Por qué se decidió eliminar a Frei
08.12.2009
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08.12.2009
A partir de mayo de 1975, después de una extensa entrevista concedida al semanario colombiano Nueva Frontera, en la que el ex mandatario criticó duramente a la Junta Militar encabezada por Pinochet y en momentos en que las cárceles secretas se hallaban repletas de prisioneros torturados, Frei se convirtió en un personaje molesto. Sus declaraciones fueron profusamente reproducidas en Europa y EE.UU, mientras en Chile la DINA reforzaba una brigada para vigilar sus movimientos.
Todas las patentes de los autos que llegaban hasta su casa eran registradas y sus ocupantes fotografiados y filmados. Luego, a través de la oficina de la DINA y luego de la CNI que funcionaba al interior del Registro Civil se identificaba a sus dueños. Lo mismo ocurría con su oficina en Huérfanos 1022 y los teléfonos de ambos inmuebles.
El acoso se hizo más intenso a medida que los influyentes nexos políticos internacionales de Frei se intensificaron. En agosto de 1976, una bomba explotó en el frontis de la casa de Oscar Pinochet de la Barra donde se le ofrecía a Frei una cena de honor. En poder del jefe de la DINA en Buenos Aires, Enrique Arancibia Clavel, que la autora de esta investigación encontraría en 1986 en el Archivo Judicial de ese país, está un informe del SIDE (símil de la DINA en Argentina) donde se dice que la bomba con que fue asesinado Orlando Letelier y su asistente en Washington en septiembre de 1976, tiene la misma factura de fabrica que el atentado a Bernardo Leighton en Roma (1975) y el fallido atentado contra Frei el 14 de agosto de 1976.
En diciembre de 1977, la vigilancia sobre Frei cobró nuevos bríos. El ex presidente se integró al foro político mundial más importante de esos días en el mundo occidental: la Comisión Norte-Sur encabezada por el ex canciller alemán y presidente del Partido Social Demócrata de ese país, Willy Brandt e integrada por 17 personalidades políticas y económicas.
Nuevos episodios le revelaron a Frei el intenso seguimiento del que era objeto. Aunque la estricta verdad es que en la Democracia Cristiana de esos días y durante mucho tiempo más, se siguió pensando que el asesinato y la desaparición estaba reservada a la izquierda y no para sus militantes importantes. Deberían transcurrir tres años antes de que el escenario diera un vuelco radical.
El 10 de agosto de 1980 sorpresivamente Pinochet decidió llamar a un plebiscito para refrendar su nueva Constitución. Sin registros electorales, sin libertad de prensa ni de reunión y con los organismos represivos en acción en todo el país, era una farsa. El presidente de la DC, Andrés Zaldívar, esa misma noche hizo público su rechazo. Pero la Democracia Cristiana inició un intenso debate interno sobre qué posición adoptarían. Frei estaba en Sao Paulo en un seminario. Decidió regresar de inmediato. Pero antes, decidió dar una señal a la DC y a Pinochet sobre su actitud. Declaró públicamente que “el plebiscito no es mas que un artificio para perpetuarse nueve años más en el poder”.
Apenas llegó fue informado de que su NO a la Constitución no concitaba la unanimidad en el PDC. Un sector proponía la abstención silenciosa. De inmediato le dio una entrevista a Patricia Verdugo donde afirmó:
-No hay que engañarse, es el equipo económico es el que necesita asegurar diez años mas de dictadura para imponer su modelo. Jamás imaginé a esta derecha entregándose a una dictadura. Me sigue sorprendiendo y me entristece (Vea la entrevista completa).
El 20 de agosto, la propuesta de Frei y Andrés Zaldívar de que cada hombre que venciera el miedo y votara NO podía transformarse en un activo opositor, triunfó en el PDC. Sin tregua y contra el tiempo, se llamó a un gran acto público para decir NO en el Teatro Caupolicán. La respuesta del régimen no tardó. El 22 de agosto los ministros de Defensa, César Raúl Benavides y de Interior, Sergio Fernández, firmaron un decreto secretó creando una nueva “Unidad Antiterrorista” (UAT), capacitada para “neutralizar, destruir o capturar núcleos de resistencia adversarios y conquistar objetivos ocupados por organizaciones subversivas a los propósitos del Supremo Gobierno”.
El documento, descubierto por el actual ministro de la Corte Suprema Milton Juica y revelado por El Mostrador, dice además: “En caso de ser necesario, esta UAT podrá estar integrada por personal especializado de otras instituciones (…) La dependencia orgánica permanente de esta UAT será del Ejército. Mantendrá relaciones por el Canal Técnico con la CNI para los efectos de coordinación en la planificación. Su empleo en acciones antisubversivas será resuelto por el Sr. Presidente de la República”.
Ignorantes de la nueva unidad operativa que había entrado en acción, siete días después, ante un recinto atiborrado de hombres y mujeres, Frei se convirtió en el líder del NO a Pinochet siendo el único orador del Caupolicán. En primera fila, José Piñera y su hijo Sebastián Piñera. Por las ondas de las radios Cooperativa, Chilena y Santiago llegó a todo Chile su propuesta de formar de inmediato un gobierno de transición cívico militar que estableciera en un plazo de tres años recuperar el pleno ejercicio del régimen democrático.
Afuera, policías fuertemente armados rodearon el recinto. Pero ese 27 de agosto de 1980 quedó marcado en la agenda que derrotó a Pinochet en 1988: fue la primera vez que democratacristianos, socialistas y comunistas se unían en torno al NO a Pinochet. Ganó el SI, pero ya nada fue igual.
Al mismo ritmo que la crisis económica se agudizaba y las ollas comunes se multiplicaban en las poblaciones, la actividad sindical crecía. En julio de 1981 Manuel Bustos y Alamiro Guzmán, en nombre de la Coordinadora Nacional Sindical (CNS) lanzaron un petitorio (“Pliego Nacional”). El ministro Sergio Fernández se querelló. Los dirigentes de la CNS fueron detenidos y llevados con grilletes hasta los tribunales, donde sesionaba la Corte Suprema.
Al día siguiente, 10 de julio, Frei fue a la Vicaría de la Pastoral Obrera. También llegó Tucapel Jiménez, presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF). Los movimientos de ambos eran seguidos de muy cerca. Dos informantes tenía Raúl Lillo apostados en la ANEF, además de Luis Becerra en el entorno íntimo de Frei y Genaro Cerda Weber en el PDC.
De inmediato en la UAT se supo que ese día había quedado constituido el comité de defensa de los sindicalistas arrestados. Frei no firmó la declaración, pero fue la primera vez que participaba en una iniciativa política junto a dirigentes socialistas y comunistas.
El 11 de agosto fueron detenidos violentamente y expulsados del país tres ex ministros firmantes del comité recién formado: Carlos Briones (PS), Jaime Castillo Velasco (DC), Orlando Cantuarias (PR) y el ex senador DC y entonces militante de la Izquierda Cristiana, Alberto Jerez.
Pinochet arremetió contra la CNS -“todos son comunistas con todas sus letras”- y quienes solidarizan con ellos “pasan a la categoría de colaboradores”, afirmó ante las cámaras. Frei convocó a una conferencia de prensa para solidarizar con los sindicalistas presos. En ella calificó la expulsión de los cuatro miembros del comité de defensa como “un acto inconcebible en todo país civilizado que forma parte de una escalada que tiende a crear un clima de temor y amenaza”.
La réplica vino en boca del ministro del Interior Sergio Fernández, quien acusó a quienes solidarizaban con la CNS de “cómplices o coautores con el marxismo, y tendrán que sufrir las consecuencias que significa no cumplir una ley”. Pinochet fue el autor de la segunda respuesta. Desde Chillán, la cuna de O’Higgins, afirmó que “esa lacra del terrorismo cuenta con la complicidad de algunos chilenos”, anunciando que se castigaría “con la mayor dureza” a quienes colaboran con el marxismo.
Todos supieron que se refería a Frei cuando agregó: “El haber sido un opositor a la doctrina marxista no exime de la responsabilidad que se asume cuando se pacta con los exponentes de esa doctrina”.
Pero la Democracia Cristiana y tampoco Frei sospecharon que la embestida sería brutal. El ex presidente partió el 18 de septiembre a Alemania para una nueva reunión de la Comisión Norte-Sur. Su leal y antiguo chofer Luis Becerra lo llevó hasta el aeropuerto. Cuando regresó, siguió con su intensa agenda política y confidenció que los reflujos por la hernia al hiato lo estaban perturbando más de la cuenta. Volvió a partir, esta vez a Italia. El 2 de octubre de 1981 fue recibido por las máximas autoridades de ese país. Los ojos de Europa seguían expectantes la evolución de las fuerzas democráticas en Chile. Los ojos y oídos del servicio exterior de la DINE -a cargo del oficial Maximiliano Ferrer Lima- fueron más rigurosos: registraron cada una de sus intervenciones y reuniones.
A su regreso a Chile, Frei constató que la miseria y la naciente unidad sindical estaban cambiando el escenario al crear nuevos desafíos políticos. Faltaba que la oposición, hasta entonces dividida, diera algunos pasos. El único sector donde podían acercarse las posiciones de democratacristianos, socialistas, comunistas y radicales era el sindical. La CNS, encabezada por el democratacristiano Manuel Bustos, ya había unido a un sector de los sindicalistas DC con la izquierda seriamente diezmada. Pero el gran líder seguía siendo Tucapel Jiménez, quien para agosto de 1981 ya tenía a la ANEF estaba en plena coordinación con la CNS presidida por Manuel Bustos.
El movimiento sindical y político en esos días de 1981 convergía de manera acelerada e inédita a una plataforma de oposición que incluía como primer punto la organización de un paro nacional. Tucapel Jiménez, como líder de un nuevo y unificado movimiento sindical y Eduardo Frei, líder del PDC, darían luz verde a los primeros acuerdos que culminarían años después con el nacimiento de la Concertación.
La solidaridad internacional, necesaria para avanzar en la derrota del régimen, anunciaba en el calendario un hito importante para enero de 1982 con una nueva reunión de la Comisión Norte-Sur, a la que Frei asistiría. Frei comentó que quería estar en óptimas condiciones para enfrentar lo que venía. Sus dichos, sus reuniones, sus planes y hasta sus más íntimas palabras en el dormitorio llegaron hasta la unidad especial que en esos días preparaban su eliminación. El ex mandatario decidió operarse…
Uno de los primeros en saber su decisión fue su chofer, Luis Becerra, uno de los hombres de su mayor confianza y en quien su esposa había depositado el cuidado de su casa y de su esposo. Minutos después de que Frei escogiera la Clínica Santa María para la intervención, el jefe operativo de la CNI, Raúl Lillo, recibió la información. Faltaba sólo la fecha exacta en que se operaría.
A partir de ese momento, el entonces exclusivo establecimiento hospitalario donde trabajaban paralelamente tres médicos de la clínica de la CNI (Clínica London) –Pedro Valdivia, Rodrigo Velez y Virgilio Bocaz, se convirtió en el centro de una planificada operación de inteligencia cuyo propósito fue eliminar a Frei.
El 18 de noviembre Eduardo Frei Montalva ingresó caminando y de buen ánimo a la Clínica Santa María. Todo indicaba que sería una operación de rutina. Siete días después, el mayor Carlos Herrera recibió la orden de asesinar a Tucapel Jiménez. Ambos fallecerían en enero y febrero de 1982.