El día de la no-definición: ¿Hay salida para los demócratas?
06.03.2008
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06.03.2008
En la democracia, hay políticas y procesos. Las políticas son las ideas y programas que los candidatos proponen para supuestamente mejorar nuestras vidas. Los procesos –las múltiples y eternas elecciones primarias que estamos viviendo en el Partido Demócrata en Estados Unidos— son duros y agotadores. Y no terminan hasta tener un resultado. Como dicen aquí, «it’s not over until the fat lady sings». O sea, «el show no se acaba hasta que canta la gorda».
En cuanto a las ideas políticas de los candidatos Barack Obama y Hillary Clinton no hay diferencias de importancia. En cuanto a popularidad entre los votantes de su partido —y allí está el problema— ninguno tiene ventaja significativa. La única definición posible como resultado de las últimas contiendas de Texas y Ohio habría sido una clara victoria de Obama. Los sabios del partido tenían preparado un guión para ese caso: iban a golpear fuerte a la puerta del campamento Clinton para insistir que dejara de prolongar la agonía, que cediera la nominación a Obama.
Sin embargo, para el resultado que ocurrió, los sabios no tenían guión. Las victorias de Clinton traen sólo la no-definición, y la perspectiva de meses y meses de lucha electoral sin la posibilidad matemática de que uno de los dos llegue a la convención demócrata en agosto con la nominación en su bolsillo. Sí, leyó bien. Los demócratas pueden llegar sin candidato a la última semana de agosto, sólo nueve semanas antes de las elecciones nacionales del 4 de noviembre. Todo esto mientras el Partido Republicano, que ha inventado la estrategia de “attack politics” –la política como deporte de sangre-, va a tener desde hoy ocho meses para golpear a los demócratas indecisos.
Imposible. Todos los sabios están de acuerdo. Pero, ¿Dónde está la salida? Lo único cierto es que detrás de las puertas del partido los sabios no están hablando de otro tema. Puedo adelantar algunos de los términos de las conversaciones.
Primero, en el momento de la consolidación de la candidatura republicana de John McCain, la ventaja debe estar con los demócratas: tanto Obama como Clinton superan a McCain en las últimas encuestas de seguimiento («tracking polls»). El abrazo histórico que el presidente Bush le dio a McCain en la Casa Blanca, el miércoles, abre un nuevo flanco para el discurso del Partido Demócrata: que el opositor no es el héroe de guerra John McCain, sino “McCain-Bush.”
Con el abrazo político de Bush, McCain asume la economía en crisis de Bush, las guerras de Bush y ante todo la impopularidad de Bush, que ha bajado a niveles históricos para un presidente en su último año de ejercicio. El contraste es embarazoso: sólo el 30% de los encuestados hablan favorablemente de Bush, mientras McCain goza de niveles estratosféricos de aprobación, llegando a veces encima del 70%. El abrazo político de la Casa Blanca no fue físico, pero en Youtube ya circula otra imagen de la campaña electoral del 2004: Bush envuelve a McCain en sus brazos, y lo besa afectuosamente en la frente.
Es material para una campaña de temas políticos jugosa y entretenida, pero una campaña que no puede empezar. El problema para Obama-Clinton es que no pueden atacar eficazmente a “McCain-Bush” mientras estén gastando sus energías atacándose entre sí.
Volviendo a la conversación interna de los sabios, se mueren por aprovechar esta ventaja. Pero para eso se tiene que solucionar el impasse procesal entre Obama y Clinton, y entrar con ganas a la lucha de programas políticos contra los republicanos. Vale solucionarlo más temprano que tarde, por lo antedicho y porque seguir la pelea en los 10 estados que quedan sólo derramará sangre demócrata con un «no-resultado» previsto: el mismo impasse, con votos más o votos menos.
La solución que en las últimas 48 horas más se conversa es la necesidad imperiosa de llegar a un acuerdo para una candidatura conjunta, un “joint ticket”. El senador demócrata de Ohio (y superdelegado no-comprometido) Sherrod Brown lo recomendó en la radio NPR: “¿candidatura conjunta? Sí, hace un mes no lo habría dicho, pero ahora pienso que es la solución”. Hillary Clinton también lo comentó después de los resultados de Ohio y Texas. “Puede ser que vaya por allí, pero, por supuesto, tenemos que decidir quién estará a la cabeza de la nomina”.
En una temporada en que la palabra “inevitable” ha sido abusada una y otra vez, se vislumbra de nuevo lo inevitable de la candidatura conjunta. Los detalles están por verse. Obama también lo comentó, diciendo que tal conversación sería “prematura”; una prueba segura de que las conversaciones ya están entabladas.
Solución número dos, menos atractiva para los demócratas de fila: que se siga con el proceso dos meses más, tratando de forzar una resolución que aproxime la victoria para una u otro candidato. La clave sería encontrar una fórmula para rehacer las elecciones fallidas de Florida y Michigan, dos estados grandes e importantes para la elección general. Es complicado el problema. Como adelantaron sus primarias desafiando las reglas de juego del Partido Demócrata nacional, los centenares de delegados de los dos estados no tienen validez. En los últimos días, dice la revista normalmente bien informada Politico, ha ganado apoyo entre los líderes demócratas la idea de empezar de cero en los dos estados, rehaciendo la votación en la primera semana de junio, junto con las primarias en los estados de Montana y South Dakota.
La idea es que en junio, la votación en los dos estados grandes serviría para fortalecer el «momentum» que tenga (supuestamente) un candidato u otro, en entregar un número significativo de delegados. Entonces, según la teoría, los 350 superdelegados no comprometidos pueden pronunciarse y así decidir la nominación. El Partido Demócrata tendría que financiar el costo de la nueva elección, pero valdría la pena, opina el ex miembro del Comité de Reglas, Ted Devine: “Claro, eso tiene un costo millonario. Pero nadie ha dicho que la democracia sea barata”.
Entonces, las alternativas están entre el milagro de la nómina conjunta Obama-Clinton / Clinton-Obama y la prolongación de la incertidumbre, por lo menos dos meses más. Y a lo dicho por Devin hay que agregar: tampoco ha dicho nadie que la democracia tiene que ser eficiente. El proceso tiene que agotarse, hasta que finalmente cante la gorda.
*John Dinges es profesor la Universidad de Columbia