El abogado de los Car’e Jarro que quiso hacer fama con Amerika’n Sound
03.09.2008
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
03.09.2008
Sólo lo logró cuando fue detenido en junio pasado, acusado de asociación ilícita y lavado de dinero por sus vínculos con la banda de los Car’e Jarro. Hasta antes de eso, Ariel Marín buscó por años ser famoso y salir en la televisión. Estuvo cerca cuando se integró el año 2000 a Amerika’n Sound, mientras estudiaba Derecho. Allí fue apadrinado por Omar Gárate -quien llegó a ser dueño de la marca del grupo-, pero «como guitarrista era un excelente abogado», dice uno de sus compañeros. Su caída fue otro episodio de la larga teleserie de peleas que han marcado la historia de la otrora banda más popular de la movida sound en Chile.
Promediaba 1999 y las cosas volvían a enderezarse después de una nueva tempestad. Como tantas otras veces. Como fue desde un comienzo y seguirá ocurriendo con Amerika´n Sound. Tras la sonada ruptura con el cantante Luis Cachito Navarro y el resto de sus antiguos compañeros, que lo abandonaron para fundar D’Latin Sound, el tecladista, líder y dueño de la banda sensación de la movida tropical, Andrés Farías, se las ingeniaba para salir a flote. Tenía nuevos acompañantes, canciones frescas y un look que cambiaba el cuero por tenidas blancas, “simbolizando públicamente la transparencia y pureza de nuestra propuesta artística”, según precisó al diario La Cuarta.
Tenía eso y el plan de una carrera internacional desde México además de la promesa del esperado debut en el escenario del Festival de la Canción de Viña del Mar. La consagración definitiva parecía cerca. A un tris. Hasta que ocurrió lo de Quilicura.
Los intérpretes de hits como Haciendo el amor y De aky pa’llá se presentaban en una fonda de esa comuna: “La Patas Negras”. Era una formación potente, con dos nuevos vocalistas que harían fama, Cristian Farías y Alejandro Chapulín Parada, y un tercero que había estado en los inicios y volvía en gloria, por la puerta ancha: Roberto Pipo Olmos. Era una formación renovada y potente, pero arrastraba los problemas de siempre: muchos integrantes con hambre de fama para un grupo dominado por un líder implacable y dictatorial, que era capaz de poner en contra a sus propios músicos con tal de mantener el poder.
Eso explica que, en medio de la actuación en Quilicura, ocurrida en 2000, Pipo y Chapulín se trenzaran en una discusión por un asunto que ya nadie recuerda. La discusión siguió al bajar del escenario y al rato ambos se trenzaban a golpes.
Cristián Farías, el tercer vocalista de entonces y titular de hoy, parte por decir que no es pariente ni nada de Andrés Farías. Después cuenta que no es fácil trabajar con él, que es un pequeño dictador cuya frase preferida es ¡Te echo; si no te gusta, te echo! Que para el tiempo de la fonda en Quilicura los ánimos ya estaban caldeados y que Pipo y Chapulín se detestaban. Dice finalmente que Andrés defendió a Pipo y los otros a Chapulín.
“A los pocos días, aprovechando los contactos de Andrés, nos fuimos a México a probar suerte”, dirá el actual cantante de Amerika´n Sound, sin desconocer la traición. “El Andrés se quería morir, lo dejamos solo, pero él hacía cosas peores. Estaba acostumbrado, así que no le costó mucho reponerse y encontrar nuevos músicos. Fue así como Ariel Marín llegó a tocar la guitarra en Amerika’n Sound ”.
Ariel Marín tocaba en la agrupación Banda Negra y más de alguna vez teloneó a Amerika’n Sound. Con Andrés Farías se habían conocido en el circuito, por intermedio del locutor y dueño de radio Colo-Colo, Omar Gárate, para quien el padre de Marín prestaba asesoría legal y financiera. Gárate, que hizo fama y riqueza con la Pulsera de los once poderes, entre otros productos místicos promocionados por la radio, era una especie de padrino de Marín hijo.
El muchacho no era un buen guitarrista. Más bien era regular, por no decir malo. Lo confirma el antiguo líder de Amerika’n Sound y también los compañeros que tocaban con Marín hasta antes de que éste cayera detenido, acusado de asociación ilícita y lavado de dinero por sus vínculos con los Car’e Jarro. La banda que está acusada de tráfico de cocaína a gran escala era liderada por Iván Cavieres, a quien pertenecerían los autos de lujos que Marín inscribió a su nombre.
-Como guitarrista era un excelente abogado -grafica el cantante Cachito.
-No era su fuerte -desliza Nano Rojas, el bajista.
“Es cierto, no era un gran guitarrista”, refrenda Andrés Farías al teléfono desde Iquique, cuna de Amerika’n Sound: “Fue más que nada un asunto de presencia, porque tenía el pelo largo y también su facha. Como estábamos mal económicamente, no podía ir a buscar un guitarrista a Iquique como me hubiera gustado”.
Sus antiguos compañeros coinciden en que no sólo primó la imagen. La familia de Ariel Marín tenía un buen pasar económico y era precisamente eso, más que un golpe de imagen, lo que necesitaba con urgencia el líder del grupo. Para el guitarrista y futuro abogado, en tanto, no se trataba de una oportunidad de ganarse la vida como músico. Lo que quería era aprovechar el estilo de vida que ofrecía la banda chilena de mayor arrastre popular en ese entonces. Fama y mujeres, fundamentalmente.
“Era buena persona, pero muy ególatra”, opina Cachito, que compartió con él en la última etapa del grupo. “A Ariel no es que le gustaba, ¡le encantaba! sentirse un músico famoso, una estrella. Tanto así que en nuestro último disco, Caídos del cielo (2007), hay una canción donde yo le dediqué una frase que dice ¿No te gusta? ¡Te encanta!”.
El bajista Nano Rojas, que ingresó al grupo en la misma época que Marín, fue testigo del momento en que Andrés Farías llegó por primera vez hasta la casa del guitarrista en la población La Victoria. Dice Nano que, por entonces, el futuro abogado ya era un aficionado a los autos deportivos. Recién había egresado del colegio y ya tenía un Fiat Punto descapotable. Dice también que no dudó un momento en aceptar el ofrecimiento de integrarse a Amerika’n Sound.
Eran los primeros meses de 2000, Ariel Marín comenzaba sus estudios de derecho en la Universidad Bolivariana y el sound tenía cuerda para un rato.
Para ser justos, no era sólo cosa de Marín. Aunque el estilo ya había tocado techo, muchos hubieran hecho cualquier cosa por estar en su lugar. El grupo estandarte de la movida tropical chilena fue grito y plata en la época dorada de la industria discográfica. La última que se recuerde de lo que se entendía por industria discográfica. Una época en que músicos como La Sociedad estrenaban discos a diez mil pies de altura, a bordo de un avión arrendado para la oportunidad; en que Myriam Hernández grababa en Los Ángeles y Luis Jara en Miami. Poco después, de la mano de la crisis asiática y de la masificación del pirateo, volvería la sensatez.
A su manera, sin salir de Chile, Amerika’n Sound fue parte de la euforia de esos años. La parte más rentable y genuinamente popular.
Luis Cachito Navarro vivió el fenómeno desde los inicios de la banda. O casi. Nacido en Alto Hospicio, el hijo de un cantante del mismo nombre y apodo que se dio a conocer como el “doble oficial” de Lucho Barrios, se integró tras la primera de tantas rupturas. Recién había salido Onda nueva (1996), el tercer disco -que consolidó a Amerika’n Sound como los inventores de la cumbia electrónica, aunque ese invento venía de Ovalle y tomaba prestado repertorio de Argentina, Perú y Bolivia-, y Andrés Farías entraba en conflicto con los músicos originales. La banda tenía varios genios pero un solo dueño de la marca. Entonces Roberto Pipo Olmos y los hermanos Silvio y Roberto Moscoso fundaron Tropi-ka’l Sound y se trasladaron a Coquimbo, epicentro de la movida tropical. Lo propio hizo la renovada formación de Amerika’n Sound.
-Te encargo la guerra que teníamos en Coquimbo. A ellos les iba súper bien y a nosotros, mejor. Ellos se presentaban en los afiches como Tropi-ka’l, los verdaderos Amerika’n. Y nosotros éramos Los Auténticos Amerika’n, cantando Víctor y Cachito. Así nos íbamos -dice este último, que comenzó como animador y al poco andar se graduó en la segunda voz junto a Víctor Gato Véliz.
La explosión definitiva vino con el disco Quiéreme (1997), donde aparece Haciendo el amor. El mismo tema del argentino José Luis Salinas fue grabado casi a la par por Tropi-ka’l Sound y obtuvo tanto o más réditos: esa versión es la que se escucha en la banda sonora de la película El chacotero sentimental.
Según se lee en una página no oficial del grupo, un segundo episodio significativo ocurrió poco después, en una discoteca capitalina, al registrarse Amerika’n Sound en vivo (1998). “Con una producción de película, el grupo llegó al lugar en limusina y el local contó con un sonido espectacular. Aunque en la mezcla hubo detalles, el disco vendió miles de copias”.
El negocio estaba en los discos pero sobre todo en las presentaciones en vivo. Había hasta dos y tres al día, y en un momento de 1998, frente a la alta demanda, Andrés Farías tuvo la ocurrencia de crear Amerika’n Sound Junior. Cuando las cosas comenzaron a ponerse feas y los músicos siguieron a Cachito para fundar D’Latin Sound, los Junior pasaron a ser los titulares.
Esa formación, la tercera en la historia del grupo, protagonizará el incidente en la fonda en Quilicura, que a la vez derivará en una nueva ruptura y el ingreso de Ariel Marín.
El entonces estudiante de Derecho no había alcanzado a aprenderse los antiguos temas cuando tuvo que entrar a un estudio para grabar su primer disco. En la carátula de Nacidos para triunfar (2000) –que tuvo un cierto impacto por el tema Vuela vuela-, aparece de lentes oscuros y enfundado en cuero, al igual que sus compañeros. No todos pasarían a la historia.
De vuelta tras una corta estadía en México, que más bien fue una aventura, el segundo tecladista y los dos cantantes surgidos de Amerika’n Sound Junior volvieron a ser admitidos por Andrés Farías en la formación oficial. La competencia estaba brava.
Con Cachito a la cabeza, D’Latin Sound había debutado con el disco El sonido inconfundible (2000) y estaba dispuesto a llevarse por delante a su antiguo compañero. El asunto era personal.
Tras la ruptura de 1999, Andrés Farías salió diciendo públicamente que sus ex compañeros abusaban de las drogas, lo que habría motivado el quiebre. Los aludidos dijeron lo mismo del dueño de la marca del grupo, a quien además acusaron de estafa. Había cuentas pendientes y eso también servía para aceitar la industria. En el Estadio Municipal de Quillota, uno de los tantos escenarios en que coincidieron, algún productor tuvo la idea de promocionar el espectáculo como Amerika’n versus D’Latin.
No era tan fácil saber quién era quién. Ambos grupos sonaban parecido y tocaban un repertorio similar. Además, el cantante Cristián Farías tenía un cierto parecido físico con Cachito y el registro de aquél era idéntico al de Víctor, la otra voz de D’Latin Sound. Las diferencias eran más vivas fuera del escenario.
Entre todos los músicos, de uno y otro lado, Ariel Marín destacaba más que ninguno por los autos deportivos con que solía llegar a los conciertos. Los otros acostumbraban moverse en furgones. Además, mientras el grupo de Cachito repartía ganancias en partes iguales, Andrés Farías seguía llevándose la mejor parte. El argumento seguía siendo el mismo de antes. ¡Te echo; si no te gusta, te echo! Tampoco variaba la capacidad de ahorro.
“Nos carreteábamos toda la plata”, dice Cristián, la primera voz del grupo de entonces y hoy, y que la consigna de ese entonces, cuando los ingresos todavía eran abundantes, era “sexo, rock and roll y cumbias”.
Los problemas comenzaron cuando el negocio comenzó a decaer y no dio para solventar el tren de vida de un músico sound.
-Llegó un momento en que Andrés se metió en el problema de las drogas y le debía plata a este traficante y a otro, aquí y allá, y como no podía pagar, lo andaban buscando para pegarle. A mí, de hecho, por su culpa, casi me pegan un tiro en Renca. Un día llega urgido a mi casa y me dice: Cristián, voy a vender la marca del grupo. No puedo estar más acá, tengo que irme de Chile. Y así fue como le vendió la marca a ese chanta del Omar Gárate. Llegó a llorar cuando firmó. La vendió en ocho millones y con esa plata se fue a México -cuenta el mismo cantante.
Ariel Marín fue el que más ganó con la transacción de Amerika’n Sound. El guitarrista que hasta entonces ocupaba un lugar secundario, limitándose a tocar lo que le indicaran, saltó a la primera línea por obra del locutor y dueño de radio Colo-Colo. Omar Gárate Gamboa lo nombró director del grupo.
Seguía siendo el mismo guitarrista de siempre, tosco y empeñoso, pero ahora era él quien se entendía con el nuevo dueño de la marca, el que llevaba la voz cantante, el que figuraba. “Sabemos que en el pasado hubo situaciones oscuras que es mejor no recordar”, declarará al diario La Cuarta, al poco de asumir la dirección del grupo. “Ahora es nuestro momento y queremos aprovecharlo al máximo”.
A decir verdad, el momento no era el mejor para Amerika’n Sound y otros grupos del circuito tropical chileno. Los argentinos como Ráfaga, Amar Azul y Organización X comenzaban a desplazar a los locales. El mercado de los discos decrecía; el tecno sound iba en retirada. Todo se hacía más difícil con un manager como Omar Gárate.
César Lecaros, tecladista que aún se mantiene en el grupo, tiene sensaciones encontradas de esa época. Recuerda que el director de radio Colo- Colo se preocupaba de ciertos detalles, como disponer una van para el grupo, pero se llevaba un porcentaje importante de las presentaciones. Un 25 por ciento. “El Omar es medio complicado en ese sentido. Discutía cada peso y trataba de abaratar al máximo los costos”.
Peor opinión tiene el cantante Cristián Farías. “Trataba de agarrar por todos lados sin poner ni un peso. Quería puro ganar. Cuando grabamos el disco para la Sony, yo escribí un tema donde él se puso como autor. La canción se llama Olguita, como la mamá de Gárate”.
Para el empresario y locutor radial, la tarea de manager era muy secundaria, anecdótica. Confiaba en Ariel, su ahijado, pero éste a la vez estaba empeñado en sacar adelante la carrera de Derecho. Se vivían tiempos difíciles para el grupo, había que pelear con Omar, con Cachito y con Andrés Farías, el antiguo líder y director, que volvía a Chile para fundar Amérika’n Sound Internacional. La situación hizo crisis a mediados de esta década, cuando los dos cantantes se trenzaron en una pelea a golpes que terminó con la salida de uno de ellos.
Cristián Farías, “el doble” de Cachito, contará que Ariel Marín tenía predilección por Chapulín, el otro cantante, a quien solía ir a buscar a su casa en auto cuando había presentaciones. “Yo en cambio tenía que irme en Metro hasta la casa de Chapulín para que me llevaran”, contará Cristián.
“Andaban para todos lados juntos; se creían los líderes, sobre todo Chapulín, que me miraba feo en las entrevistas en televisión cuando yo hablaba. No sé por qué tenía esa cosa como de superioridad, si él sólo animaba, el que cantaba era yo. La cosa es que un día que teníamos una presentación, me atrasé en llegar a la casa del Chapulín y éste, cuando me subo al auto de Ariel, me recibe como si fuera mi papá. Que qué te hai creído, tal por cual, llegando a esta hora. Me dio tanta rabia que lo agarré del cuello –yo venía sentado atrás y el Chapulín adelante, al lado de Ariel- y le empecé a pegar… A los tres días el Chapulín se fue del grupo”.
La historia de Amerika’n Sound al mando de Omar Gárate se cerró con dos buenas noticias. La primera, fue que Cachito volvió al grupo en reemplazo de Chapulín. La segunda, quedó documentada en una escritura de compraventa, según la cual el locutor radial traspasó el nombre de la marca a los músicos. En esa transacción, documentada el 5 de mayo de 2006 en una notaría de Estación Central, se lee que “el precio de la compraventa es la suma de tres millones seiscientos mil pesos, que los compradores declaran haber pagado al vendedor mediante doce actuaciones ya realizadas, avaluadas cada una en la suma de trescientos mil pesos”.
De esta forma, seis de los actuales integrantes, incluido Ariel Marín, se hicieron del nombre de un grupo que todavía tenía algo que decir. Así al menos lo pensaban sus músicos.
La última vez que Ariel Marín subió a un escenario fue en enero último. El programa Rojo despedía en vivo al animador Rafael Araneda y el guitarrista no quiso perder la oportunidad de aparecer en televisión. Prácticamente era lo único que a esas alturas hacía en el grupo. Figurar.
Ya casi no tocaba. No tenía tiempo. Hace un par de años, coincidiendo con el traspaso del nombre del grupo, estaba dedicado a tiempo completo a su profesión de abogado. Se tituló con una tesis sobre la industria de los sellos discográficos en Chile y obtuvo nota cuatro. Un día después de graduarse, por intermedio de un contacto de su padre, alegaba en la Corte de Apelaciones de Santiago en favor de Iván Cavieres, el líder de los Car’e Jarro, por un caso de triple homicidio.
Sus compañeros dicen que su ausencia era un hecho de la causa, que tenían varios guitarristas de reemplazo. Sin ir más lejos, para la grabación de Caídos del cielo (2007), el último disco de la banda, sólo se apareció para la foto de la carátula. En ella aparece junto a sus seis compañeros, de pelo corto, jeans gastados, polera negra y zapatillas blancas. Al fondo se ven dos autos deportivos de color amarillo.
-No, no son del Ariel, Los sacamos de una revista y los pusimos ahí con un programa gráfico –cuenta sonriendo Cachito.
Al igual que el resto de sus compañeros, Cachito dice haberse visto sorprendido con la detención del guitarrista. Sabían de su afición por los autos deportivos y de lujo. Sabían que le estaba yendo muy bien en su profesión de abogado, que estaba trabajando con su padre, detenido poco después que su hijo por sus vínculos con la banda de narcotraficantes Los Guatones. Pero cosa distinta -dice Cachito– es que hayan estado enterados de lo que lo acusa el Ministerio Público y que lo tiene desde fines de julio en la Cárcel de Alta Seguridad.
La noticia no sólo golpeó el ánimo del grupo. También el bolsillo. Si la actividad ya venía decayendo, la detención del guitarrista repercutió en una baja de las actuaciones de los intérpretes de Haciendo el amor. Prácticamente no han tocado en los últimos tres meses.
-Al comienzo, cuando pasó lo de Ariel, nos cancelaron algunas actuaciones, pero las cosas ya se están normalizando -dirá Sandro López, el percusionista y manager, al teléfono desde su casa en Rengo.
Días después, reunido con el resto de sus compañeros en los estudios de Chilevisión, donde han sido invitados para una breve actuación en el programa juvenil Yingo, la banda oficiará su primera presentación tras la detención del abogado. En la oportunidad no habrá músico de reemplazo para el hombre que permanece en la Cárcel de Alta Seguridad.
“Como seguramente nos estará viendo –dice Nano Rojas, el bajista-, no le hará bien que apareciéramos en televisión tocando con otro guitarrista. Si era lo que más le gustaba: actuar en televisión”.