Más seriedad en las encuestas de opinión pública
02.11.2007
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02.11.2007
Agradezco la invitación a explicar mis críticas a la encuesta de Adimark GfK de septiembre, que dio un 35% de apoyo a la Presidenta Bachelet, cuatro puntos menos de la medición anterior, sin que ello se reflejara en otras preguntas porque se mantuvo constante la evaluación de las capacidades de la Presidenta.
Además, informó de un 14% de simpatía con la Alianza, 21% con la Concertación, 11% con el Pacto Juntos Podemos -que no existe ahora- y 54% se identificaron como independientes o con ninguno. Este dato es aún más delicado porque tiene consecuencias políticas: significaría que las dos coaliciones, que representan a más del 90% de los votantes, se estarían desplomando, surgiendo un espacio para nuevas alternativas electorales. Dicha encuesta no aportó antecedentes que avalaran esta hipótesis.
Ambos resultados son muy distintos a los de la encuesta CERC de octubre de este año: 48% respaldó al gobierno y 43% se declaró partidario de la Concertación, un 20% apoyó a la Oposición y un 27% no responde.
Los resultados del CERC eran confirmados por otras preguntas: 48% le pone buena nota a la Presidenta Bachelet (suma notas 5 a 7); 40% tiene una buena opinión de ella y apenas 21% tiene una opinión negativa; más del 50% apoya a los partidos de la Concertación y la Alianza en voto parlamentario, hay continuidad en las preferencias políticas, etcétera.
Ante esta enorme discrepancia no podía permanecer indiferente. Las empresas extranjeras -Adimark fue adquirida por una empresa alemana, GfK, especializada en estudios de mercado y no hace opinión pública- tienen que aportar buena tecnología y conocimiento, sin dañar una industria que hemos desarrollado los chilenos desde hace más de dos décadas.
La calidad profesional de las encuestas se mide en las elecciones: aciertan o no en predecir los resultados. Este es la vara que las mide en los países avanzados, pero no en Chile, en que predominan otros criterios: la confianza política y empresarial y simpatías personales. Esto es un reflejo de la estructura de las desigualdades, en que la clase social y el dinero tienen mayor peso que el mérito. Eso tiene que cambiar, especialmente en las encuestas, por su enorme influencia política.
El CERC siempre ha hecho predicciones electorales, a diferencia de Adimark GfK, que no lo ha hecho nunca y cuando la hizo, junto al CEP y Televisión Nacional en el éxit poll de 1993, se equivocó en forma garrafal: aseguró que la Concertación doblaba en todos los distritos senatoriales, pero la Alianza ganó un senador en cada una de ellos.
La importancia de las encuestas explica que existan normas internacionales para resguardar su calidad. La más reconocida es la de la Asociación Europea de Estudios de Mercado (Esomar) y la de la Asociación Mundial de Estudios de Opinión Pública (Wapor), de la cual soy miembro. El hecho que Chile no tenga una filial de Wapor, por negativa de algunas empresas -Adimark entre ellas-, no las exime de la obligación de trabajar con alta calidad.
Las empresas o institutos pueden trabajar para un partido o un gobierno, sin que influya en su trabajo profesional. Mori, en Gran Bretaña trabajó para el partido laborista desde 1969; el instituto Allensbach, en Alemania asesoró al canciller federal Konrad Adenauer. En mi caso, fui embajador del Presidente Aylwin en Alemania y tengo afiliación partidista. Las predicciones del CERC desde el plebiscito de 1988 han sido muy buenas: en la elección presidencial de 2005 predijo con gran certeza el resultado de los cuatro candidatos.
La seriedad en el trabajo implica no sólo recopilar la información, sino también interpretarla correctamente. La explicación que hace Adimark GfK de sus encuestas es antojadiza y simplista, basada en el marketing y no en los estudios de opinión pública, dos ámbitos distintos del conocimiento social.
Chile tiene pocas encuestas y su estudio no se ha desarrollado en las universidades. Hay que cuidarlas para que sigan colaborando en el proceso político.
*Carlos Huneeus es abogado, cientista político y director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea, CERC.