«La verdad padece, pero no perece»
22.02.2011
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22.02.2011
Tras conocer el veredicto del Vaticano que confirmó los abusos del sacerdote Fernando Karadima, uno de sus denunciantes, el periodista Juan Carlos Cruz, envió una carta de agradecimiento a todos quienes lo apoyaron en este proceso. En ella reflexiona sobre lo difícil que fue enfrentar el caso y cómo la verdad le permite volver con la frente en alto desde Estados Unidos, donde se radicó huyendo del fantasma de Karadima. «La verdad padece, pero no perece», es el título del menaje, tomado de una frase de Santa Teresa de Jesús, que reproducimos con su autorización.
Mis queridos amigos,
Perdón lo masivo de este email, pero son tantos los mensajes y los emails que he recibido de cada uno de ustedes, que preferí mandarles esto.
Antes que nada, quiero darle las gracias a cada uno de ustedes por todo el apoyo en momentos en que me sentí tan solo y abandonado, cuando la gente que debería habernos apoyado nos tenía totalmente marginados.
La decisión del Vaticano pone fin a tantos sufrimientos personales y fantasmas que a uno lo persiguen por años de años. No sé qué habría hecho sin el apoyo y el cariño de tanta gente como ustedes, mi familia, compañeros de colegio, de universidad, amigos de la oficina, periodistas, amigos de la vida, etc. Algunos con un llamado, otros ayudando a encontrar la verdad, en fin, montones de hechos que me hicieron sentir que lo que estábamos haciendo no era en vano.
Nunca he querido ser el protagonista de algo así, pero por otro lado, sentí un llamado a hacerlo no sólo por mí, por mi sanación, pero por tantos otros que no han podido hablar, que han sufrido tanto, incluso más que yo. Los mensajes que me han llegado en estos días y durante todo este proceso, han sido conmovedores. Me ha escrito gente de todo el país, incluso de Isla de Pascua! Amigos o desconocidos, pero todos dándonos ánimo o contándome sus historias de abuso a manos de otra gente. Creo que eso fue lo que me dio una fuerza enorme y contrarrestó el sufrimiento y la vergüenza de poner la vida privada e íntima de uno en el ojo público, permitiendo que algunos nos tratasen de mentirosos y otras barbaridades de las que no vale la pena ni acordarse.
Ahora hay que mirar adelante, confiar en que se ha dado un paso enorme para desenmascarar algo malo y hay que enfocarse en tantos otros sacerdotes y religiosas que son maravillosos y que son la verdadera Iglesia que día a día lucha por que nos acerquemos a Dios, por que haya justicia y por cuidar a los pobres de espíritu y materiales. Hay que saber perdonar, y lo digo primero por mí, que vivo constantemente batallando una rabia enorme por algo tan tremendo que pasó y con cómo reconciliar eso con un futuro donde Karadima no juega ningún papel en mi vida.
Cuando pienso en que una de las razones principales por las que me fui de Chile fue esta situación, me tranquiliza el saber que ahora puedo llegar a mi país con la frente en alto y que cada día que pasa, esto se verá más lejano ya que la verdad ganó. Obviamente nunca me olvidaré de esto, porque ha sido una de las cosas más difíciles que me ha tocado vivir en mi vida, pero espero que llegue un momento en que sólo sirva para apoyar a otros que han sufrido lo mismo y tratar de hacerles ver que hay luz al final del túnel y que nadie puede abusar de nadie bajo ninguna circunstancia. Cuando veo a mis sobrinos y sobrinas, a los hijos de tantos de mis amigos, pienso que quizá esto que nos ha tocado vivir a nosotros permita que nunca les pase a ellos y que crezcan sanos y libres de abuso de cualquier tipo. Hay mucho que hacer, pero si en algo he aportando a solucionar con un grano de arena esto, me doy por satisfecho.
Mis amigos Jimmy (Hamilton), José Andrés (Murillo) y Fernando (Batlle) me han ayudado a salir adelante, y su ejemplo y valentía también han sido clave para no darse por vencido en medio de la adversidad. Nuestro abogado Juan Pablo Hermosilla con su inteligencia y calma, me ha dado un verdadero ejemplo de cómo buscar y luchar por la verdad a pesar de la incomprensión.
Nunca pensé que algún día iba a estar escribiendo esto ni que sería sido testigo de lo que hemos constatado en los últimos días. Pero mientras más reflexiono, pienso que hay que desenmascarar la mentira y el encubrimiento, pero con una visión de esperanza para el futuro. No en vano Dios nos ha dado un Arzobispo que se la está jugando y los muchos que encubrieron o callaron ya no van a ser los protagonistas de nada. Un momento de dolor enorme para la Iglesia y para nuestro país, pero siempre con la esperanza de que en estas cosas salen muchas más cosas buenas.
Muchas gracias a cada uno de ustedes por el papel que han jugado en mi vida. Cada uno sabe lo que ha hecho y se los agradezco. Ojalá algún día yo también pueda retribuir todo el cariño y apoyo que me han dado, no sólo a mí sino a todos nosotros. Por ahora hay que empezar a reconstruir vidas, acoger a muchos que quizá van a salir de las tinieblas y van a hablar de su abuso, apoyar a tantos sacerdotes, religiosos y religiosas buenos para que juntos podamos seguir adelante y que todos estos hechos terribles sean una lección de que la mentira, el abuso, y el encubrimiento no son el camino que debemos seguir nunca.
Nunca he tenido más fresca la frase de Santa Teresa que me dijo la superiora de mis queridas Carmelitas de San José cuando la llamé angustiado al explotar todo esto el año pasado. Ella me dijo: “La verdad padece pero no perece”. La verdad no pereció, triunfó, y mucho se lo debo a tanta gente como ustedes que estuvieron ahí para darnos ánimo cuando el mundo se venía encima y la pena no te dejaba ver bien el horizonte y la meta a la que nos habíamos propuesto llegar.
Ahora hay que mirar adelante, dejar que la verdad siga su curso y juntos crear algo mejor para los que han sufrido tanto y para los que vienen detrás de nosotros. Que esto no pase nunca más, no solo en nuestro querido país, sino en ninguna parte del mundo.
Espere verlos en Chile y muchas gracias por todo.
Con mucho cariño y agradecimiento,
Juan Carlos Cruz
*Juan Carlos Cruz es periodista y uno de los primeros denunciantes contra el sacerdote Fernando Karadima por abusos sexuales. Actualmente vive en Estados Unidos donde trabaja como ejecutivo en comunicación corporativa.