Caso Karadima: Carta de Luis Gallardo
07.04.2011
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07.04.2011
Estimada Sra. Mónica:
Junto con saludarla muy respetuosamente me atrevo a expresarle algunas opiniones personales motivado, principalmente, por su intervención en el Programa “Estado Nacional” el domingo 27 recién pasado.
Sin duda a partir de 1973 aparece en Chile un periodismo nuevo, aquel que expresándose a través de distintos medios de comunicación tuvo la valentía y capacidad para investigar e informar a la opinión pública de los procedimientos turbios ocurridos en todos los ámbitos del quehacer nacional desde aquel año y durante todo el periodo de la dictadura militar.
Nadie puede desconocer el rol fundamental que tuvo la Iglesia Católica bajo la conducción del Cardenal Raúl Silva Henríquez principalmente en la defensa de los derechos humanos. Tampoco puede desconocerse la importancia de la reserva moral que para la sociedad toda tiene la Iglesia Católica a través de la difusión y práctica de principios morales que son casi universales, sin embargo y aunque las autoridades eclesiásticas actuales tratan de bajar el perfil calificándolas como situaciones puntuales, los hechos revelados a partir del caso Karadima y las acciones en que se implican a altos dignatarios tienden un negro manto de duda sobre sus procedimientos y sobre todo sobre ciertos poderes que ejercen sus cúpulas jerárquicas para ocultar conductas humanas aberrantes y que la sociedad rechaza y castiga.
Durante una de sus intervenciones del pasado domingo Ud.mencionó, muy someramente lo sucedido en La Serena con el Obispo Fco. José Cox Hunneus, sin embargo, las denuncias formuladas por jóvenes respecto de conductas impúdicas de este dignatario fueron rápidamente encubiertas por la jerarquía católica e hicieron “desaparecer” del ambiente y del ejercicio del ministerio al Sr. Cox señalando que : “Había sido enviado a una jornada de reflexión permanente” lo que en buenas cuentas significó “blindarlo” para ponerlo fuera del alcance de la investigación de la justicia porque sus conductas fueron denunciadas públicamente a través de los medios de comunicación de esta ciudad.
Sin duda la “remoción” del Sr. Cox sólo pudieron hacerla sus superiores jerárquicos lo que demuestra que la putrefacción moral respecto del ocultamiento de conductas impúdicas pone a algunos miembros de la jerarquía eclesiástica en condición de cómplices de tales comportamientos ya que una mínima lógica permite suponer que las informaciones que ellos tuvieron respecto de las conductas sexuales desviadas de este jerarca eran ciertas y tenían una gravedad tal que ameritaban “sacar rápidamente de circulación” al Sr. Cox y con el menor revuelo posible.
¿ Quién habla de él hoy? ¿En qué quedaron las denuncias publicadas? ¿Dónde se encuentra “reflexionando” actualmente? ¿Por qué la Iglesia no lo puso a disposición de la justicia para que se limpiara su imagen como persona y como dignatario? ¿Qué poderes se movieron entre las sombras para que no hubiera una investigación acuciosa?
Por el impacto que ha producido en la comunidad nacional, el caso Karadima ha adquirido una especial relevancia porque se trata de abusos con varios jóvenes y que son los casos conocidos pero… ¿Cuántos más fueron? y se agrega además, al comportamiento sexual desviado de muchos sacerdotes católicos de nuestro país y también de otros países del orbe lo que supone un quiebre conductual y moral importante en quienes ejercen el ministerio eclesiástico y que se basa en la credibilidad de los fieles fundada en una confianza claramente casi irrestricta. Razón tiene, en este aspecto, su colega periodista que también participó en el programa del domingo: la confianza de la feligresía está resentida. Y, para colmo de males, se destapa ahora el caso de las religiosas ursulinas, en especial de las conductas de la Superiora, al extremo que la iglesia ha “intervenido” esta Orden. Entonces las conductas sexuales aberrantes están siendo genéricamente transversales, comprenden a religiosos y religiosas.
¿ Se darán estas conductas como consecuencia de la práctica obligatoria del celibato lograda a partir de un trabajo psicológico seminarista tan profundo que trata de anular un instinto consustancial a la naturaleza humana como es la satisfacción de las necesidades sexuales? Y entonces surge una pregunta sustancialmente difícil : ¿ Es ya la práctica del celibato religioso un anacronismo católico? ¿Debería la Iglesia revisar su práctica?
Y para el ejercicio del sacerdocio : ¿ Es imprescindible el celibato y por qué? La ponencia expresada por el Papa actual en sus últimas intervenciones sobre esdta temática no permiten vislumbrar, por ahora, que esta práctica se pudiera eliminar. Quizás ni siquiera se estudiará, creo más bien se insistirá en ella. ¿Tiene valor real que la jerarquía eclesiástica pida perdón a sus víctimas en nombre de sus victimarios? ¿ Cómo resarce a las víctimas del tremendo daño producido en los más variados aspectos de la existencia humana?
Prácticamente en todos los países del mundo las prácticas pedófílas, en cualquiera de sus expresiones, constituyen un delito pero, la Iglesia Católica tiene su propio sistema jurídico establecido en los Códigos Canónicos cuya aplicación, según entiendo corresponde a la Congregación para la doctrina de la fe. Y surge entonces una pregunta para los juristas: ¿ Está la aplicación de las leyes canónicas por sobre las leyes de los estados que permiten el ejercicio del catolicismo?
Excúseme por favor la extensión de este correo y la osadía de distraer su tiempo en su lectura , simplemente me amparo en link que Ciper ofrece: “Opinión”
Termino felicitándole por su trabajo periodístico tanto pretérito como presente porque estoy convencido de que sólo la verdad y la consecuencia conduce a la transparencia en los actos humanos.
Cordialmente,
Luis Santiago Gallardo Munizaga
Profesor de Estado en Bilogía y Cs.Naturales