El debate respecto a si permitir o no el lucro en educación tiene distintos planos. En un plano más general, esta discusión se refiere al rol del mercado y la democracia en una sociedad, y a los límites que se ponen el uno al otro. En un plano estrictamente educacional, este debate dice relación con la capacidad efectiva de los mecanismos de mercado para asegurar ciertos estándares de calidad educativa y, aunque en esto se ponga menos énfasis, respecto al potencial impacto de las dinámicas de mercado en la formación integral de los estudiantes. El mercado no es sólo una forma de distribuir recursos; al igual que otras instituciones económicas, su carácter también afecta los valores, las preferencias y personalidades de los individuos.
En esta columna, el análisis se centra en la capacidad efectiva de las dinámicas de mercado para promover una educación de calidad para todos. El punto de partida es que existen buenas razones para desconfiar de un diseño institucional con el afán de lucro como motor.
Partamos por lo esencial: el fin de lucro y la calidad educativa sólo pueden ser objetivos complementarios en un contexto en el que los dueños de los colegios con fines de lucro se vean forzados a mejorar la calidad educativa como la única forma de aumentar sus utilidades. Esto, aunque a veces se olvida, no debiese sorprender a nadie, ya que ésta es justamente la ventaja potencial (y también pobreza moral) del mercado: la competencia nos fuerza a trabajar por la calidad de vida de los otros, aun cuando nuestro único fin sea el beneficio individual. Esta fue precisamente la buena nueva de Adam Smith.
Así las cosas, cabe discutir la efectividad de los mecanismos que obligarían a los dueños de colegios con fin de lucro a hacer sus mejores esfuerzos para mejorar sus prácticas educativas. Por un lado, la elección de colegios por parte de las familias en un contexto en que el financiamiento va atado a la demanda –y por lo tanto tiene consecuencias en el presupuesto del establecimiento– teóricamente podría tener este rol. Sin embargo, hay una larga lista de elementos que dificultan este mecanismo, por nombrar algunos: (a) los padres no sólo seleccionan por el potencial aprendizaje de sus hijos, también consideran la distancia, el credo religioso, la composición socioeconómica del colegio, etc.; (b) los padres pueden tener dificultad para evaluar la calidad de un colegio, sobre todo cuando los colegios –como pasa en Chile– tienen estudiantes tan distintos entre sí. De esta manera, tanto las consideraciones de las familias que van más allá de la calidad educativa como, a su vez, las dificultades que éstas tienen para entender y procesar la información relativa a la calidad del establecimiento, dan cierto poder de mercado al dueño del establecimiento, lo que se traduce en su capacidad de aumentar sus utilidades sin necesidad de mejoras educativas.
Por otro lado, un mecanismo alternativo o complementario al rol disciplinador de la demanda, es la fiscalización de los colegios por parte de alguna autoridad pública. La limitante en este caso dice relación con la multidimensionalidad y complejidad del proceso educativo, lo que queda ilustrado con la experiencia del SIMCE, prueba que ha sido uno de los ejes centrales de la fiscalización del Estado: Si lo que necesitas para poder tener utilidades es lograr que los estudiantes de tu colegio tengan un buen desempeño en una prueba de alternativas, ¿por qué gastar dinero en recursos pedagógicos que desarrollen su creatividad u otros aspectos de su desarrollo integral?
De este modo, parece haber buenas razones para pensar que no existen mecanismos suficientemente efectivos para forzar la complementariedad entre el afán de lucro y la calidad educativa.
¿Qué dice la evidencia empírica al respecto, incluso restringiendo la definición de calidad al valor agregado por el colegio en el SIMCE? Un trabajo de José Zubizarreta, Ricardo Paredes y Paul Rosenbaum, que está por aparecer en la prestigiosa revista Annals of Applied Statistics, compara el rendimiento académico de estudiantes que se cambian de un colegio público a un colegio privado con fines de lucro con aquellos que lo hacen a un colegio privado sin fines lucro. El trabajo utiliza datos del SIMCE en el Gran Santiago para los alumnos que cursaron octavo básico en su antiguo colegio en 2004 y con el resultado que obtuvieron en segundo medio en 2006 en sus nuevos colegios. Se encuentra que los alumnos que se cambian a un colegio sin fines de lucro aumentan sus puntajes en matemáticas en aproximadamente 12 puntos por sobre los que se cambian a un colegio con fines de lucro, y, en el caso de lenguaje, el aumento es de aproximadamente 6 puntos.
En total, son cerca de 18 puntos que los alumnos de colegios sin fines de lucro obtienen por sobre los con fines de lucro, lo que es una diferencia considerable (a modo de comparación, esta diferencia es entre dos y tres veces más grande que el efecto que se estima por la implementación de la jornada escolar completa en Chile a fines de la década de los 90, según un estudio de Cristián Bellei publicado en la revista Economic Educational Review). Un análisis de sensibilidad sugiere que los resultados son relativamente robustos a sesgos de variables no observadas.
Incluso en el caso hipotético, contrario a la evidencia presentada, de que en promedio las dinámicas de mercado promovieran una mayor calidad educativa, no se debe soslayar el elemento diferenciador del mercado. En una industria cualquiera, la muerte y nacimiento de empresas puede ser un signo de vitalidad de la industria, un reflejo de las consecuencias de la innovación. En otras palabras, cuando un mercado funciona bien hay ganadores y perdedores, tensión que empuja hacia la creación de nuevas ideas y el desarrollo del mercado. ¿Tiene sentido algo así en educación? ¿Estamos dispuesto a aceptar que algunos estudiantes reciban educación de menor calidad como forma de asegurar el buen funcionamiento del mercado? Dado que los estudiantes tienen una sola vida y una sola oportunidad de tener una buena educación, este no parece ser el mejor camino.
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Bueno días si un joven es suspendido por algo que no se comprueba que iso se le puede echar del Liceo y más dejarlo repitiendo sin ningún derecho apelar hasta donde tengo entendido esto no es lega quien me puede ayudar porfa educacion es un derecho o no y más en un colegio municipal gracias
Sófocles | 26.05.2014
Las subvención del estado contra asistencia a clases y no contra desempeño del alumno equivale a darle un bono a los doctores por el número de enfermos que ingresan a consulta y no por prevenir las enfermedades
Titan Educativo | 23.05.2014
Jamas habrá igualdad, nunca, nunca, saquen eso de sus cabezas. La igualdad en la sociedad moderna es algo mas difuso que la utopía. La desigualdad viene desde la cuna, se profundiza en la la educación básica, se perfecciona en la secundaria, y se establece en la universitaria. Finalmente nuestra educación no es solo un problema de lucro, ni de contenidos, ni de calidad, sino todos los anteriores y mas! es social, es cultural. Todos los agentes participantes en nuestra sociedad son responsables de la miserable educación formal que tenemos, en particular la clase política. Mientras la ley SEP siga subvencionando a los sostenedores, el alumno seguirá siendo un billete de cambio, seguirá siendo un nicho de negocios como lo es hoy, y la meta y la calidad, siempre serán de tercer orden. Ser pobre, vulnerable, o prioritario como lo llaman en educación es ser un perfil apetecido, mientras hayas prioritarios los sostenedores seguirán llenando sus bolsillos. y ustedes hablan de igualdad? ............años luz........ hay una pobreza mas profunda en la gente que nos dirige, y eso es visión de futuro, la esperanza de construir algo mejor.
Ari Grossman | 19.05.2014
Los mejores colegios de este pais son sin lugar a dudas los privados que, pertenecientes a fundaciones sin fines de lucro o a sociedades anonimas antiguas y tradicionales, se enfocan en entregar una educacion de real calidad la cual es cara!!i
Esos colegios lucran, obvio, ganan dinero!! pero ese dinero esta destinado a pagar buenos profesores y administrativos y a ser reinvertido en infraestructura para el mismo establecimiento.
Pero son caros y por lo mismo elitistas.Â
Esos colegios seguiran existiendo y si el estado quiere lograr la ansiada igualdad de oportunidades debe hacerlo bien.
Los colegios particulares subvencionados reciben dinero del estado, pero la insfraestuctura debe ser sumistrada por el sostenedor, entonces el querrá legitimamente tener una rendimiento sobre su capital el cual con la misera subvencion que recibe por alumno resulta en que en definitiva se entrega una educacion pobre, entregada por profesores mal pagados y sin motivacion alguna.
Los establecimientos municipalizados demostraron que solo aquellas comunas  con recursos que escogieron algunos establecimientos emblematicos para asignarles recursos funcionan bien.Â
La tarea que tiene el estado es lograr que educadores de calidad y responsabilidad social apoyados por buenos administradores, se comprometan en proyectos educativos que tengan el apoyo del estado y den ese mismo nivel de educacion que entregan los privados y los emblematicos.
Pero esa gente debe recibir una retribucion por su trabajo y la gran pregunta es ¿cual es la retribucion adecuada y justa?
Habrá mucho dinero para la educación en este pais, lo importante es no ideologizarla y ser pragmaticos. Los buenos educadores, los buenos administradores necesitan ganar buenos sueldos y vivir bien, y eso no es lucro, es dignidad aunque sea pagado con dinero publico.
El aporte que hacen al pais es mayor que la realizada por los diputados y senadores. Porque deberian ganar menos que ellos??
Si las cosas se hacen bien, tendremos que esperar una generacion por delante para recoger los frutos, pero estamos en una sociedad donde la cultura de la inmediatez domina todo y no hay paciencia y como los señores politicos piensan solo en mantener sus prebendas a partir del 2018, no tengo esperanza en que las  cosas se hagan bien.Â
En resumen se volvera a botar la plata de los chilenos en un gran transantiago de la educacion!!
Chile País de Tontos | 19.05.2014
El problema es que estamos en Chile ... y la premisa de nuestros empresarios es ganar mucho en el menor tiempo posible y con la menor inversión posible. El lucro tiene efecto directo en la calidad de la educación, pues se optimiza la ganancia minimizando la calidad de profesores, de contenidos y de infraestructura. Mientras menos se invierta, mayor es la ganancia. Y si a esto le agregamos la destrucción de la educación pública, se elimina al competidor ... y ahora estamos en el falso escenario de que los colegios copagos y cualquiera es mejor que los públicos ... obvio ... si los destruyeron! ... La estrategia utilizada por la Nueva Mayoría sólo tiende a minimizar el descontento ciudadano y no pretende cambiar significativamente las bases del modelo educativo actual ... lo demuestran las medidas absolutamente inorgánicas que está tomando ... y claramente de espaldas al populacho. Si hubiera materia gris operando, se habrían dado cuenta que no era necesario armar controversia ni polémica desatando el terror de la derecha y de la Iglesia Católica ... bastaba con haber potenciado fuerte y significativamente el sistema público ... bueno, bonito, de balidad y barato ... los colegios subencionados o copagos habrían tenido una muerte natural gradual ... la competencia los habría eliminado en forma elegante y sin dolor! ... y no habríamos tenido el show del terror que nos está vendiendo tan efectivamente la derecha y la Iglesia Católica.
¿Qué dice la evidencia empírica al respecto, incluso restringiendo la definición de calidad al valor agregado por el colegio en el SIMCE? Un trabajo de José Zubizarreta, Ricardo Paredes y Paul Rosenbaum, que está por aparecer en la prestigiosa revista Annals of Applied Statistics, compara el rendimiento académico de estudiantes que se cambian de un colegio público a un colegio privado con fines de lucro con aquellos que lo hacen a un colegio privado sin fines lucro. El trabajo utiliza datos del SIMCE en el Gran Santiago para los alumnos que cursaron octavo básico en su antiguo colegio en 2004 y con el resultado que obtuvieron en segundo medio en 2006 en sus nuevos colegios. Se encuentra que los alumnos que se cambian a un colegio sin fines de lucro aumentan sus puntajes en matemáticas en aproximadamente 12 puntos por sobre los que se cambian a un colegio con fines de lucro, y, en el caso de lenguaje, el aumento es de aproximadamente 6 puntos.
