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Comentarios (8)

A | 28.05.2015
Lo único que pedía era anestesia. Tuve que salir del país dos meses antes de parir, me vi obligada hacerlo porque el marido me presionó bajo amenaza. Además el embarazo fue no deseado, quedé embarazada en circunstancias poco felices (era víctima de violencia machista). Pero como el marido tenía cierto prestigio, las sospechas ante cualquier situación extraña, recaían inmediatamente en mi. El ginecólogo con quien me estaba controlando el embarazo, había sido profesor del marido. No sé si fue por una cuestión de solidaridad de género o qué, pero el hombre éste, no advirtió a pesar de su mentado conocimiento en programación neurolingüística y mis desconsolados llantos, que me encontraba en una situación de abuso. Se preguntarán, ¿por qué no cambié de médico?. La respuesta es simple, el marido era quién decidía (cuando se está envuelta en una situación de violencia así te pones de pelotuda). En base al feedback negativo que ocurrió entre el médico y yo, descarté de plano pedir ayuda, estaba convencida de que nadie daría crédito a la situación en que me encontraba.  En un país en donde los hijitos son considerados una bendición de dios y con un marido que ostentaba un salario como para tener críos y en teoría pagar un colegio privado, lo mío tenía pinta de capricho.Me iría a vivir a otro país en avanzado estado de preñez, sentí por la reacción de mi entorno, que había dejado de ser persona para convertirme en tan sólo una incubadora con patas.Al emigrar me dediqué a jugar solitario para distraerme del abondono apremiante en el que me encontraba, instalada malamente en una casona del 1800, tendida por momentos sobre un vetusto catre de campaña que me estaba haciendo mella la espalda, esperaba que la guagua madurara. Me fui a parir al hospital con esa impavidez que tan sólo otorga un avanzado estado depresivo. Todo el tiempo me dijeron que me pondrían anestesia, pero mentían, en el último minuto me lanzaron con brutalidad la verdad y sacaron al hijo mayor de la sala "para que no escuchara los gritos". Tengo un umbral brutalmente bajo al dolor, con el estrés, la impresión, el shock, el dolor por antonomasia, la desesperación, todo fue a peor. Para "ayudarme", me hicieron una maniobra circense que por largo tiempo le imprimió a mi caminar, una extraña afección. Tomaron mis piernas y las llevaron hacia mi cabeza (no lo intentes si estas de término, no tienes que demostrarle nada a nadie), para literalmente expulsar la guagua. Sentí como si me hubiesen sacado las piernas de cuajo, creí que había quedado inválida. El efecto de la oxitocina duró lo suficiente como para hacer una "foto familar" y enviarla  a todos los morbosos entusiastas que me habían proclamado como incubadora con patas y sombra incondicional del marido. Pasado el efecto de la hormona del amor, comenzó la analepsis, oía dentro de mi cabeza mis propios aterradores gritos y mucho más. El marido revisó la biografía correspondiente y determinó que padecía de estrés post traumático (más tarde lo confirmó un equipo de psiquiatras), pero esto para el marido (y supongo también, lo será del mismo modo para el obstetra), fue  "Mi" problema, Mi responsabilidad y una consecuencia directa  de Mi ineptitud para tomar a bien la performance del parto (es que tal parece es un deber moral desde hace algún tiempo, parir como una matrística sagrada).El parto fue una violación, además simbólicamente, fue uno de los tantos momentos clímax de la violencia sistemática ejercida no sólo por el marido, sino también por la sociedad entera que no quiere enterarse, que te acalla y te hace sentir culpable y responsable de los abusos. En ese momento me encontraba en una situación de vulnerabilidad, como dirían los expertos "en una situación de riesgo biopsicosocial" y di señales de querer denunciarlo (esto es muy difícil de hacer, porque siempre sientes que eres culpable, que mereces ser violentada), pero por todos los flancos fui silenciada. La indiferencia también, es una forma brutal de ejercer violencia. Más tarde me enteré que tuve sintomas claros de depresión durante el embarazo, pero esto no cuadraba (ni cuadra), incluso para el médico místico holístico súper neurolingüístico, los hijitos deben de haber sido algo así como una bendición de dios o de los dioses (no lo sé), ¿entonces era reprochable o sospechoso deprimirse por estar preñada?. "Debes", es un deber moral, abrazar la felicidad en la espera de un hijo. Algunos que elaboran precariamente dirán: "si te gustó la tontera"...cómo si nuestro placer sexual, debiese ser pagado con la incomodidad del embarazo, el parto que potencialmente es un proceso de mierda y la maternidad asumida en el contexto de arréglatelas solita nomás.Nunca me pude recuperar, nunca pude recuperar el vínculo intimista, instrospectivo que tenía con mi cuerpo (una especie de patrimonio intangible), quedé con secuelas (y sé que nunca se hará justicia, ni habrá reparación). Mi salud se ha resentido por largo tiempo,  el trauma persiste a pesar del apoyo terapéutico. Como anécdota puedo contar que he tenido episodios de neuralgia del trigémino, dicen que es uno de los peores dolores, pero si se me diese la posibilidad de elegir entre esto y el parto sin anestesia del que fui protagonista, sin duda me inclinaría por la neuralgia. Para mi hay un antes y después de ese parto. Todo el devenir ha sido confuso, doloroso, pasé por muchas etapas, pero en todas ellas había un fuerte componente autoflagelante (incluso comencé a justificar a todos los que me colgaron el cartelón de incubadora con patas). Llegué a sospechar de mi, por haber sido incapaz de parir como se esperaba que lo hiciera, es decir, "gozosa". Anduve rota por la vida, hambrienta de cualquier gesto miserable con tintes afectuosos; me conformaba con tan poquito, tan vulnerable, hasta me hice una ferviente devota del obstetra que además de místico holístico súper neurolingüístico, resultó ser un "frasólogo". Lo mío debió de ser algo así como un síntoma de algún síndrome del tipo Estocolmo, como que le tratas de caer bien o le tomas cariño entrañable al que te jode, es que el tipo éste a fin de cuentas, firmó la carta que me autorizaba para tomar el vuelo a pesar de mi avanzado embarazo y luego revisando mis apuntes tipo diario de vida, caí en la cuenta de que nunca me preguntó acerca de las  condiciones en que me iba a parir o si me sentía preparadaYo sólo quería anestesia porque no me sentía capaz de enfrentar el parto a capela con todo el historial que llevaba a cuestas. Estaba abatida, en un país desconocido, sola, mas vulnerable que nunca. No soy de esas mujeres que busca empoderarse (qué fea palabra), entonces no comprendo por qué se está desarrolllando toda una ideología con respecto al embarazo y el parto que a mi entender es coercitiva con la visión de yo no  quiero y no puedo, quiero no poder y esto es muy válido (es que acá se mete gente con movidas tipo método billings, que por lo demás, se hacen los suecos con la legalización del aborto etc.). Me importa un culo lo que digan las antropólogas, obstetras, doulas y fauna afín (supuestamente feministas), que van al rescate de la vulva, el útero, la menstruación y el parto sin anestesia. Es un culo menstruar, llenar el útero, vaciarlo y servir a la biología como una pobre animal. No nos engañemos, el enfoque sagrado de estos menesteres es una patrañaHabrán muchas que tienen aspiraciones de venus paleolítica, pero no se crean que somos todas iguales, no lo olviden, por favor. 
Lexia | 25.05.2015
El miedo es lo que está sosteniendo y acrecentando el Gran Negocio de la Salud privada en nuestro país. Es indignante ver cómo se aprovechan de la ignorancia del común de la gente en temas de salud y así siembran el temor y la dependencia. Veamos cómo crecen las clínicas privadas, cómo las farmacias están siempre llenas y surgen por todas partes y cómo algunos médicos (especialmente los que hacen cirugías de elección) se llenan los bolsillos. ¡Gracias por estos reportajes! que puedan abrir los ojos a la gran mayoría de la gente que cree "a ojos cerrados" en sus médicos y que son engañados por el Negocio de la Salud. Ojalá la enorme cantidad de médicos que ejerce honestamente y con vocación de servicio su profesión se manifestara en defensa de la gente y de su profesión.
Pilar Castro | 21.05.2015
El programa de protección a la infancia Chile Crece Contigo, permite a las gestante a informarse respecto del parto en un taller que se realiza en APS, se analizan mitos y creencias al respecto, damos énfasis en el apego y la fisiología, de manera que si ella puede tener la posibilidad de elegir, lo haga con información real respecto del tema
Francisco | 20.05.2015
Muy buen artículo
Alex | 19.05.2015
Favor poner el link a las anteriores columnas. Estoy en versión móvil y no están. Gran tema, se agradece la información
Alejandro | 18.05.2015
o: ¡Muy interesante!
adan ojeda | 18.05.2015
Los hospitales públicos se han encargado de crear una psicosis en los partos. Muchas mujeres dicen que a la hora del parto,no hay anestecista y por tanto han de dar a luz como puedan y con mucho dolor Yo soy partidario de las cesáreas, asi se puede programar y no pasar toda una noche con contracciones y que cada una hora pase el que aseo del hospital a verificar la dilatación que haz logrado
cote | 15.05.2015
pienso.que el.parto.natural.es.hermoso,he tenido dos ya!, pero concuerdo con que hoy la.mayoria de las mujeres prefieren la cesarea por un tema de comodidad, ya que esta la planifican y lp hacen conveniente tanto para lps padres como para el médico tratante, ahora otro tema importante que hay q tener encuenta es que, muchas de nosotras despues del segundo o tercer embarazo, no deseamos tener mas hijos por esto pedimos cesárea y aprovechamos del 2 x 1 parto y amarre de trompas.
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