Casa de Piedra: el secreto lugar de juerga y tortura de la DINA
02.11.2007
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02.11.2007
Las escalofriantes historias que ocultaba el cuartel de exterminio de la DINA de calle Simón Bolívar, y que han sido develadas por la investigación del juez Víctor Montiglio y llevadas a la pantalla por Informe Especial de Televisión Nacional, han provocado un duro impacto. Pero no es la única cárcel de la dictadura que se había mantenido secreta hasta ahora. La Casa de Piedra, la residencia de Volpone en un sector del Cajón del Maipo, es quizás el cuartel más importante y desconocido de los que tuvo la DINA.
Construida en la década de los ‘30 por la familia Bulnes Correa, está ubicada en el primer tramo del camino a Lagunillas, un poco más arriba de San José de Maipo. En 1939 fue comprada por el empresario gastronómico Domingo Fuenzalida, quien en 1955 la vendió a su amigo Darío Sainte Marie Soruco, en $3.500.000 de la época. Más conocido como Volpone, Sainte Marie había fundado un año antes el polémico diario Clarín, que llegó a ser el más vendido de Chile hasta su clausura el 11 de septiembre de 1973.
La casa debe su nombre a las grandes piedras a la vista de sus gruesas paredes. Volpone mantuvo la estructura original pero la modernizó. Y lo primero fue instalar un sistema de agua caliente y calefacción a petróleo para soportar el invierno cordillerano. Se mudó en 1958 junto a su mujer Carmen Kaiser y tres de sus cinco hijos nacieron ahí.
Los 400 metros cuadrados de la vivienda eran tan singulares como su nuevo dueño. A falta de un pasillo, para cruzar desde el living hasta el comedor había que recorrer casi todas las habitaciones, un salón decorado con motivos chinos y el despacho privado de Volpone. Carmen Kaiser recorría anticuarios en busca de adornos, traía telas del extranjero y asistía a remates. En ellos, más de alguna vez se disputó atractivas piezas con el poeta Pablo Neruda.
Si bien Volpone tenía otro departamento en Santiago, por un largo tiempo su residencia principal fue la Casa de Piedra. Si al departamento que Volpone tenía en el centro capitalino algunos llegaron a llamarlo “La Moneda chica”, Casa de Piedra fue su residencia principal y un importante centro de reuniones políticas al más alto nivel. Por ahí pasaron las más altas figuras políticas de la época, incluyendo a tres presidentes.
Sainte Marie fue un asesor de confianza de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931 y 1952-1958) y luego también muy cercano a Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Según recuerdan algunos testigos de la época, el entonces mandatario DC solía llegar acompañado de su esposa María Ruiz-Tagle, y le gustaba que en invierno lo esperaran con sopaipillas.
Con Salvador Allende tuvo una compleja y larga amistad. Para los hijos de Volpone llegó a ser simplemente el “tío Chicho”. Allende disfrutaba en esos parajes de unas enormes chuletas de novillo acompañadas de papas con mote -uno de sus platos favoritos- y otras veces conversaba en privado con el dueño de casa al borde de la piscina. Bernardo Leighton, Radomiro Tomic, José Tohá y Carlos Altamirano, entre muchos otros protagonistas de las más altas decisiones del país, asistían a los asados, cenas y reuniones políticas que organizaba Volpone en la enorme mesa del comedor.
A Volpone no le gustaba dejar su casa. Se despertaba a las seis de la mañana y mandaba de inmediato a su mayordomo a buscarle, en bicicleta, los primeros diarios del día a San José de Maipo: misión que el hombre debía repetir a medida que iban llegando los matutinos, para que su jefe pudiese leerlos tomando el desayuno en cama.
El 11 de septiembre de 1973, el hombre que había convertido al diario Clarín en un gran soporte de Allende, atacando sin tregua a la derecha, ya había emigrado a Madrid el año anterior, después de vender el matutino en una polémica operación que hasta hoy no se aclara y que es motivo de un juicio que se tramita en el Tribunal de Arbitraje del Banco Mundial (CIADI).
La Casa de Piedra quedó a cargo del cuidador Luis Olguín, quien vivía ahí con su mujer y sus dos hijos. Tras el golpe, los militares tardaron un par de días en llegar a la casa de Volpone.
Cual película de guerra, lo primero que vio Luis Olguín fueron comandos boinas negras cuerpo a tierra, otros lanzándose en paracaídas desde helicópteros, mientras un grupo amenazaba con echar la reja abajo con una motoniveladora. “Me encomendé a la Virgen del Carmen”, recuerda Olguín, quien fue encañonado junto a su mujer y con pistola en la cabeza tuvo que abrir todas las puertas de la casa.
-No dijeron qué buscaban, pero supongo que armamento o si había gente escondida, pero ahí no había nada -cuenta.
En un momento, los uniformados empezaron a empujar una puerta batiente por ambos lados y creyeron que alguien oponía resistencia. Dispararon y el militar que estaba al otro lado resultó herido.
Se fueron, pero la misma escena se repitió otras cinco veces. Olguín se resistía a partir. Temía que terminaran por destruir los caros muebles que alhajaban la casa. Hasta que lo expulsaron.
Lo que pasó después en la Casa de Piedra ha permanecido en secreto hasta ahora. Los habitantes de San José de Maipo comentan que ahí estuvieron los militares, que la usaban para hacer fiestas. La verdad es más cruda.
Rosa Acevedo es la vecina más cercana. Su casa está empinada sobre la ladera del cerro por lo que pudo ver algo de lo que ocurría allí abajo. Por temor guardó silencio hasta ahora.
Al principio, cuenta, fue ocupada por uniformados. Meses después, éstos fueron reemplazados por civiles. Lo primero que hicieron fue envenenar a todos los perros de los alrededores, de modo de poder entrar a las casas sin guardianes que ladraran.
En esa primera etapa los civiles eran en realidad un equipo de elite de la DINA. El recién creado organismo de seguridad entrenaba a sus agentes en las Rocas de Santo Domingo, pero los cursos de inteligencia se realizaban en Casa de Piedra. Así lo declaró el brigadier (r) Pedro Espinoza al ex ministro Juan Guzmán, en el juicio por la desaparición de Juan Maino, dando cuenta de lo que fue la Operación Colombo. Según Espinoza, en mayo de 1974, el general Augusto Pinochet lo destinó a la DINA para que organizara la Escuela Nacional de Inteligencia que funcionó en el Cajón del Maipo, cargo que mantuvo hasta diciembre de 1974. La escuela fue trasladada luego a Rinconada de Maipú.
Pero no todo era entrenamiento. Allí se organizaron importantes operaciones. Está judicialmente probado que fue desde la Casa de Piedra que salió el comando encabezado por el oficial de Ejército Armando Fernández Larios que secuestró desde la Penitenciaría al ex gerente de Cobre Chuqui David Silbermann el 4 de octubre de 1974. Tras pasar por diversos cuarteles de la DINA, Silbermann desapareció sin dejar rastro.
“Ya después uno empezó a saber qué era la DINA”, reconoce Rosa Acevedo, recordando que los ocupantes de la Casa de Piedra trataron de integrarse con los lugareños: “pedían cosas, circulaban todo el día y se acercaban a hablar de cualquier tema”. Así, jóvenes que usaban nombres falsos ejercían una sutil vigilancia. De eso se percató cuando una vecina terminó casándose con uno de los militares a quien todos le decían Marcelo, pero se llamaba Juan Carlos.
Rosa nunca tuvo idea de la Escuela de Inteligencia, pero identifica claramente un cambio del equipo en 1975, cuando comienzan “los tiempos más duros”. También recuerda que en 1975 helicópteros sobrevolaban su casa y aterrizaban en los jardines de la Casa de Piedra. Cree haber divisado en uno de ellos al general Pinochet con sus lentes oscuros, lo cual le confirmó uno de los agentes: Miguel Cifuentes Vargas.
Cifuentes vive hoy en la población El Esfuerzo de San José y no quiere recordar nada. Sin embargo, la discreción no era su fuerte cuando vivía en Casa de Piedra. “Fíjese que vino mi general”, le contaba a Rosa Acevedo, y también mencionaba a otros importantes personajes, como José Toribio Merino, Humberto Gordon y Michael Townley.
-Se juntaban todos acá -dice la vecina.
La presencia de Pinochet fue ratificada en 2005 por el agente de la DINA Ricardo Lawrence ante el ministro Víctor Montiglio, en la investigación sobre el destino de los dirigentes comunistas desaparecidos desde una casa de calle Conferencia. El oficial de Carabineros dijo que los principales dirigentes del PC fueron llevados “a un cuartel en el Cajón del Maipo conocido como La Casa de Piedra” por orden de Germán Barriga (agente que se suicidó en enero de 2005), quien dirigía la Brigada Lautaro de la DINA.
-En una de esas visitas se presentó en el lugar el general Pinochet, quien llegó a conocer a Víctor Díaz, secretario general del PC. En esa conversación, Víctor Díaz le dijo a Pinochet que cometía un error al meterse en contra del PC, porque era como intentar vaciar el mar con un balde, algo que nunca se iba a poder lograr.
Lawrence también declaró que los dirigentes comunistas fueron asesinados ahí, ensacados y llevados en una camioneta hacia Peldehue, donde fueron subidos en un helicóptero y luego lanzados al mar. Sin embargo, en el mismo proceso se ha determinado que al menos Víctor Díaz fue asesinado en el cuartel Simón Bolívar, aunque no se descarta que otros dirigentes de la comisión política del PC hayan muerto en Casa de Piedra. Se sabe que los cuerpos que llegaron a Peldehue venían de distintos centros, como Villa Grimaldi y Simón Bolívar.
Otro rastro del horror en Casa de Piedra fue hallado por el ministro Alejandro Madrid. Investigando la muerte del cabo Manuel Leyton, descubrió que este era uno de los comandos que participó en el lanzamiento de cuerpo de prisioneros al mar. Montiglio recibió testimonios de que Leyton era el que quemaba sus rostros y dedos con un soplete para que no fueran identificados. Algunos de esos capítulos ocurrieron en Casa de Piedra.
Para evitar que revelara ese secreto, Leyton fue asesinado con gas sarin en marzo de 1977, luego de haber sido detenido en posesión de dos renoletas robadas, una de ellas pertenecía al detenido desaparecido Daniel Palma, abuelo de la actriz Leonor Varela.
A juicio del abogado del Consejo de Defensa del Estado Daniel Martorell, Casa de Piedra “no fue un lugar de detenciones prolongadas sino de tránsito”.
Hasta ahora la Casa de Piedra no ha aparecido en los listados de centros de detención ni fue mencionada en el Informe Valech. Y esto porque al igual que el cuartel secreto de Simón Bolivar no hay registro de sobrevivientes. Pero hay una excepción. Las hermanas María Teresa y María Magdalena V.K., eran agentes civiles de la DINA y cumplían labores de oficina y de acompañantes de los oficiales. En una declaración policial dejaron testimonio de parte de lo que allí vivieron.
-Junto a mi hermana fuimos detenidas y trasladas hasta una casa en el Cajón del Maipo donde fuimos interrogadas separadamente. A mi hermana la maltrataron. El motivo fue que María Teresa tenía una amiga peruana de mucho antes que ingresara a la DINA, y esta peruana trabajaba en la Embajada de Perú, entonces el comandante (Vianel) Valdivieso presumía que nosotras le pasábamos información a esta mujer, lo que nunca ocurrió -relató María Magdalena.
-Quedé detenida y encerrada en una pieza de esa casa, durmiendo en una colchoneta en el piso. Por una ventanilla me dejaban ver a mi hermana que estaba en otra dependencia. Permanecí en estas condiciones más de una semana, sufriendo todos los días apremios físicos, me sacaron fotos desnuda y me pusieron corriente a cara descubierta…Presumo que eran de la Agrupación Lautaro, porque cuando terminó todo, pasamos por esta agrupación, me metieron en una pieza, me hicieron desnudar y me sacaron fotografías para presionarme y que no los denunciara -agrega la declaración de su hermana María Teresa.
Ambas hermanas viven hoy en la Quinta Región.
Otras damas de compañía de la DINA conocieron la Casa de Piedra como un recinto para eventos sociales. Como Ximena J.M., la que la identificó como “una casa de piedra del Cajón del Maipo a la que fui a una fiesta donde participó el coronel Manuel Contreras Sepúlveda, Vianel Valdivieso y otras personas conocidas del mando de la DINA”.
La casa, que aún conservaba algo del glamour que tuvo en la época de Volpone, resultaba ideal para eventos muy secretos en los que habrían participado también agentes de otros países Latinoamérica y que se encontraban en Chile en la gestación de la Operación Cóndor, como lo reconoció otro de los agentes que participó en dicha fiesta (ver foto).
Para entonces, y según lo confirmó el ministro Jorge Zepeda que investigó exhaustivamente las operaciones secretas de los jerarcas de la Colonia Dignidad, la casa tenía un sofisticado sistema de comunicaciones a través de una torre y aparatos que fueron instalados por los alemanes de la Colonia. Un sistema especialmente diseñado para las necesidades que exigía el despliegue de la Red Cóndor.
Lo aislado del lugar también se prestaba para que los militares que custodiaban la casa organizaran largas y regadas noches de juerga. A Rosa Acevedo le llegaba el eco de la música a todo volumen. Hasta que un día Miguel Cifuentes llegó acongojado: sus compañeros se habían tomado la plata y no tenían provisiones. Lo invitó a comer a condición de que dejara la metralleta en la puerta.
Otra de las llegadas de Cifuentes sería imborrable: le pidió manzanas para dar a los “prisioneros”, ya que todos se habían ido y no les dejaron alimento. Así se enteró Rosa que en la Casa de Piedra había detenidos. Pero nunca los vio…
-Fue la parte más fuerte, más dura… Porque yo escuché golpes, sufrimiento -confiesa.
Durante 1976 aparecieron al menos 14 cuerpos no identificados en el Río Maipo. Los familiares de los desaparecidos recibieron el dato de que en la zona estaba la casa de Darío Sainte Marie, ocupada por organismos de inteligencia. Fue fácil sumar ambas informaciones. Sólo en 1980, Servando Jordán, el primer ministro en visita para casos de desaparecidos, tuvo la confirmación de que la Casa de Piedra había sido un recinto de la DINA.
El primero en reconocerlo fue el entonces ministro del Interior, Sergio Fernández, quien respondió por escrito que la CNI, “ha expresado que, en virtud de lo dispuesto en el DS Nº56, de 3.II.77, del Ministerio de Tierras, se asignó a la mencionada ex Dirección (DINA), el inmueble fiscal ubicado en el camino a Lagunillas, comuna de San José de Maipo, que antiguamente perteneció al referido Saint-Marie”
Tres meses después Fernández rectificó a través de otro oficio diciendo que en realidad la DINA ocupó la casa antes del decreto “pero se ignora la fecha en que ello ocurrió, como asimismo la persona o personas que estuvieron a cargo de dicho inmueble”. Y Manuel Contreras le precisó en 1981 (20 de noviembre) a Jordán que la casa fue cedida a la DINA en 1974, y que tras la disolución del organismo continuó siendo ocupada por la CNI. “No está en mi conocimiento el hallazgo de cadáveres en las aguas del Río Maipo”, concluye Contreras.
El misterio de los cuerpos persiste hasta hoy.
Rosa Acevedo recuerda que después de 1980 los militares se fueron de la casa y allí se instaló una familia hasta el regreso de la democracia. Entonces la vivienda fue saqueada y ocupada por drogadictos. No dejaron ni las cañerías. Hasta que la vecina logró avisar a la familia Sainte Marie de que podían regresar.
Hoy nadie habita la casona. Salvo Paola, una de las hijas de Volpone que vive en Barcelona y la ocupa cada vez que visita Chile. En el mismo terreno, pero en una casa vecina, vive otro de los hijos de Sainte-Marie, Jean Paul, junto su esposa y sus dos hijos. Todos los días tienen a la vista el añoso nogal a cuyos pies están sepultadas las cenizas del mítico patriarca.
En una maleta junto al equipaje común viajaron a Chile las cenizas de Darío Sainte Marie, a comienzos de los `90. Sus restos permanecieron por más de 10 años en el cementerio de Almudena en Madrid, después de que muriera en esa ciudad el 16 de febrero de 1982. Su tercera mujer y madre de sus hijos, Carmen Kaiser, retiró el ánfora argumentando que lo quería enterrar en otra ciudad, pero se lo trajo a Chile en secreto. Desde entonces, las cenizas de Volpone están enterradas bajo un nogal a la entrada de la Casa de Piedra, como él quería.
La casa fue ocupada por su hija mayor Dorotea, en 1991, hasta que el Ministerio de Bienes Nacionales se la restituyó oficialmente ese mismo año. En 2003 fue transferida a la Sociedad Inmobiliaria e Inversiones Refugio de Lagunillas, constituida por los herederos de Volpone. Con sus propias manos los hijos de Volpone han restaurado poco a poco cada rincón. Rebautizada como Chalet de Piedra, la imponente residencia que conserva sus míticos rincones ha sido habilitada como centro de eventos y hospedaje con 40 camas.
Para los hijos de Volpone esta casa representa sus mejores recuerdos infantiles y también el periodo en que la familia estuvo unida, antes del quiebre de 1972.
-Es un lugar precioso que tiene un peso por sí mismo. Por la energía que tiene, por lo extraña, histórica, por el poder que tiene, decidimos abrirla al público para lograr su reconstrucción y limpiarla de su época oscura, para que renazca con su época de gloria y traer con ella la memoria del papá que ha sido sepultada. Un lugar donde resurja esa fuerza que en algún momento él tuvo – afirma Jean Paul Sainte Marie.
(Una versión de esta investigación fue publicada en el cuerpo “Reportajes” de La Tercera del 26 de agosto de 2007)