado, como parte de su estrategia política llamada del “desalojo”.
Respecto a lo anterior, es obvio que las irregularidades existen, sin embargo, al estar insertos en un discurso político determinado se ejemplifican como casos que demostrarían una “corrupción generalizada”. Esto, junto al discurso de un “descontrol de la delincuencia”, serían metáforas destinadas a dar por sentado la llegada de un “orden nuevo”.
Volviendo al tema municipal, el contexto político en que ocurren los escándalos agrega un componente especial: el pronto sometimiento de cada una de estas autoridades no solo al escrutinio público, sino al de las urnas en las elecciones municipales de octubre de 2008. Incluso, algunas decisiones de candidaturas de la coalición de gobierno en esos territorios en manos de autoridades de oposición cuestionadas, estuvieron influidas por la idea de que aquí se abría una oportunidad de alternancia en el gobierno local.
Se ha teorizado mucho respecto a la resignificación de la política en un mundo público que se hace cada vez mas visible. Esta resignificación traería consigo un empoderamiento cada vez mayor de las audiencias que mediante la visibilidad que entrega la televisión y, en general, los medios audiovisuales, “observan” a diario las actuaciones de dirigentes y líderes políticos.
Sería posible pensar entonces que, en el momento que las audiencias transformadas en electores tuviesen una oportunidad, estos escándalos públicos traerían consigo un cuestionamiento a las posibilidades electorales del liderazgo en cuestión.
A la luz de los resultados de 2008, no ocurre así. La mayoría de las autoridades cuestionadas no solo revalidaron sus títulos sino que incluso aumentaron su caudal electoral. La expectativa acerca de lo que se ha llamado el voto higiénico no se confirma.
La excepción es Recoleta, donde no es posible saber si la baja en participación electoral y en votación se debe a un “castigo” del electorado al candidato de la Alianza, toda vez que es el único caso donde éste no va a la reelección, significando así una especie de confirmación del juicio publico o, en cambio, es atribuible al cambio de liderazgo expresado en el cambio de candidato, o, por fin, es una combinación de ambos factores. De todos modos y pese a una caída del apoyo histórico de la UDI, ganó la candidata del mismo partido cuestionado.
En el resto de los casos hubo un despliegue coordinado o no de “control de daños”. Recordemos a la alcaldesa de Huechuraba entregando las llaves del municipio al contralor.
En cualquier caso, ante los cuestionamientos, el silencio parece una mala elección para aquellos que desean continuar en la arena política: las cosas no se explican por si mismas. O, en otra lectura, se mira todo esto como un espectáculo antes que un problema de la sociedad.
Mas interesante aún, para los efectos de este análisis, es la opinión expresada por una persona en el Portal Terra:
…Una cosa es haber obtenido su LICENCIA MEDIA en forma EXPRESS y otra bien distinta es haberse ENRIQUECIDO EXPRESAMENTE y en FORMA EXPRESS mediante el CARGO DE ALCALDE. La GESTION de la Sra. Reginato no ha sido puesta en duda, sólo su EDUCACION…. (con mayúsculas en el original).(Firma: monicabergen (sic)
Lo que aquí se afirma es que lo que se mide es la gestión: cómo lo hizo la autoridad. Lo segundo, se entiende la acusación como parte de la disputa política, la “temporada de caza” como se la denomina al interior de los partidos.
Es probable que, a menos que se confirmen las acusaciones, el beneficio de la duda y, mas aún, las capacidades de liderazgo y gestión sean las sometidas a juicio mediante el veredicto de las urnas y no otras cosas.
En Ñuñoa, hubo 1233 votos válidos menos y 1488 votos nulos más, votaron 590 personas más que en 2004 y la Alianza perdió 3307 votos con respecto a la misma elección.
En Huechuraba, hubo 523 votos válidos menos y 452 votos nulos mas, votaron 88 personas menos que en 2004 y la Alianza obtuvo 235 votos más con respecto a la misma elección.
En Colina, hubo 1542 votos válidos más y 58 votos nulos menos, votaron 1183 personas más que en 2004 y la Alianza obtuvo 1393 votos más con respecto a la misma elección.
En Viña del Mar, hubo 676 votos válidos más y 4643 votos nulos menos, votaron 5125 personas menos que en 2004 y la Alianza obtuvo 40414 votos mas con respecto a la misma elección.
En Recoleta, hubo 7680 votos válidos menos y 1696 votos nulos más, votaron 5575 personas menos que en 2004 y la Alianza obtuvo 7680 votos menos con respecto a la misma elección.